NO CAER EN PROVOCACIÓN

ZV
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24 de abril de 2022
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12:25 am
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NO CAER EN PROVOCACIÓN

TAL como han venido ocurriendo las cosas en las últimas semanas, pareciera abrirse un abismo que divide al mundo, sobre el cual es fácil precipitarse. Desde el abismo salen gritos de provocación en una dirección y en la otra. De este a oeste y de norte a sur, por aquello de la hipotética multipolaridad de la cual se ha hablado en los últimos tres decenios. Pero que, simultáneamente, también se han abierto, en forma imperceptible, nuevas fisuras que incentivan la bipolaridad en tanto resacas de la vieja “Guerra Fría”.

Como la cosa, según algunos expertos, camina para más lejos, la clave principal del éxito, por experiencia histórica, es la de evitar la provocación del adversario que se trate, especialmente en el delicadísimo tema de la guerra en torno de Ucrania, en tanto que por momentos da la impresión que quisieran replicarse los acontecimientos tenebrosos de la crisis de los misiles del mes de octubre de 1962. La diferencia sustantiva de aquellos años respecto de lo que hora mismo ocurre, es que los líderes de la década del sesenta del siglo pasado poseían quizás mayores conocimientos históricos, una gran versatilidad política y un mayor equilibrio emocional, a pesar de que los halcones de la guerra acechaban y atizaban, día y noche, en ambos hemisferios. Aparte de eso ningún país había invadido masivamente a otro país fronterizo, fuera de las escaramuzas de Bahía Cochinos. Las cosas han cambiado porque ahora han entrado en juego poderosos intereses comerciales; megalomanías personales y la provocación verbal como pocas veces se había escuchado después de la “Segunda Guerra Mundial”, en una circunstancia en que Europa entera (oriental y occidental) se encuentra hoy acorralada.

En 1962 se habló de evitar los fatales errores de cálculo. Sin embargo, evitar estas celadas depende de la capacidad de resistir las provocaciones verbales y los gritos de angustia de los pobres ucranianos, sobre todo de su presidente. Como este río revuelto por momentos pareciera desbordarse, lo correcto es esperar que la tempestad se calme y que las aguas retornen a su justo cauce natural y racional. Para el ciudadano promedio lo correcto es rehuir, o rechazar, la desinformación histórica y la confusión pasmosa que circula en la parte negativa de las “redes sociales”. Conviene recordar que en el trasfondo de los horrendos sucesos de la mencionada “Segunda Guerra Mundial”, se dibujaba el odio contra las democracias liberales que habían resurgido a la par o poco después de la revolución francesa. Al Führer y sus allegados les era imposible disimular su alergia incurable contra la democracia que se había fraguado en la Europa mediterránea desde tiempos antiguos. Tampoco disimulaban su antisemitismo feroz respecto de los grupos humanos procedentes del Cercano Oriente, en donde habían surgido las primeras civilizaciones. Lo que sí lograron disimular por un breve tiempo, los verdaderos dirigentes nazis, fue el horror de los campos de concentración, en donde se impuso la más baja humillación contra el ser humano como nación y como especie.

Lo ideal sería que terminara la guerra sobre Ucrania, se restauraran los hospitales, el comercio y los centros de trabajo, y que los historiadores imparciales se ocuparan de investigar los hechos abiertos y ocultos más allá de las fronteras hemisféricas, en tanto que por encima de todo se encuentran los intereses vitales y espirituales de toda la humanidad. No los discursos seudomesiánicos que saltan como conejos ahí donde menos los esperamos. El verdadero discurso monoteísta desecha las mentiras y dobleces vengan de donde vinieren. Inclusive las mentiras de los mismos seudomonoteístas.

La clave del éxito en casi todos los menesteres internacionales, es la paciencia activa; pero evitando las trampas que se fabrican desde los lenguajes provocadores y las subsecuentes acciones que se derivan de los mismos. Cualquier emoción excesiva, cualquier descuido y cualquier error de cálculo, serían fatales para todos los involucrados en esta problemática que pareciera inmanejable. Incluso fatal para el conjunto global de seres humanos.

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