Perla de los mares

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28 de abril de 2022
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12:01 am
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Perla de los mares

Por: Guillermo Fiallos A.
Mercadólogo, abogado, pedagogo, periodista, teólogo y escritor.

Perla, es el nombre de una pequeña hondureña, quien con sus cuatro años ha comenzado, con altos y bajos, esta experiencia hermosa que llamamos vida. La pequeña reside en el litoral Pacífico de nuestra patria, en medio de la sal, el calor y frente a un mar que se antoja infinito.

Su padre y madre son dos personas jóvenes que buscan cómo subsistir en esta situación económica sumamente difícil y que ha golpeado a los más pobres pero, paradójicamente, son quienes conservan más ilusiones para salir adelante y forjarse un porvenir.

La niña vive en un clásico hogar donde los susurros de la pobreza lo abaten todos los días y lo que le sostiene, es su fe; pues sus progenitores son fervientes cristianos que se congregan en una pequeña iglesia evangélica, que tiene un alto grado de fidelidad de parte sus miembros.

Lo conmovedor de esta historia es que, a su tierna edad, la chiquita sale a las tres de la mañana -entre dormida y despierta- a faenar con sus padres, quienes tienen en la pesca su principal medio de subsistencia.

Perla, la niña piel trigueña no solo por cuestiones genéticas, sino también, por los efectos de un sol candente que no oculta su poder sofocante, viaja en la rústica barca junto a papá y mamá para conseguir róbalo, tilapia y otros productos que ofrece el océano.

Ella, sale cuando las estrellas todavía iluminan sus ojos y las olas mecen la barcaza que los conduce por el Golfo de Fonseca y más allá, para traer pescado y, luego, venderlo, ya sea preparado o tal y como se sustrajo de aguas profundas.

Cada vez, se alejan más de la playa pues los mariscos están escasos y parecen haber llegado a un estado de emergencia para continuar reproduciéndose. Sumado a ello, hay más pescadores no solo de Honduras; también de El Salvador y Nicaragua.

…Y a veces, Perla de los mares, tan pequeñita, regresa a casa ya de noche y con muchas horas de estar enfrentando la existencia en un océano que presume ser un espejo auténtico del sol.

La pobreza ha obligado a sus padres a llevársela aguas adentro pues no tienen con quien dejarla y entre el peligro que quede sola y desamparada en casa; prefieren exponerla a un mar incierto, bajo un sol calcinante y a los riesgos que conlleva estar en solitario, en esa inmensidad azul por abajo y azul por arriba. Sin embargo, tienen fe en el Creador, de quien -afirman- recibirán el cuidado y la guía para volver los tres, sanos y salvos, a casa.

Es difícil la vida de Perla de los mares. Ella refleja la situación de miles y miles de niños hondureños quienes habitan en campos o ciudades, en montañas o en los litorales; huérfanos de una seguridad y obligados por las eventualidades, a incorporarse a ocupaciones duras y no propias de sus edades.

Da tristeza cómo hemos bregado durante cuatro décadas por una democracia que solo ha dado respuesta a un grupo, que se ha ido enriqueciendo más cada día; a una clase media asfixiada que lucha por no caer del barco para situarse en la pobreza; y, a una clase pobre que aun con esperanzas bracea sin cesar para poder apenas sobrevivir.

Perla de los mares debe ser un ejemplo y un recordatorio de la miseria para todos los gobiernos anteriores y, sobre todo, para el actual, que por los aires que mueven sus velas, va por el mismo camino de sus antecesores. Como de costumbre: uno es el discurso en campaña y otro, los hechos que llevan a cabo cuando disfrutan del poder que conlleva: dinero, vanidad, codicia, ambición y desentendimiento de los más necesitados.

Mientras tanto, Perla de los mares, seguirá a sus cuatro añitos, desafiando el mar, las madrugadas, estrellas, el sol, las olas, mareas y los peligros de estar en una frágil lancha.

Al conocer la historia de Perla de los mares, debería llenarse de dolor nuestro corazón y, asimismo, preguntarnos qué se puede hacer por todos estos niños, quienes viven en la desesperanza presente de una Honduras, cuyos líderes lucen como habitantes de otro planeta.

Dios proteja tu vida, Perla de los mares y te permita encontrar pronto un futuro promisorio y digno para tu niñez, que está siendo arrebatada por las circunstancias y la falta de oportunidades.

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