¿EL PATATÚS?

ZV
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23 de abril de 2022
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12:44 am
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¿EL PATATÚS?

EL FMI prevé que los países latinoamericanos cierren 2022 con un déficit de media del 4.7 por ciento respecto al Producto Interior Bruto (PIB)”. Según el tata Fondo, sus tías las zanatas y las aves agoreras, los déficits son menores al año anterior gracias a que las economías “comienzan a crecer y a una mejoría en los ingresos fiscales”. Bueno ¿sería crecer tanto como para recuperar todo lo perdido? ¿Crecer como para volver a contratar a todo ese montón de gente que fue a parar a la calle y dar trabajo a los cientos de miles de desesperados que a falta de oportunidad abandonan el país y se van en caravana? Si tocaron fondo por supuesto que dar pininos es crecimiento. Crecer, a partir del piso al que cayeron las economías, es ascender. Pero tampoco es subir para colocarlas a los niveles que estaban antes del colapso. Menos con las lesiones adicionales ocasionadas por esa invasión rusa a Ucrania.

¿Tendrán noción del impacto en estos pintorescos paisajes acabados de los precios de extorsión que se pagan por las gasolinas? ¿Y del encogimiento de las exportaciones por que baja la demanda en los mercados donde venden? No tarda la Reserva Federal en elevar las tasas de interés para hacerle frente a la grosera inflación que golpea a los norteamericanos. ¿Y cuál creen que será el leñazo –si las inversiones están estancadas y si se encarece el financiamiento– a estos ariscos parajes tropicales? Otra vez el FMI se delata. Lo que le preocupa son los ingresos fiscales. O sea, corregir el desequilibrio al gobierno. Pero ¿y al resto de la economía? Persisten en sus mismas recetas orientadas a contraer la demanda de subsistencia del mercado con miras a solo resolver el problema fiscal. Lo urgente es más bien incentivar el deprimido sector productivo. La misma historia de siempre. Corrigen los trastornos económicos apretando la demanda en vez de hacerlo estimulando la oferta. Aparte de lo anterior, reiteramos lo que dijimos antes. La burocracia financiera internacional ante la debacle económica mundial ocasionada por la pandemia, dejó mucho que desear. Sencillamente no dio el ancho. Los bancos internacionales reaccionaron con la misma parsimonia de siempre –como si se tratase de tiempos normales cuando eran circunstancias excepcionales– muy lento, demasiado tarde y dando demasiado poco. En vez de salir con medidas creativas salvadoras frente a la tempestad que azotaba, tiraron neumáticos a los náufragos de la crisis.

Salieron con medidas mediatizadas, ni cerca de los montos suficientes para mitigar las inmensas necesidades. Más cáscara que nueces en dar alivio de deuda y pírricas moratorias que no abarcan los montos importantes adeudados. Aquí en el país, solo a manera de ejemplo, pese al deterioro de las finanzas públicas –que no alcanza ni para pagar salarios a los empleados públicos– la cuarta parte de los ingresos fiscales se destina al pago del servicio de la deuda. Y algo más. Lejos de enfocarse a asistir al hundido sector productivo, a las golpeadas empresas –que son la fuente de los trabajos– todo lo concentraron a amortiguar pérdidas del sector público. Levantar estas economías postradas va a requerir más que de pronósticos. En eso se lucen los técnicos, en la elaboración de informes y de estudios. Lo que deben aflojar son los recursos que no soltaron en lo más álgido de la crisis. Dar las facilidades para una reingeniería de la deuda que, como pesada ancla, estanca cualquier avance. (¿Creen que frotándoles agua de florida –pregunta el Sisimite– van a superar el patatús?).

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