En Honduras cada verano es una tragedia con escases de agua, calor sofocante, pérdida de cultivos y más enfermedades por la contaminación ambiental, en las principales ciudades del país.
Se habla hasta la saciedad de los efectos nocivos del cambio climático sobre el territorio, pero informes especializados ponen en “foco” un fenómeno en particular que en las últimas décadas ha contribuido a la degradación del medioambiente.
Se trata de la ganadería de “cerro”, que cada año acaba con miles de hectáreas de bosque y que, con la migración a Estados Unidos, aunado el envío de remesas, presiona cada vez más las cuencas hidrográficas.
Se carece de estadísticas actualizadas sobre la actividad ganadera y la depredación del recurso bosque, pero el problema es tan grande que se manifiesta de forma recurrente en tiempos de verano como ahora cuando la capital se queda seca.
Sin embargo, el “Análisis de la Ganadería Hondureña” de la FAO revela que, en dos décadas, el área de pastoreo de ganado se duplicó. “En el año 1997 según cifras oficiales, la superficie total del país que cubrían los pastos era de 1.5 millones de hectáreas”, dice el documento en poder de LA TRIBUNA.
Pero ya “en el año 2019, el ICF (Instituto de Conservación Forestal) presentó el Mapa de Cobertura Forestal y uso de la Tierra, donde se muestra que la superficie total del país que ahora cubren los pastos es de 2.9 millones de hectáreas, lo que representa el 26 por ciento del territorio nacional de las 11.2 millones de hectáreas totales”, contrasta el informe.
El incremento de este tipo de explotaciones ganaderas se debe a varios factores, entre ellos, desinterés de los gobiernos, educación deficiente, poca tecnificación, alta incidencia del narcotráfico y migración irregular a Estados Unidos, exponen ambientalistas.
El auge de la ganadería y la pérdida de bosque se remonta a 1960, según el ingeniero forestal y geógrafo, Óscar Rafael Oquelí, porque desde ese año Estados Unidos incentivó la producción de carne y leche en estos países.

INGRESO DE REMESAS, UN FACTOR NEGATIVO
De esa forma, poblaciones de campesinos de la zona sur fueron trasladadas al oriente donde reprodujeron las prácticas de crianza de ganado y empezó la pérdida de bosque en Olancho. También, se debe al aumento población, que durante estas dos décadas elevó la demanda de carne y lácteos.
“Al tener mayor exigencia de los compradores, entonces, se produce más. Si no fuera un negocio la gente se saldría”. Tampoco “hemos tenido una política clara en manejo y conservación de los bosques. Significa que no tenemos ordenamiento territorial y se quita bosque y se mete pasto”.
Los intereses de altos funcionarios, jefes militares y policiales, que también son ganaderos, obstaculizan la protección de las zonas protegidas, refirió la fuente. “Tocan el problemita por encima… y lo otro que se maneja, pero que casi nadie lo dice, es el involucramiento del tema del narcotráfico en esta actividad”, reseñó.
La relación entre auge de la ganadería y narcotráfico se retrata en cuerpo entero en Olancho, Yoro, Atlántida, Colón y Gracias a Dios donde anualmente aumentan los hatos ganaderos y sucede que estos lugares son corredores de la narcoactividad, relatan fuentes bajo anonimato.
La pobreza, migración y remesas también juegan en contra del medioambiente, de acuerdo a Oquelí, se observa que algunas personas emigran, mandan dólares y sus familiares aquí empiezan a comprar grandes extensiones en zonas de amortiguamiento donde cultivan café o crían ganado.
Esto está pasando porque la mayoría de la población lo único que han visto en su vida como actividades productivas son la ganadería, caficultura y cultivo de granos básicos, exponen.

RESPONSABILIDAD MUNICIPAL
Los informes también apuntan hacia los alcaldes que, en algunas ocasiones, por ignorancia, descuidan la protección del bosque y permiten que se depreden las zonas de recarga hídrica.
Los municipios al quedar prácticamente desérticos, las tierras se vuelven infértiles, la gente se empobrece y emigra, convirtiéndose en un círculo vicioso que termina afectando las zonas boscosas, exponen los analistas.
Por otro lado, sucede que Honduras perdió más de medio millón de hectáreas de bosque con la plaga del gorgojo descortezador del pino entre 2013 y 2016, pero hasta ahora se desconoce cuántas se han recuperado. Preocupa que en departamentos como Comayagua, donde el gorgojo destruyó el bosque, ahora son cultivos de café y crianza de ganado.
Los ambientalistas y la dirigencia ganadera ponen sus esperanzas en el gobierno de Xiomara Castro y la ministra de Agricultura y Ganadería, Laura Suazo. Se refieren a Suazo como una de las mejores elecciones que ha hecho la Presidenta, ya que cuenta con una amplia experiencia y capacidad en su campo al provenir de la Universidad Zamorano.
Pero consideran como un reto cambiar las costumbres arraigadas de los ganaderos que no se complican, cortan los árboles y convierten zonas boscosas en áreas de pastoreo, a que tecnifiquen las haciendas de tal manera que el ganado ande vagando por los pastizales y se agrupe en explotaciones pequeñas con alto desempeño en producción de leche y carne. (JB).
ALGUNAS SOLUCIONES
De acuerdo a expertos, es inútil “llorar sobre la leche derramada”, porque consideran casi imposible que el gobierno desaloje a las personas que se han ubicado en zonas de importancia ambiental.
Proponen un plan de ordenamiento territorial, administración de las cuencas y microcuencas hidrográficas, sistemas agroforestales y agrosilvopastoriles, este último consiste en sembrar árboles entre las pasturas, y a programas de remuneración por la protección del bosque y venta de bonos por la captura de carbono.
También la estabulación del ganado, que se traduce en mejores rendimientos, ya que las vacas caminan menos, pero se requieren millonarias inversiones que probablemente no las tengan los ganaderos, principalmente, los pequeños que representan un 90 por ciento en esta actividad.