CONTRACORRIENTE
Por: Juan Ramón Martínez
El 14 de julio de 1969, a las 6:15 p. m., aviones salvadoreños bombardearon Choluteca y otras ciudades. Vivía en la cuna de Valle; y sin formación militar, me encontré en una situación en la que, no sabía cómo reaccionar. La población asustada que llegó a buscar refugio donde trabajaba, repetía, con la voz herida por el miedo, que los salvadoreños llegarían a la una de la mañana. Aquello era imposible. No sabía que el Primer Batallón de Infantería estaba frente a la frontera y con un poder de fuego que impediría su avance. Tampoco sabía que, en unas horas aviones hondureños, dañarían sus tanques de petróleo en Cutuco y afectarían algunos aviones en Ilopango. Y que el dominio aéreo hondureño, inclinaría las cosas en favor de nuestro país. Ahora, con la formación lograda, reaccionaría de otra manera. Porque aprendí que, en las diferencias con El Salvador, no solo cabe la violencia armada, sino que también los acuerdos inteligentes.
Por ello creo que el Congreso Nacional, que no representa a partidos inexistentes y menos caudillos de botas y bigotes, sino que a todos los hondureños, debe ratificar con la misma velocidad que lo hiciera, la Asamblea Legislativa de Nicaragua, el tratado Ortega-Hernández que, le da continuidad a las obligaciones establecidas por la Corte Internacional de Justicia y resuelve para Honduras, la salida al Pacífico, por la bocana del Golfo de Fonseca, en el ánimo de aprovechar los recursos del Pacífico. Que están allí, para los tres países limítrofes y por supuesto, sin ánimo alguno de dañar derechos, a El Salvador.
Hay cosas que no entiendo. La primera de ellas es la falta de vinculación emocional de los políticos, con la existencia de Honduras y la felicidad de los hondureños. Y la segunda, es la terrible herencia de discontinuidad entre un gobierno y el que le sucede. En Copán, hay pruebas que esto, hunde sus raíces en el pasado precolombino. Pero no tenemos obligación de repetirlo, porque nos hacemos daño a todos. Era torpe la explicación municipal, que “cada alcalde manda en su año”, como ahora nos quieren decir que “todo lo que hizo JOH, fue malo, que los miembros del Partido Nacional no han hecho sino daño al país y que, en consecuencia, hay que eliminar todo lo que el gobierno anterior hizo, como una fórmula correctiva que repare y evite la comisión de daños generales. Mentira todo eso. El tratado firmado con Nicaragua, fue una obra maestra que sacó a El Salvador de una postura que, en varias oportunidades, se ha opuesto a los arreglos, incluso a aquellos que favorecen la convivencia, entre dos pueblos que las circunstancias y la historia ha colocado, uno al lado del otro. La idea salvadoreña que Honduras es una amenaza para El Salvador es un absurdo. Ni siquiera a principios de este siglo, cuando durante la administración de Carlos Flores, el gobierno vecino forjó una alianza con Guatemala (Portillo) y Nicaragua (Alemán), los hondureños reaccionamos iracundos, aunque era obvio que la misma, tenía la finalidad de hacernos daño.
Ahora, el tratado que el Congreso Nacional, dominado por Libre, sin tener la mayoría de los diputados; pero aprovechando la pasividad propia de corderos de liberales y nacionalistas, no aprueba un tratado que no tiene finalidad de hacerle daño al Salvador. No quita una pulgada de sus derechos para acceder desde el Golfo de Fonseca, al Pacífico. Más bien, resuelve el problema, sin tener que ir a la Corte Internacional de Justicia de La Haya, perdiendo tiempo y dinero que no tenemos, y que fortalece la unidad y la cooperación entre los países ribereños. Los diputados de Libre, creen que todo lo que hizo JOH y Ortega, es malo. Eso es un error. Ese tratado es bueno para todos, incluido El Salvador. Los diputados liberales, más tranquilos y equilibrados que algunos exaltados seguidores de Zelaya, entienden esto; pero la obligación de aparecer retador con el pasado, les hace creer que lo bueno para Libre y la familia Zelaya, es bueno para Honduras. La pasividad somnolienta de los diputados nacionalistas, me resulta incomprensible. Veo que están asustados. Y es razonable. Pero presentar iniciativas individuales, particulares, como la aprobación de este tratado, en vez de debilitarlos, más bien los fortalece y los hace más respetables que nunca. ¡Atrévanse, a favor de Honduras!
ed18conejo@yahoo.com