Lecciones de la extradición

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23 de abril de 2022
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12:05 am
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Lecciones de la extradición

Esperanza para los hondureños

LETRAS LIBERTARIAS
Por: Héctor A. Martínez (Sociólogo)

La extradición del expresidente de Honduras, Juan Orlando Hernández Alvarado, debe servirnos de lección para nuestras vidas y no para ver el hecho como un simple espectáculo al estilo de los “realities” de la TV, justamente para ver quiénes son los ganadores y los perdedores de esta tragedia moral que nos abate a todos los hondureños. Tampoco debe servirnos de catarsis política, como si con la extradición de JOH, la historia hondureña pudiera ser escrita a partir de un antes y un después; es decir, un antes de contaminación e indecencia, y un después de pulcritud y honradez de la sociedad en general. De ninguna manera podemos hablar de un renacimiento moral ni de un blindaje institucional que haya impuesto el nuevo gobierno, como si el narcotráfico y el crimen organizado se hayan ido en ese avión de la DEA.

Lo importante de esta vergüenza nacional, que no es solamente de naturaleza política o legal sino también moral -sobre todo, moral-, es que nos compele a reorganizar la sociedad, no a través de una constituyente, como propone el nuevo gobierno, sino a partir de una desinfección moral en todos los sectores organizados, especialmente en los palacetes que integran el sistema estatal hondureño. Otra de las lecciones que debemos aprender a partir de hoy, es que el miedo debe disuadirnos a no cometer excesos. El miedo es la mejor contención psicológica contra las desviaciones morales, a falta de un código de valores que en tiempos pasados funcionaba de maravilla, pero que perdimos al no poder digerir con inteligencia los cambios en el mundo y la sociedad. Ya no son aquellos tiempos donde los desenfrenos podían ser cometidos sin que nadie se enterara de los demonios que nos poseían. Hoy en día ya nadie está seguro ni en la habitación más hermética. Cualquier movimiento, virtual o físico, es rápidamente detectado por el panóptico digital que sigue nuestros pasos. El propio George Orwell -autor de “Rebelión en la granja”-, se asombraría al ver que no solo los súbditos son vigilados desde la torre del poder, sino también que el mismo poder es observado desde el cielo.

La desviación moral de JOH nos deja otra lección, y es que el sistema político ha colapsado, no solo porque el crimen organizado ha metido sus tentáculos en el “ethos” de los partidos, sino también porque el desorden axiológico se ha instalado desde hace mucho tiempo en las instituciones estatales, sin que los cuerpos fiscalizadores se encargaran de ponerle brida a la inmoralidad de los funcionarios públicos. Tan arraigada se encuentra la impureza ética del Estado, que una nación extranjera ha tenido que encargarse de hacer el trabajo que los tribunales no han podido -o querido- hacer. No es de extrañar que las masas aplaudan y bendigan el proceder justiciero de los gringos, siendo testigos de la ineptitud y la desidia institucional hondureña.

El extravío funcional de JOH y su séquito no es un hecho aislado, es un desenfreno tan nacional como la popular “baleada” o las Ruinas de Copán. Es decir, la metida de pata del expresidente es apenas la punta del “iceberg” de la corruptela; es la explosión de la inevitable síntesis hegeliana que sobreviene cuando andamos errantes por los caminos del mal. Es el producto de las contradicciones personales de las que nadie escapa, ni siquiera el mismísimo poder. La última lección: ni los cambios cosméticos que pretenden frenar la corrupción, ni las extradiciones, harán de las instituciones del Estado lugares sacrosantos, y de los funcionarios, arcángeles terrenales.

Esa tendencia moral del político nacional, de creer que el poder es para enriquecerse, se transmite en los genes que, a su vez, son moldeados por esa cultura muy “catracha”, de la infracción normativa. En otras palabras, tendrá que pasar mucho tiempo, ver llenarse las cárceles de rateros de cuello blanco, narcotraficantes y “pide-coimas”, antes de adecentar la moral de los políticos. Es un larga travesía la que nos espera si nos atrevemos alguna vez a transitarla. Lo de JOH es apenas el primer pasito.

[email protected]
@Hector77473552

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