Gloria Lara Pinto: “Quisiera pensar que he aportado al desmantelamiento del sistema patriarcal y a estereotipos de género”

ZV
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9 de mayo de 2022
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12:01 am
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Gloria Lara Pinto: “Quisiera pensar que he aportado al desmantelamiento del sistema patriarcal y a estereotipos de género”

Gloria Lara Pinto y el rector de la UNAH, Francisco Herrera, durante la entrega del premio “Ramón Oquelí”.

Es una incansable investigadora, conferencista, catedrática, con innumerables publicaciones, estudiosa, acuciosa, con numerosos premios en su haber.

Se trata de la antropóloga Gloria Lara Pinto, a quien en fecha reciente le fue conferido el Premio Nacional “Ramón Oquelí” para Humanidades y las Ciencias Sociales otorgado por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

Quisimos conocer más de esta profesional de altos quilates, toda una honra para Honduras, por lo que auscultamos su vida profesional.

¿Qué significa para usted este premio?
En primer lugar, es importante subrayar que inicié estudios universitarios en la UNAH en 1970 y concluí el año de estudios generales, con lo cual adquirí la madurez académica necesaria para posicionarme en el sistema universitario alemán con éxito.

Más recientemente, impartí clases en la nueva carrera de Antropología de 2011-2017. Refiero lo anterior porque no esperaba que mi modesto aporte fuera reconocido tan solemnemente y por ello me embarga un sentimiento de humildad. Ramón Oquelí Garay (1934-2004) era un gran pensador, atento a su tiempo y los cambios de época, pero con la comprensión del contexto histórico del país, la región y el mundo; tuve la oportunidad de observarlo en los espacios universitarios, siempre rodeado de colegas y aprendices pendientes de sus palabras. Prácticamente, tenía mi edad actual al momento de su fallecimiento en 2004 y creo que todavía tenía muchas cátedras que impartir.

El lanzamiento de este premio nacional con el nombre de Ramón Oquelí Garay por parte de la UNAH, en conmemoración del Bicentenario de Independencia de Honduras, ha sido muy acertado y es una forma de honrar a Ramón Oquelí póstumamente y mantener vivo su legado para las generaciones futuras.

¿Quién es Gloria Lara Pinto?
Nací en Comayagüela un 24 de diciembre de 1952. Mi niñez transcurrió en la casa familiar en el barrio La Ronda. José Ángel Lara Lanza, mi padre, era abogado y notario, mi madre, Gloria Edith Pinto Erazo, se trasladó de Nueva Ocotepeque para realizar sus estudios de magisterio en la Escuela Normal de Señoritas y luego de su graduación contrajeron nupcias.

Mi primaria y secundaria las realicé en el Instituto María Auxiliadora de Tegucigalpa y recibí una educación salesiana, al igual que mis tres hermanos, José Ángel, Raúl Froylán y Leonardo Renán. Al concluir mis estudios universitarios en Alemania y regresar a Honduras me casé en 1982 con George Hasemann (†), estadounidense de origen, brillante arqueólogo y padre de mis hijos Ana Eugenia y José Enrique, hoy también antropólogos con diferentes especialidades, ya doctorados.

¿Qué estudios realizó en Alemania?
Después de absolver el año de estudios generales en la UNAH, a finales de 1970 emprendí viaje a Alemania para estudiar la carrera de antropología en la Universidad de Hamburgo, en donde obtuve mi doctorado en 1980.

Recién llegada apenas ese mismo año, inicié mi carrera profesional en el Instituto Hondureño de Antropología e Historia como subdirectora del Proyecto Arqueológico El Cajón. Las investigaciones en el campo se prolongaron hasta 1985, año en que comenzó la llena de la represa del mismo nombre; el análisis de los resultados, sin embargo, se ha prolongado hasta el día hoy y están siendo publicados en ediciones bilingües.

En 1986 fui nombrada Jefe del Departamento de Investigaciones Históricas, cargo que desempeñé hasta 1994, cuando me trasladé a la coordinación del componente de Educación Intercultural Bilingüe del Proyecto Mejoramiento de la Calidad de la Educación de la Secretaría de Educación hasta 1998. Ya desde 1984 me dediqué a la docencia a medio tiempo en la jornada vespertina, en el departamento de Ciencias Sociales, de la Universidad Pedagógica Nacional “Francisco Morazán”. Ahí he ocupado varios cargos, fui la primera Vicerrectora de Investigación y Posgrado y más tarde Directora de Cooperación Externa; hoy en día continúo laborando como docente investigadora en el Programa de Educación Intercultural de la Dirección de Programas Especiales.

¿Qué le impulsó a hacer estudios de antropología?
Tanto mi padre como mi madre crearon un espacio de lectura, discusión y reflexión sobre Honduras, la región centroamericana y el mundo, nuestra casa estuvo siempre llena de libros, revistas de opinión y periódicos. Mi padre, que además de jurista era poeta, nos apoyaba siempre con nuestros proyectos escolares de investigación y mi madre conocedora de la literatura latinoamericana nos leía y recitaba poemas y nos contaba las historias de su pueblo natal, así las tradiciones y la gastronomía del occidente de Honduras crecieron con nosotros. Por mi parte quería saber más del pasado profundo de Honduras, de sus habitantes originales, de su visión de mundo, de su devenir a través de los milenios para comprender los sucesos presentes, al final mi propia historia. ¡Qué mejor que estudiar antropología!

¿Qué otros reconocimientos tienen?
Me fue otorgada una beca Fulbright de investigación en la Universidad de Kentucky de septiembre de 1987 a abril de 1989. En el 2015 fui premiada como investigadora y en el 2020 recibí el reconocimiento a un cuarto de siglo de labor académica en la UPNFM (2020). El principal reconocimiento es, no obstante, el de mis estudiantes cuando retornan a participarme sus logros.

¿De qué manera cree usted que han contribuido al país sus conocimientos?
Considero que he enviado un mensaje a mis estudiantes y futuros colegas en la antropología y en la docencia de las ciencias sociales sobre la importancia de la excelencia en el desempeño profesional y la ética académica. Quisiera pensar que he aportado con un granito de arena al desmantelamiento del sistema patriarcal, de los estereotipos de género y los asociados al racismo oculto que aún es predominante. Ojalá también mis escritos, mis conferencias y mi cátedra hayan contribuido a abrir nuevas avenidas de reflexión y de búsqueda de los hechos.

Etnias, derechos humanos, arqueología son temas recurrentes de sus trabajos, ¿por qué?
Esta diversificación tiene que ver con mi formación académica en la Universidad de Hamburgo, con un fuerte enfoque humanista y dentro de una concepción boasiana (escuela fundada por Franz Boas 1858-1942) de la antropología, es decir atendiendo las cuatro subdisciplinas clásicas de la antropología: etnología, arqueología, etnohistoria y lingüística antropológica, al igual que la aplicación de ellas a la vida práctica. Por tanto, mi abordaje de los asuntos trata de ser holístico, es decir desde una perspectiva que abarca del pasado remoto al presente y que analiza Honduras en el contexto de la región centroamericana. Me apasiona escudriñar el pasado, pero sobre todo me preocupa la actualidad de nuestra sociedad, la migración joven, la desesperanza de una nueva generación que no encuentra arraigo en las estructuras reinantes y la urgencia de proveer los derechos humanos de primera línea, en especial a los pueblos indígenas y afrohondureños, empezando por el derecho a la vida, garantizando la ocupación del territorio y la seguridad alimentaria.

Desde su óptica, ¿cómo puede salir Honduras del subdesarrollo?
Una pregunta compleja que requiere una respuesta compleja de corto, mediano y largo plazo. Quizá pecando de simplista, pienso que se requiere en el corto plazo el aseguramiento de una educación básica de calidad con garantía de merienda escolar, cuando menos para primero y segundo ciclo, y acceso universal. Sueño con un sistema escolar que descubra los talentos de niños y niñas que les fortalezca y cree oportunidades para acceder a la educación superior. A mediano plazo confío en la implantación de un sistema de salud universal que garantice también el bienestar de los adultos(as) mayores y una vejez digna. A largo plazo aspiro a un desarrollo con identidad que promueva una mentalidad ajustada al siglo XXI, es decir, una toma de conciencia sobre el cambio climático, la escasez de los combustibles fósiles, la disminución de las fuentes de agua y la polución de los océanos. El milagro tecnológico de la comunicación global es más que el uso de las redes sociales y, por tanto, debería estar al servicio del reconocimiento de la equidad de género, de la diversidad como un derecho, del fomento de la solidaridad y del respeto a todas las formas de vida.

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