USA y Libre, primer round

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10 de mayo de 2022
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01:04 am
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USA y Libre, primer round

Juan Ramón Martínez

Las declaraciones de la embajadora Dogu, son importantes porque ayudan a confirmar que el relato del gobierno actual, no es compartido y apoyado totalmente por Estados Unidos, como nos habían informado. El apoyo de Estados Unidos, está ubicado, dentro del encuadre estadounidense, sus consideraciones constitucionales y los valores de la democracia participativa. Hay algunas cosas superfluas en el relato de Libre, adornos; pero hay otras partes que chocan con los conceptos fundamentales de la democracia occidental. Por ejemplo, el concepto de dictadura –desde 2009 hasta el 2022– no se sostiene teóricamente, siquiera. Tampoco que, para que se recupere la normalidad jurídica, es necesario retrotraer las cosas a la Constitución de 1957, pasando por alto la de 1965 y, además, menospreciando la de 1982, que en momentos un lúcido teórico de este régimen, dijo que era “un cadáver que había que sepultar”. Y menos que, en nombre del pueblo –que no es el 50% de Libre, porque estas cuestiones no fueron debatidas en campaña electoral, fuera de “sacar a JOH del gobierno”– haya que reconstruir el Estado nacional, frenando los procesos de privatización y destruir la empresa privada, quitándole lo que, en sustitución del gobierno, ha hecho mejor que la mayoría de las administraciones. Y menos que, en este esfuerzo, tengan que pasar por alto los contratos suscritos, las acciones de buena fe y el abandono del sentido común, como es el caso de uno de los fideicomisos más exitosos: el de la compra de medicinas que manejaba el Banco de Occidente.

Por ello es que, un concepto que ha probado que, no es el adecuado, el salvamento de la ENEE, se ha convertido desde hace más de veinte años, en la piedra de toque en donde se prueban las limitaciones de nuestra imaginación institucional. Insistir, por ejemplo, que las privatizaciones –además en términos generales– son inconvenientes, forman parte del relato que el mundo moderno, no acepta. Ni siquiera China que, pese a su autoritarismo, permite gran espacio a las iniciativas de los particulares, porque el gobierno no solo ha confirmado su incompetencia para manejar algunos servicios, sino que, creado el caldo de cultivo de la corrupción. De modo que creer que Estados Unidos, va aceptar que sus empresarios vengan a un país, en donde “el gobierno es rey”, y de acuerdo a sus estados de ánimo, castigue, cambiando las reglas e incluso nacionalizando empresas, pagándoles con bonos de un Estado degradado económicamente, es un error que Xiomara Castro no debe permitir que la empujen a cometer. No debe aceptar que la engañen, haciéndole creer que Estados Unidos, aceptará estos conceptos autoritarios, estatistas, que entran en contradicciones con los valores centrales en que se ha basado su desarrollo.

En la tradición histórica de esa nación, siempre se le ha temido a un Ejecutivo extremadamente fuerte, dominante, centralizado y que, por tales razones, afecta la libertad de sus ciudadanos para ejercer la iniciativa de lo que corresponde hacer. Aquí, seguimos siendo esclavos de la idea que el gobierno central, es la expresión suprema de lo que puede lograr una sociedad, pasando por alto su carácter instrumental y sus competencias limitadas para darnos resultados. En Estados Unidos, los condados tienen más competencias que nuestras municipalidades. Y los ciudadanos, organizados en empresas de servicio, suplen al gobierno federal y estatal, en actividades en donde sus competencias son superiores. Esto creo, lo deben conocer los profesores universitarios que han estudiado y escrito sobre la administración pública, cuya mayor incompetencia la vemos en Hondutel y a contrapartida, la eficiencia privada en Tigo, Claro que, en una fracción menor, le han dado teléfonos a toda la población, con un servicio eficiente. Hondutel, apenas facilita Internet.

Entonces, hay que apreciar la reacción de la embajadora Dogu. Y salir de la equivocación que, porque la hemos atendido bien –obligación que determinan los usos diplomáticos– está dispuesta a permitir que, en forma suicida, afectemos los intereses de los empresarios privados de su país y que, además, sigamos jugando a regresar a un pasado en donde se ha vuelto visible la incompetencia y ha tenido su base la proliferación de la corrupción. En nombre de batir una dictadura cuestionable.

Ya sabemos a qué atenernos. Y no hacernos los tontos, olvidando donde estamos parados y las limitaciones que respetar. ¡Realismo político, por favor!

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