Por: Eduardo Enrique Fuentes Cálix
Master en Gobierno & Administración Pública y Catedrático Universitario.
La Universidad Zamorano, es una institución fundamental dentro del sector académico de Honduras, con un peso específico en el país y una gran influencia en Latinoamérica por su impacto en los sistemas agroalimentarios sostenibles, resilientes e inclusivos, así como, en la formación del talento como agentes de cambio.
Por ochenta años consecutivos, el Zamorano ha sido un centro de excelencia académica que sin esfuerzo hace saber, a nacionales y extranjeros, la contribución más que significativa que de este, ha recibido el sector agroalimentario. Gracias a esa su visión multicultural, los jóvenes que en su centro de educación se han formado, transformados en líderes en el área de su conocimiento, al convertir en acción o en práctica su saber en sus respectivos países, dejan al descubierto lo aprendido en esa prestigiosa universidad.
El liderazgo académico del Zamorano, es uno de los grandes orgullos que tenemos en nuestro país, por ende, debemos proteger en todo momento.
Pero lo más interesante está por venir. Los retos de sostenibilidad, de impulso a la agricultura circular, del imperativo de maximizar los recursos naturales, la creciente demanda de más y mejores alimentos, se añaden a las demandas sociales de inclusión, equidad de género, ahora más vigentes que nunca.
Parece significativo que quien ahora dirige el Zamorano, sea la primera mujer rectora, ingeniera Tanya Müller García. Ella es graduada Zamorano, y cuenta con una trayectoria académica y profesional muy destacada; con trabajo significativo, tanto en el sector público como en organismos internacionales. La ingeniera Müller tiene el reto de liderar al Zamorano en una época de profundos cambios que tienen un impacto fundamental en la labor académica, económica y social de la universidad con visión de país.
Los retos del cambio climático, la administración del agua y una creciente población mundial, nos obligan como sociedad, a emerger de la pandemia con una conciencia renovada y una visión enfocada a fortalecer la resiliencia de las comunidades y grupos vulnerables; sin duda alguna, en esta labor el Zamorano tiene un rol protagónico a través del liderazgo de la Rectora Müller, quien deberá impulsar esta transformación para entregar a la región, jóvenes que aporten sus habilidades, competencias y conocimientos, a fin de aumentar la capacidad de sus países en los sectores de la agricultura, pesca, ganadería y forestal; con ello no cabe la menor duda que su hacer contribuirá, positivamente, al desarrollo socioeconómico de la región.
No se puede callar que el Zamorano es un actor estratégico en América Latina para alcanzar la generación de conocimiento y talento que contribuya a hacer frente a la crisis alimentaria que enfrenta el mundo; su influencia y fortaleza en el sector agroalimentario, deben hacerse presentes más que nunca para así, incidir superlativamente en los sectores público y privado, a través de la transferencia de conocimientos, impulso a la innovación, así como también a la influencia en el desarrollo de mejores políticas públicas y a la educación en la gestión de recursos no renovables y regeneración del suelo.
Como podemos ver sin esfuerzo, la responsabilidad de la universidad no es menor. Tiene la oportunidad, por su autoridad moral e intelectual, de incidir en la aplicación de modelos de economía circular que promuevan el uso responsable de recursos, con un beneficio social y económico, igual, el de ser un vínculo que articule acciones coordinadas entre los sectores público y privado.
El Zamorano mantiene una alineación notable entre sus alumnos y graduados, y sabemos del interés que existe de muchos jóvenes en la región de ser parte de la universidad. La universidad tiene el desafío de mantener ese interés en las nuevas generaciones con los cambios y adaptaciones necesarias, sin perder su esencia, para continuar siendo un destino académico de excelencia en la región.
El principal valor del Zamorano no es solo la excelencia de su nivel académico, sino la humanidad y la visión de bienestar colectivo que han sido constantes en su filosofía y quehacer cotidiano. Es una institución que tiene la obligación de mantener una actividad profesional que se traduzca en un esfuerzo para alcanzar un mundo mejor, más justo y equitativo, más sensible ante el medio ambiente y la comunidad, que resulte, como en la actualidad, apto para fortalecer el talento necesario para enfrentar los urgentes desafíos que tenemos.
La señora rectora, ingeniera Müller y su equipo de trabajo, tienen un reto muy importante frente a ellos, pero también, hay que decirlo, herramientas para enfrentarlo de forma exitosa, y así mantener el legado de una institución que es orgullo nacional.
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