El desarrollo de la democracia en Honduras

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2 de mayo de 2022
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12:05 am
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El desarrollo de la democracia en Honduras

Por: Marcio Enrique Sierra Mejía

En Honduras aún estamos conquistando la democracia. Pues se instaló en condiciones de altos niveles de pobreza y desigualdad. Al observar el caso hondureño, veremos que en nuestra realidad muchos derechos civiles básicos no están asegurados y que la pauperización y las asimetrías sociales aumentan, de tal suerte que, seguimos siendo de las sociedades más improductivas del mundo.

A pesar de las reformas políticas y económicas que se han aplicado, en nuestra democracia, siguen pesando muchas interrogantes: ¿qué tanta cantidad de pobreza y cuanta desigualdad puede aguantar nuestra democracia? ¿Cómo nos afectan estas desemejanzas la imperiosa necesidad de cohesionar socialmente nuestra nación? ¿Qué tanto valoran tener democracia nuestros ciudadanos? ¿Hasta qué punto la ciudadanía hondureña se inclina por aceptar un gobierno autoritario socialista si este diera solución a la situación económica? Dar respuesta a tales interrogantes nos pueden dar sorpresas inesperadas asociadas con las disparidades apuntadas.

Nuestra democracia enfrenta desafíos históricamente decisivos. Y para resolverlos el gobierno actual, necesita adoptar un enfoque comprensivo novedoso y promover una discusión abierta si quiere realmente contribuir a resolverlos. Lo cual, hasta el día de hoy, no se ve que dicha posibilidad política, tenga cabida en nuestro país.

Nuestros políticos no están en misa. No tienen voluntad política para que la ciudadanía empodere el concepto de democracia al que aspiramos, tampoco para que la ciudanía entienda qué significa ser sujetos en la democracia, ni para que entendamos a qué tipo de Estado nos conducen y qué régimen quieren establecer.

Ni los socialistas, ni tampoco los demócratas no socialistas, promueven argumentos básicos y centrales para entender la crisis de transición política que enfrentamos. No debaten sobre la concepción del ser humano y de la construcción de nuestra ciudadanía; sobre cómo se debe organizar el poder de la sociedad y el buen funcionamiento del Estado; sobre el régimen electoral; sobre el reconocimiento y la valoración de la democracia que tenemos, su evaluación y desarrollo. Ambas fuerzas políticas están en lo que están por encima del verdadero interés político de los hondureños en general.

Hoy más que ayer el desafío que tenemos es transitar de una democracia de electores a una democracia de ciudadanos. La democracia hay que buscarla permanentemente. Como lo apunta Pierre Rosanvallon: “Es necesario considerar lo no cumplido, las fracturas, las tensiones, los límites y las denegaciones que desdibuja indirectamente la experiencia de la democracia. La democracia formula una pregunta que permanece continuamente abierta: parecería que ninguna respuesta perfectamente adecuada podría dársele. La democracia se presenta como un régimen siempre marcado por formas de no acabamiento y no cumplimiento” (PRODDAL, 2002).

Para los hondureños, la democracia debe convertirse en un anhelo humano que, está ligada a la lucha política permanente de libertad, justicia y progreso material y espiritual. Es por eso que su búsqueda es una experiencia permanentemente inconclusa. Los demócratas no socialistas tienen que sopesar lo que se debe hacer para establecer las metas políticas en esta nueva etapa política que estamos viviendo.

Hay que construir los nuevos cimientos que permitan dar sostenibilidad y perduración a la democracia que tenemos. De forma tal que hagamos renacer, con mayor propiedad, una conciencia social que evite el convertirnos en esclavos de un régimen político dictatorial que va afectar nuestra libertad y nuestro espacio. En este sentido, los nacionalistas tienen la responsabilidad de fortalecer el proceso de búsqueda de una democracia consistente con el anhelo de los hondureños. La lucha política debe encaminarse a renacer con libertad y transitar hacia la toma del poder del Estado para asegurar la libertad y la justicia. Y para ello, se deben cambiar los liderazgos obsoletos y antidemocráticos e implantar nuevos procedimientos para el acceso y el ejercicio del poder.

Más allá de la controversia que se plantea a lo interno del Partido Nacional sobre el cambio de liderazgo y la estructura de gobernanza, los hechos revelan, las aspiraciones por ensanchar las fronteras de las libertades ciudadanas y alcanzar más altos niveles de justicia y progreso. Eso es lo que está en el corazón de los que impulsan la lucha social y política, de un modo u otro, ligada a la idea de democracia, que está ocurriendo entre los nacionalistas.

 

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