“Honduras y el canal por Nicaragua: una temprana idea”

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29 de abril de 2022
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“Honduras y el canal por Nicaragua: una temprana idea”

Por: Jorge Raffo
Embajador del Perú en Honduras

“Posee como los más ricos, minas de oro y de plata, que han sido poco o nada explotadas. Su posición sobre los dos océanos Atlántico y Pacífico es casi única en el Globo. Solo México y Colombia gozan de estas ventajas (…)” (Vinchon de Quémont, vicecónsul francés, 1830, refiriéndose a Centroamérica).

Nápoles se vestía de fiesta para acompañar el séptimo encuentro de científicos italianos desarrollado en aquella ciudad entre el 20 de septiembre y el 5 de octubre de 1865. Había una intensa expectativa por las ponencias que en él se presentarían, la nación vivía momentos de intensa convulsión política y dada la tensión social existente, este ciclo de exposiciones daba el marco para que la imaginación de la población volase a territorios insospechados, se ilusionase con tareas titánicas y soñase con alcanzar las antípodas del planeta. Uno de esos documentos que circuló más allá de la ciudad fue “Coup d’oeil sur la République de l’Amérique centrale, et particulièrement sur les états de Nicaragua et Costa-Rica” (traducido en 1864 como “Opúsculo sobre la República de Centroamérica, y particularmente sobre los estados Nicaragua y Costa Rica”) escrito en 1832 por Alphonse Dumartray y Pierre Rouhaud.

Se trataba de un folleto de información que no superaba la docena de páginas, sin embargo, su valor radicaba en el mapa territorial que contenía y sus postulados en pro de un canal interoceánico. El investigador Soto-Quiros (2007) sostiene que el texto fue escrito a finales de la década de 1820 con el propósito de impulsar las actividades comerciales de la Casa Dumartray. Según sus indagaciones el mapa fue levantado entre 1828 y 1829 luego de exhaustivo trabajo topográfico y preparado por Hipólito Jouy para la Imprenta Litográfica De C. Motte en 1832. El mapa adquiriría una transcendencia particular al haber sido copiado muchas veces y haber servido de orientación a diversos exploradores franceses como Joachim Rousseau. Incluso el mapa es citado en una controversia dilucidada por la Sociedad Geográfica de París (1852) respecto a la ubicación del río San Juan de Nicaragua.

El contexto en que es redactado y difundido el folleto es también muy particular. Las guerras de independencia en Sudamérica han concluido y el Libertador Simón Bolívar, después de la victoria de Ayacucho (9 de diciembre de 1824), juzgó que no era necesario seguir incorporando oficiales europeos al ejército patriota por lo que muchos de estos fueron licenciados. Así, numerosos militares con pasado napoleónico pasaron a ofrecer sus servicios a Centroamérica (Taracena, 2007; Puigmail, 2015). “Es el caso de Nicolas Raoul e Isidore Saget, Henri Terralonge y los oficiales Aluard, Courbal, Duplessis, Gibourdel y Goudot” (Szaszdi, 1958; Taracena, 2007), de A. Soumastre (Puigmail, 2015) y de Pierre Gommer (Cochelet, 1830) que se establece en Honduras. De otro lado, después de la red de espías e informantes napoleónicos montada por Desmolards y d’Amblimont (Raffo, 2022) para desestabilizar a las fuerzas de España e Inglaterra en el Caribe y Sudamérica, Francia decide iniciar una activa política de vinculación comercial y diplomática con Centroamérica para lo cual comisiona al capitán Duval-Dailly -el mismo que desarrollaría igual papel ante el gobierno gran colombiano- quien encuentra una actitud sumamente reflexiva del gobierno federal respecto a tender puentes con París. Finalmente, recae en José Cecilio del Valle la nominación para ser el primer agente diplomático federal, pero este declina llevado por su compromiso intelectual de construir una nación desde el territorio. Es así como el hondureño Próspero Herrera se convertirá en el primer diplomático centroamericano ante el gobierno francés (Calix, 2004, citado por Soto- Quiros, 2001).

Al tiempo que Dumartray y Rouhaud se instalan en Centroamérica con propósitos comerciales, los holandeses venían negociando la posibilidad de un canal interoceánico con Nicaragua. La idea no prospera, pero es suficiente para que Francia acredite a su primer representante diplomático, Bernard de Clairambault. El interés de Dumartray es la agricultura mientras que el de Rouhaud es el de la política. Dumartray instala sus explotaciones agrícolas en el lago de Nicaragua y en el río Sarapiquí de Costa Rica (Soto-Quiros, 2007) mientras que Rouhad -que se dedicó al cultivo del cacao- apunta a convertirse en agente consular francés, aspiración que logra en 1852.

Los competidores de Dumartray pudieran ser “las casas comerciales Franque Paumelle Fils y Co. de Le Havre, y J. Line Chauviteau Co. de París que inauguran una línea de navegación entre Le Havre y Omoa y cuyo agente en Guatemala era Nicolas Lebre” (Taracena, 2007). El proyecto de “un canal interoceánico parecía ser un tema de moda y en boca de muchos franceses” (Soto-Quiros, 2007), Dumartray decide sacar partido escribiendo un folleto sobre el particular destacando, además, la estratégica colocación de sus posesiones que le permiten producir y exportar caña de azúcar, árbol de café y añil. Espera, asimismo, dejar fuera de juego a Paumelle y a Chauviteau.

En 1851, Dumartray y Rouhad vuelven a unir ingenio y publican un segundo texto donde se sostiene que el “río San Juan y el lago de Nicaragua se convertirán en la vía más corta, más fácil y menos dispendiosa de todas las que conducen a Chile, Perú y otros puntos orientales de América”. En él, Dumartray vaticina el valor productivo y lucrativo de tres cultivos centroamericanos en especial: bananos, caña de azúcar y café.

Los textos de Dumartray y Rouhad se convirtieron, sin que esa fuera la intención, en material de propaganda para otro proyecto, el de Lesseps y su Canal Interoceánico por Panamá. Ironías de la historia.

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