Cómo afrontar una ruptura con hijos después de una infidelidad

MA
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5 de mayo de 2022
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03:06 pm
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Cómo afrontar una ruptura con hijos después de una infidelidad

Una infidelidad en la pareja no es cosa de dos (ni siquiera de tres) cuando hay niños de por medio. Esa deslealtad les afecta de una forma muy directa y puede causar un gran daño emocional en los pequeños, sobre todo, si la situación desemboca en separación y/o divorcio. Entre las reacciones más comunes que suelen darse en los hijos se encuentran:

– Sentir vergüenza por la situación y no querer hablar de ello. Uno de los progenitores ha hecho daño al otro y, por extensión, los niños sienten que también se les ha hecho daño a ellos.

– Sentir confusión. A los niños se les pide que sigan las normas y que actúen de forma correcta por lo que no entienden por qué sus padres pueden saltarse esas normas. Muchas veces su reacción después de una deslealtad es la desobediencia e intentar salirse con la suya.

– Sentir enfado. No solo con el progenitor que ha sido infiel y cuya actitud ha hecho daño a toda la familia sino también con la otra parte, a la que pueden reprochar no haber evitado el engaño.
La figura paterna es un espejo del que el niño aprende valores, hábitos y reglas sociales.

– Sentir desconfianza. Un padre o una madre son una figura de referencia para los niños, un modelo a seguir. Si uno de ellos engaña al resto de la familia pueden surgir serias dudas sobre si confiar o no en otras personas de su entorno.

Esto, a la larga, también podría generarles inseguridades en sus relaciones de pareja futuras y en la forma en la que aprecian el amor romántico, más asociado al engaño y al sufrimiento que a la felicidad.

La infidelidad de uno de los progenitores repercute, por tanto, de manera negativa en el desarrollo emocional del menor. Incluso si el niño no la ha descubierto o sus padres no han hablado del tema directamente con él puede percibir que algo malo está sucediendo en su casa.

Los expertos diferencian sus reacciones dependiendo de la edad del niño. Los niños menores de cinco años suelen apreciar que los padres no les prestan tanta atención como antes. Es normal que debido a esta situación demanden más cariño y si no lo consiguen sus niveles de inseguridad, celos y temor al abandono se incrementen exponencialmente.

Para los niños entre cinco y diez años la situación varía. En esta etapa los menores suelen considerar que todo gira alrededor de ellos, por lo que es fácil que lleguen a creer que la infidelidad de su madre o de su padre sea por su culpa. En ocasiones este sentimiento de culpabilidad puede dar lugar a regresiones en su desarrollo como hablar como un ‘bebé’ y orinarse en la cama. También son comunes los terrores nocturnos, los trastornos de alimentación o los problemas en la escuela.

La adolescencia también es otra etapa conflictiva si surge este problema. El joven ya comprende lo que ocurre a su alrededor y es posible que descubra con mayor facilidad lo que ha hecho uno de sus padres. Debido a esto puede convertirse sin quererlo en el ‘cómplice’ del cónyuge infiel y verse obligado a guardar silencio para proteger a ambas partes. 

Asimismo, podría llegar a considerar la infidelidad de su progenitor como una traición de una de las personas en las que más confiaba. Algo que puede convertirse en una falta de confianza en si mismo, tendencia a realizar actividades en solitario y falta de comunicación.

¿Cómo enfrentar una situación de infidelidad con los hijos?

Los expertos aseguran que aunque los niños sean muy pequeños y no tengan la madurez emocional suficiente para entender qué es una infidelidad y los conflictos que produce en una pareja, sí es posible explicarles que se van a producir cambios en el modo de convivencia familiar si finalmente se opta por una ruptura.

Se recomienda no dar la callada por respuesta ni evitar el tema. Por muy doloroso que resulte, es necesario que los progenitores hablen con sus hijos de lo que está ocurriendo. Antes de ello, conviene que ambos acuerden qué es lo que van a contar a sus hijos para que no se produzcan malentendidos o contradicciones ni uno de ellos dé más información que el otro.

También sugieren que se toque el tema cuantas veces sea necesario o lo solicite el niño. Es casi seguro que no entenderá ciertos aspectos, que tenga dudas y quiera volver sobre el tema en más de una ocasión. En esas conversaciones los objetivos prioritarios deben ser, además: dejar claro al niño que él no tiene la culpa de nada ni es el motivo por el que se ha producido el conflicto entre los padres, que se le quiere mucho y que aunque la pareja termine separándose el amor que se siente por él no va a cambiar. Esta es la única forma de que el menor pueda afrontar los miedos e inseguridades que pueden aparecer en una situación así.

Por último, un apunte sobre las separaciones sean o no causa de una infidelidad. Según datos del Observatorio del Derecho de Familia en España elaborado por la Asociación Española de Abogados de Familia (AEAFA), el 97% de los divorcios tiene un nivel alto o muy alto de conflictividad en parejas con hijos (frente al 16% de los casos cuando el matrimonio no tiene descendencia).

Esta conflictividad tiene que ver, en la mayoría de los casos, con cuestiones relacionadas con los menores. La AEAFA enumera algunos de los errores más comunes que pueden atentar contra los niños:

– Implicar a los/las menores en el proceso judicial.

– Delegar en los niños, niñas y adolescentes la toma de decisiones esenciales.

– Pelear, discutir y organizar escenas emocionales o violentas delante de ellos.

– Criticar al otro, padre o madre, o alejarlos de él/ella o dificultar su relación.

– Presionar a los niños/as en busca de información.

– Mandarse mensajes a través de los niños, niñas y adolescentes.

– Situarlos en medio del conflicto: utilizarlos como pretexto, como arma arrojadiza, obligarles a tomar partido (aunque sea indirectamente). (20 Minutos)

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