Los primeros 100 días de gobierno

MA
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10 de mayo de 2022
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01:05 am
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Los primeros 100 días de gobierno

Rafael Delgado

El ambiente político se alborota queriendo analizar, transcurridos los primeros 100 días, los resultados del nuevo gobierno. O bien, esperando identificar en estos primeros días tendencias que supuestamente marcarán el futuro. Bastante atrevido, sino imposible, tratar de leer en este corto tiempo verdaderos resultados en la economía del país de las decisiones tomadas o inferir, en un ambiente lleno de incertidumbres y cambios, sobre el resto del período presidencial. Lo que podríamos identificar, en el mejor caso, son decisiones, promesas que bien planteadas y sobre todo ejecutadas correctamente podrían surtir resultados favorables en el futuro.

Bajo ese entendido se pueden destacar algunas decisiones de política económica. Es importante destacar la intención de defender el consumo. Eso ha sido una decisión acertada ya que vivimos en tiempos de emergencia y es necesario aminorar el impacto de la subida de precios de la energía y los combustibles. Pero además constituye una acción que protege de la caída de la demanda agregada, contribuyendo esto finalmente al mantenimiento de la producción y el empleo. Por eso el subsidio a los hogares de bajo consumo de energía eléctrica, la reducción del impuesto al galón de combustibles y el subsidio al diésel fueron decisiones bienvenidas. Sin embargo, esto no será suficiente para lograr compensar toda la caída del consumo, ni ajustarán los recursos del gobierno para ello ante una crisis prolongada.

Sin duda la reformulación del Presupuesto General de la República es otra de las acciones importantes del nuevo gobierno. Con el Congreso Nacional decidió irse por el aumento de 51 mil millones de lempiras y aumentar las partidas de Salud y Educación Pública. Pero falta la ejecución de ese presupuesto que va a ocurrir montado en una estructura pública ineficiente, burocrática, clientelista y acomodada. Habrá que ver si existe al menos desde el liderazgo político voluntad y capacidad para desactivar esos compromisos fatales que se crearon desde la campaña política y no seguir utilizando el presupuesto como un botín a su discrecionalidad.

Es necesario resaltar también entre esas decisiones de política económica, el decreto que reestructura la institucionalidad pública. Se cerraron algunas oficinas, pero se abrieron otras. El punto aquí es, si el actual gobierno podrá en el futuro cercano descentralizar una buena cantidad de proyectos e instituciones adscritas a la Presidencia de la República que solamente sirvieron para alimentar el clientelismo, para entregárselo al pasado gobernante y utilizarlo con criterios meramente proselitistas.

En materia de empleo e inversiones está claro que las ejecutorias destacables son la derogación de la Ley de las ZEDE y la Ley de Empleo por Hora. La primera en su esencia era un atentado a la nación al dar la posibilidad de creación de territorios autogestionados por empresas, renunciando así el Estado a muchas de sus atribuciones. Y la segunda, se convirtió en el mecanismo para que las empresas, incluyendo las que no la necesitaran, precarizaran el mercado laboral. Ahora corresponde que, en el resto del período presidencial, el liderazgo político gobernante presente las propuestas para que dentro del marco de la constitucionalidad se fomente el empleo y las inversiones. Hasta el día de hoy se ha sabido muy poco al respecto. Por ejemplo, el inicio de la reconstrucción del sistema de formación profesional que eleve el potencial productivo de la mano de obra hondureña; empezar el mejoramiento del acceso a tierra y agua segura a los productores del campo; el sustancial mejoramiento del financiamiento al crédito agrícola y a la formación de emprendedores; impulsar una salida viable a la crisis de la ENEE. Todos estos son aspectos básicos sin los cuales no habrá verdaderos resultados ni después de 500 ni de 1,000 días.

Hay que ser justos en reconocer intenciones de hacer algo diferente en contraste con el recién pasado. Pero tampoco debemos ser ingenuos en creer que con 100 días ya tenemos impactos sustanciales que marcan una diferencia. Todo está por hacerse. Habrá que pasar de las decisiones que generan aplausos entre la membresía a las acciones sostenibles en el tiempo que produzcan los cambios en la maltrecha economía y bienestar en la población hondureña.

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