“¿LA CONDENA TERCERMUNDISTA?”

MA
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3 de mayo de 2022
/
12:20 am
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“¿LA CONDENA TERCERMUNDISTA?”

SI el primero de mayo fue el Día Internacional del Trabajo, debiesen buscar otro día especial y darlo de feriado –decíamos en el editorial de ayer– para que reclamen los desocupados. Una lectora comenta: “Cuando dirigía mi colegio profesional, salíamos el 1 de mayo a demandar empleo, pero solo llegábamos los empleados”. Aún así las pancartas eran reclamando el derecho a la permanencia; a la estabilidad laboral”. “Pero los grandes ausentes eran justamente ellos”. “Le puedo anticipar que si se hace un día alusivo a ellos (los desocupados), estarían vacías las calles”. (Respondimos: De acuerdo. Los desocupados no están sindicalizados ni siquiera organizados. Solo organizan irse en caravanas a los Estados Unidos”). Una lectora opina: “Incluso muchos teniendo trabajo bien pagado prefieren migrar, desde empleadas domésticas hasta profesionales”.

Otra opinión: “De acuerdo con su editorial; la desintegración es una manifestación adicional, pero aún así con ese dolor, una madre es más feliz sabiendo que su hijo está feliz y seguro lejos que teniéndolo, lamentablemente, viviendo en su hogar”. “Es tan grande el amor de una madre que lo acepta por el bien de sus hijos”. Otra lectora sobre hijos que se marchan: “Y así recibirá muchos testimonios más; en mi caso, mi hija con dos maestrías se fue y el otro está por irse, y no hay argumento para retenerlos”. El “humor social” en el que usted insiste es cada vez más tóxico, nauseabundo, espanta a la gente buena, y a los que no pueden irse los aletarga hasta caer en una especie de resignación mal sana”. Otra opinión: “La migración de talento en especial la clase media alta y alta, con Becas o sin ellas entran a la Universidad en USA o Europa y no regresan”. Otro lector comenta: “Y lo que más promueven algunos empresarios que hacen labor social, son trabajos informales: Venda enchiladas, vendan comida”. Otro lector: “Muchos de los que dictaminan leyes o definen estrategias para generar empleo jamás han pagado una planilla de empresa al final de mes, o pedir fiado para ajustar el pago de los impuestos”. En editoriales anteriores hemos insistido no solo en lo disfuncional del sistema económico y productivo nacional sino lo obsoleto del sistema educativo. Se educa –hemos advertido– para un mundo que ya no existe. Estamos rezagados, a años luz de distancia. Hemos escrito sobre la necesidad de revisar si lo que se enseña, si el plan de estudios para escuelas, colegios e institutos públicos y privados, y el currículo académico de las universidades –en fin comprendido a todos los niveles del sistema educativo, es todavía relevante al mercado laboral–.

Yendo más allá, ¿si los planes de enseñanza de la actualidad –la naturaleza de las asignaturas para las profesiones que se ofrecen, y la índole de los títulos que se entregan– van a colocar al país en un nivel de ventaja o desventaja respecto a los demás. Ya no de aspirar competir en el mundo, tan solo superar la condena tercermundista. Una madre lectora entrelaza un tema con el otro: “Razones de sobra tienen los jóvenes profesionales, bien formados en el exterior, para no querer regresar a nuestra amada Patria”. “Mi única hija es un ejemplo, con tres maestrías y un doctorado: ¿Qué voy a ir a hacer a Honduras mamá? Eso me contesta cada vez que le he dicho que la extraño tanto a ella y a mis nietos”. “Y aunque me duela el alma, tiene razón”. “He llegado al convencimiento que mejor saber que está feliz y realizándose profesionalmente lejos de nuestra familia y no cerca pero infeliz en un país que ni siquiera seguridad física le ofrece mucho menos desarrollo en su profesión”. “Y esta es la historia de muchas familias, o sea no solo se van los que no tienen educación académica sino también se van los cerebros con formación que tanto falta le hace a nuestro país para evolucionar”. (Reenvío del Sisimite de otra lectora: Pensamiento de hoy: “En el mundo, estamos en una circunstancia en que todos aspiran a la estabilidad laboral; inclusive los que gobiernan”).

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