APURADO terminando de leer los libros que dejamos a medio palo. “Las Doce Reglas Para la Vida: Un Antídoto al Caos” de Jordan B. Peterson, fue un obsequio del nieto Carlitos Reina. “Ya va a ver –nos dijo– le va a gustar y de paso hasta le puede servir para un editorial”. En su honor, lo terminamos de leer ayer, el día de su cumpleaños. “En la historia de Pinocho, al pequeño títere se le cumple el deseo: pierde los hilos utilizados para controlar su vida y se convierte en un niño real e independiente”. “Solo que nunca pensó que ello conllevaba hacer frente a todos los peligros de la vida real”. “Los clásicos como Pinocho, mitos populares, cuentos de hadas y relatos religiosos, retratan los retos de encontrar sentido a la vida como un acto de equilibrio entre el orden y el caos, lo familiar y lo exótico, la seguridad y la aventura”. La primera regla: “Párate erguido no con la cabeza agachada, el torso inclinado y los hombros encorvados”.
(En otras palabras, el cultivo de la autoestima). “Quizás hayas oído hablar del orden jerárquico”. ¿Sabes dónde se originó? “Viene del zoólogo noruego Thorleif Schjelderup-Ebbe”. “Observaba a los pollos de corral cuando notó que había una clara jerarquía entre estas aves”. “En la parte superior estaban los más sanos y fuertes que siempre picoteaban primero cuando llegaba el alimento”. “Al fondo estaban las gallinas más débiles, con las plumas caídas, que llegaban por las migas sobrantes”. “Los órdenes jerárquicos como este no se limitan a los pollos; ocurren naturalmente en todo el reino animal”. “La ciencia ha descubierto que estos conflictos competitivos darán lugar a que los ganadores y los perdedores tengan diferentes equilibrios químicos en sus cerebros”. “Los ganadores tendrán una mayor proporción de la hormona serotonina a la octopamina, mientras lo inverso sucede en los perdedores”. “Las langostas más agiles y erguidas –por ejemplo– tienen niveles más altos de serotonina”. “Esta diferencia influirá en futuras confrontaciones, ya que las más erguidas parecerán más grandes y más intimidantes, lo que hará que las tensas permanezcan sumisas”. Y así, continua el autor ilustrando cada una de las otras reglas que ofrece: La segunda: “Cuídate a ti mismo como lo harías con un ser querido”. “Entonces, cuídate, pero no luches contra el caos, ya que esta es una lucha imposible de ganar”. “Y en lugar de solo hacer lo que te hace feliz, trata de hacer lo que es mejor para ti”. Eso lleva a la tercera: “Cuida de las compañías que guardas”. “Asegurarse de rodearse de amigos que te apoyen, ya que estos son el tipo de amistades que pueden generar un cambio positivo”. La cuarta regla: “Nunca compararse con los demás y siempre juzgarse en función de tus propios logros anteriores”.
La quinta: “No dejes que tus hijos hagan lo que lleve al punto en que te desagraden”. “Es deber de los padres criar a un niño responsable y amable”. (Dejamos para otra entrega lo que aconseja en la educación de los hijos). La sexta regla establece: “Debes asumir la responsabilidad de tu propia vida, antes que responsabilizar a otros”. O sea, “pon tu casa en orden antes de culpar a medio mundo”. Regla siete: “Busca metas significativas antes que gratificaciones instantáneas”. Regla ocho: “Deja de mentir y sé sincero”. “Las mentiras son una herramienta común de autoengaño, pero debemos esforzarnos por vivir con sinceridad”. Novena regla: Escuchar lo que otros tienen que decir, asumiendo que tienes algo que aprender de ellos”. “Las conversaciones son una oportunidad para aprender y crecer, no para competir”. Regla diez: “Usa un lenguaje preciso”. Regla once: “No los molestes, ni que te incomoden las trivialidades de los muchachos propias de su juventud”. “No podemos establecer reglas que vayan en contra de la naturaleza misma de lo que somos como personas”. “Nuestras reglas definitivamente deberían protegernos, pero no deberían hacerlo de una manera que suprima las buenas cualidades de las personas”. Regla doce: “Acaricia un gato cuando te lo encuentres en la calle”. En otras palabras: “Aprovechar al máximo, incluso, las alegrías más pequeñas que ofrece la vida”. (Aquí hubo un reclamo de Winston: ¿Por qué ir a sobar gatos si los chuchos son mejores amigos? El Sisimite ha visto –por lo menos que allá en la Lara– los gatos son huidizos, mientras los vecinos sí miman a los perritos que mañanas y tardes salen con sus dueños a pasear por el vecindario).