Cones y el legado del Padre Melara

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24 de abril de 2022
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12:27 am
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Cones y el legado del Padre Melara

Padre José Héctor Melara Molina

Es fascinante viajar por Honduras y encontrarse en diferentes rumbos, con lugares que guardan edificaciones que han perdurado en el devenir de los tiempos, iglesias que han sobrellevado, incendios, guerras civiles, inundaciones, pestes y hasta la indiferencia estatal. Es urgente insertar estas edificaciones en un amplio proyecto de conservación y vigilancia, promocionarles como motivo de estudio e incluso ofertarlos como parte del turismo religioso-cultural. Entre los ejemplos de esos monumentos olvidados destacan las iglesias de Santiago de Posta (aldea de Naranjito), Macholoa (aldea de Santa Bárbara), Yamala, (aldea de San Luis), San Antonio Chuchitepeque (Zacapa,) y el Viejo Celilac, en las cercanías del casco urbano de (Nuevo Celilac), también en Santa Bárbara. Asimismo, encontramos interesantes iglesias en la aldea de Quezailica en (Copán), Luquigue en Yorito, (Yoro) y otra en las cercanías del casco urbano de Gualaco, en Olancho. Al listado anterior le sumamos la iglesia de San Francisco de Cones, Sensenti, Ocotepeque, que, aunque no es un edificio colonial, por el rol protagónico de su gestor el padre Melara, la calidad técnica de su estructura más todo lo que significa para sus feligreses que se identifican con el “Cristo Negro o Señor de Esquipulas”, esta aldea y su entorno merecen un sitial de honor en la historia de nuestro país.

San Francisco de Cones
Esta pintoresca aldea se encuentra a 5 kilómetros del casco urbano, de Sensenti en Ocotepeque, primeramente, se le llamaba San Francisco de la Misión, pero en un informe municipal a inicios de los años setentas, aparece como San Francisco de “Cones”, sin duda por la abundancia del vistoso árbol de “con”, de flores amarillas, que se distinguen en los bosques aledaños. Sus pobladores actuales, únicamente la reconocen como “Cones”.

José Héctor Melara Molina
Nació en el municipio de Candelaria, Lempira, en 1893 y falleció en lo que antes se conoció como San Francisco de la Misión en 1963. Se trata de un personaje, artista polifacético, misionero más allá de su tarea pastoral. Cuentan que era laborioso y delicado en sus múltiples facetas, gran parte de su faena trascendió en Corquín, Copán, donde logró construir entre otros, lo que ahora se conoce como la Casa Grande, una notable edificación civil-religiosa que no se repite en Honduras, y donde destacan sus amplios corredores interiores, con una serie de murales al fresco, que nos recuerdan episodios bíblicos. Todo el conjunto arquitectónico, es asombroso y bien conservado, ojalá las autoridades y fuerzas vivas de Corquín, pudieran adquirirla y acondicionar en ella, la Casa de la Cultura que bien merece Corquín.

El padre Melara: dinámico y polémico
Desde el imaginario de algunos vecinos de Corquín que saben sobre el padre Melara, destacan una serie de versiones, algunos sostienen que su labor fue ejemplar y opacaba a las autoridades y ricos del pueblo, y estos lo miraban con prejuicio. Otros apuntan que las grandes aspiraciones del padre Melara, era construir una enorme plaza tipo santuario en Corquín y que al parecer tocaba propiedades de familias influyentes. Algunos sostienen que el sacerdote era temperamental, y que, por sus grandes aspiraciones, llegó a caer en deuda con “prestamistas de oficio” del pueblo, y al no poder pagar esas deudas, tuvo que entregar los edificios y otros bienes que había adquirido. Al indagar en Cones, por qué ellos consideran que el padre Melara, abandonó Corquín, ellos sustentan “los turcos-comerciantes lo sacaron, lo miraban con envidia”. De lo que podemos reafirmar es que unas familias de migrantes árabes (Handal, Jaar) llegaron a Corquín a finales del siglo XIX o principios del XX, se establecieron allí y se convirtieron sin duda en los impulsores de una serie de negocios, tanto que dominaron varios rubros. Con frecuencia el hondureño, confunde “turcos”, con los árabes –palestinos.

Después de varias décadas acontecidas, algunos pobladores recurren al relato casi anecdótico, y han llegado a sostener que cuándo el padre Melara, abandonó Corquín, en la salida de la vieja carretera hacia Cones, el padre se sacudió las sandalias y maldijo a la familia que “supuestamente le había quitado sus bienes”, otros más abarcadores, dicen “el padre Melara resentido, maldijo al pueblo de Corquín, por eso aquí, las organizaciones no llegan a nada…”. Sin duda que las anteriores versiones, deben revertirse, pues Corquín tiene un enorme potencial arquitectónico-turístico, solo faltaría impulsar una agenda a largo plazo, tomando en consideración tanto talento y recurso disperso.

El padre Melara; su traslado forzado
Se reubicó en San Francisco y al enterarse de que la antigua iglesia de adobe de esta comunidad había sucumbido ante temblores y torrenciales aguaceros, se dispuso construir una iglesia y dedicarla al Cristo Crucificado de Esquipulas. El sacerdote compró el terreno, realizó los diseños, organizó la población y arrancó el proyecto en 1938 y 24 años más tarde estaría terminada. Apuntan los ancianos que tuvieron oportunidad de trabajar con el padre Melara, que él era detallista, delicado y después de las acostumbradas misas, los hombres jalaban en bestias cajones repletos de arena y las mujeres lo hacían en los acostumbrados “barcos” o recipientes.

La iglesia de Cones, toda en ladrillo visto
Constituye una propuesta arquitectónica audaz, con una serie de detalles que sorprenden, una bóveda de cañón corrido, cúpula de media naranja. Tiene una fachada donde se remarcan arcos ojivales, tan propios del arte mudéjar, más otra serie de elementos neoclásicos. El edificio rectangular se sostiene por tres contrafuertes por lado, distribuidos simétricamente.

Se distinguen además dos esbeltas torres campanarios, la del lateral izquierdo tiene dos campanas, fundidas en El Salvador, el año de 1935 y 1938, en la más grande se lee el nombre del padre Melara, ambas ya están en proceso de deterioro, sería importante restaurarlas con el asesoramiento del IHAH.

En su interior, esta iglesia tiene tres naves, divididas por bases macizas con leves dinteles, una nave una principal y dos laterales menos amplias. Conserva su piso de ladrillo original, más un altar principal de madera reciente, emulando a la basílica del Cristo Negro, en Esquipulas, desde las imágenes hasta la ubicación de las mismas. Se trata de imágenes en yeso, traídas desde Guatemala, contemporáneas a la edificación de la iglesia. Resulta vistosa la decoración de la cúpula principal, con pinturas al fresco, que nos recuerdan a San Juan y a San Marcos. Asimismo, se conservan unos pequeños altares laterales, en madera y con detalles propios del estilo neogótico, que protegen algunas imágenes.

Nada despreciable es la cantidad de feligreses, que con motivo de los festejos del Señor Esquipulas cada 15 de enero, visitan Cones. Todo el conjunto arquitectónico, representa la propuesta de un gran conocedor de las diferentes manifestaciones artísticas.

Un testimonio sobre el padre Melara
Don José Mejía, antiguo sacristán de la iglesia de Cones, conoció al padre Melara y dice “yo era niño, pero miraba aquella línea de mujeres cargando “barcos” llenos de arena, y los hombres en el barrio Pashapa hacían ladrillos. Este templo es puro calicanto, las mujeres hacían pan de yema para compartir en la iglesia y apartaban la clara de los huevos, esa se mesclaba con liga de mozote, o en veces con liga de cablote, cal y arena, antes no había cemento. Ahí usted no va ver un clavo, todo es ladrillo, cal y arena”.

(…) Esta iglesia antes tenía un muro al lado derecho, bien profundo, del mismo material, pero el padre Agustín, le estorbaba y lo mando a botar, solo porque no podía dar vuelta en un “carro viejo” que tenía. Muchas personas nos enojamos, pero no pudimos evitar semejante barbaridad.

En el perímetro de la iglesia, también se construyó una amplia casa cural, de altas paredes, techo entejado y un piso de ladrillo visto, tiene un solo corredor amplio y con altas vigas de maderas. En una de sus paredes se conserva una pintura sobre un lienzo grande, ya desgastado por el paso del tiempo, además que está expuesto a luz y viento. Nos comenta la señora encargada del cuidado de la casa cural, que existía otra pintura igual, pero se extravió.

Aún quedan algunos ancianos, que trabajaron para él, y lo recuerdan así “fue un hombre entregado, incansable, delicado, sabía catorce oficios”, otros apuntan que en la casa cural que él mismo diseño, tenía una venta de medicinas, curaba enfermos, tenía un tallercito de pintura y escultura, el mismo dirigía las mujeres que hacían el pan para varias festividades. (…), yo me acuerdo cuando murió, eran como las 7 pm, un infarto lo mató, para ese tiempo no había forma de comunicarse, pero aún así vino el sacerdote salvadoreño Calixto Coto a oficiar la misa. El pueblo lo lloró y la gente vino de diferentes partes, era un “gentillo” bárbaro.

Algunos vecinos como Pedro Orellana, dicen que la intención del padre Melara, era construir su propia tumba en el interior de la iglesia, pero en eso le vino la muerte. El padre Melara, está enterrado en el atrio de la iglesia, y un matrimonio le acondicionó su lápida, donde se lee “Reverendísimo sacerdote. José Héctor Melara Murillo. (7 de septiembre -1893- 10 de febrero -1963). Recuerdo de un matrimonio católico y amigo, fundadores de la familia Carvajal Molina y Virgilio Carvajal Lemus y Otilia Molinas. Sensenti, 1991”.

Por tratarse de un documento de trascendencia y con el ánimo que los lectores, lo estudien en detalle, incorporó el texto que se encuentra a un costado del altar principal.

“DATOS HISTÓRICOS
El templo de la aldea de San Francisco de Sensenti, me cuesta muchos miles de lempiras; muchas dificultades, grandes sinsabores, terribles aflicciones, y he sentido una gran amargura que es más fuerte que la misma hiel, solo Dios sabe cuánto es lo que he sufrido con ocasión de este trabajo.

Por el espíritu, mejoramiento y civilización espiritual y material de los lugares, es la causa de las obras aparecen y dan un elocuente testimonio de mis labores realizadas mi paso por este mundo. Fabricándole a Dios Nuestro Señor un templo para adorarle en la comunidad de los fieles, es una obra de entera y buena voluntad.

Los albañiles que ejecutaron el trabajo fueron los siguientes.
Don Adán López Dubón
Don Luciano Solís Hernández
Don Pablo Solís Hernández
Don Pedro Mejía Acevedo
Don Maximiliano Martínez
Don Domingo Escobar
Don Elías García

Y sigue el trabajo de los atrios del templo, don Pedro Mejía Acevedo es el encargado de la continuación de estos trabajos, el cual fue enseñado por el padre José Héctor Melara. Si Dios lo permite este año he de terminar la obra, el que tiene veinte y cuatro años de haberlo comenzado. Todas las paredes del edificio tienen horcones de buenas maderas de abeto o pin, que obsequiaron los católicos del lugar a la santa iglesia, el resto de las maderas se lo comieron los animalitos llamados comején, en último caso el resto se quemó por estar inservible. Tres terceras partes de los vecinos católicos de esta aldea prestaron su valiosa cooperación en el trabajo del edificio, acarreando ladrillos de la tejera, las piedras, arena, y haciendo mezcla para la obra. Los duros de corazón y faltos de fe no han querido prestarse a la fabricación de la santa obra, la cual es de su lugar. Lo que he gastado hasta este día, es la suma de ciento y veinte seis mil lempiras, lo más importante está hecho y sigo hasta terminarlo.

Tengo el altar mayor donde se guarda la sagrada imagen del Señor Crucificado de Esquipulas y seis altares de las otras imágenes, costando estos la suma de tres mil lempiras. los candeleros son diez y seis y pesa cada uno diez libras y cuestan l 700

Las imágenes son la siguientes
1-Imagen del Señor Crucificado de Esquipulas
1-Imagen de la Virgen de Dolores
1-Imagen de San Juan Evangelista
1-Imagen de San Francisco de Asís
2-Imágenes de la Virgen de Mercedes
2-Imagenes de San Antonio de Padua
1- Imagen del Sagrado Corazón de Jesús
1- Imagen de Cristo del Santo Entierro
2- Imágenes de Cristo Crucificados, pequeños.
2- cuadros de la Vida de San Francisco
1-Cuadro de la Virgen de Guadalupe
1- Cuadro de la Santísima Trinidad

Por todas ellas di la suma de tres mil lempiras.

Tengo una urna con vidrieras para la procesión del Santo Entierro, es comprada por trescientos lempiras.

VASOS SAGRADOS
1-Cáliz de plata dorado, vale—————L 200
2-Copones de pata dorados, valen——–L 400
3-Custodias doradas, valen——————L 310.00
2- Incensarios de plata, valen—————L 560.00

MUEBLES DE MADERA
2-Cruces procesionales
1-Armario grande de guardar ornamentos L 100
2- Balaustradas
1- Mesa de la credencia
1- Silla coral de buena madera ————– L25.00
1- Reloj grande para pared———————L 300
1- Armónium grande comprado por los buenos católicos para este templo, pedido a los talleres de Alemania, costo la suma de l 2000.00 están en el armario cinco casullas de los cinco colores litúrgicos para la celebración de las santas misas, valen l 300.00

El terreno en que esta edificada la iglesia mide el lado sur, 96 varas. por el lado norte, 60 varas. por el este, 102 varas. por el oeste 109 varas; con calles alrededor limitado así: al norte, el SUR, este y mitad occidente, con propiedad de presbítero José Héctor Melara y don Pedro Mejía; se proyecta hacer mojones de cal y canto para las mejoras señales, en el centro de una parte del solar esta una parra de bambú y esta cultivado de árboles de ciprés, naranjos, macuelizo, acacias y palmeras. Este solar es parte del terreno que le compre a Vicente Mejía, a don Ignacio Fuentes, a don Luciano Solís, a don Exequiel Orellana, a don Cornelio Gavarrete y a la municipalidad de Sensenti.

El solar en el cual está el edificio del templo, yo lo compré y se lo di a los patronos del lugar; al Señor Crucificado de Esquipulas, San Francisco Asís, La Virgen de Mercedes y a Santa Lucía.

Nadie en particular puede ser dueño, sino que son dueños, la Curia Eclesiástica de la Diócesis de Santa Rosa de Copán y los buenos católicos de esta aldea de San Francisco de Sensenti.

Tanto la Curia eclesiástica como los buenos católicos del lugar referido, deben cuidar el templo al Señor de Esquipulas y que sus adornos y cosas que tienen no las saquen ni las trasladen a otro lugar, pues son de legitima propiedad.

El que quiera hacer o constituir dueño de las cosas del Señor de Esquipulas solo por mero capricho o porque trabajó personalmente en la obra, este trabajo no es suficiente motivo para quererse captar parte del solar y anexos del Santuario, sin ningún temor se le aplica la Ley para su conservación.

Los católicos están debidamente autorizados, para que las cosas de este Santuario no se presten a nadie, porque está a la práctica, lo que se presta se pierde o se arruina, de manera que no se da licencia para esto.

Las personas que, por sencillez, les gusta conversar dentro del templo, que nunca lo hagan, pues debemos tomar al pie de la letra de Jesucristo, que tomó el azote y sacó a los judíos del Templo de Sion en Jerusalén y les dijo; “mi casa es casa de oración y vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones” por ahora no tengo otra cosa que decir,

José Héctor Melara, párroco
San Francisco de Sensenti, año de 1962”

La labor del padre José Héctor Melara, en Corquín, como en Cones, es ejemplar, tanto que su obra debería considerarse un bien patrimonial del Estado hondureño y sería oportuno estudiarla con mayor profundidad y que dicha investigación termine en un libro en su honor. Mi reconocimiento a Pedro Orellana, Jeison Gómez, Lucinda Gavarrete, Javier Reyes Estévez, Juan Ramón Villeda, Carlos Jaar, Liliana Mayorga y por supuesto al acucioso y atento lector Rubén Eduardo.
Gualorita, Amapala, Valle. Abril, 2022

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