La enfermedad del funcionario

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20 de mayo de 2022
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12:01 am
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La enfermedad del funcionario

Por: Carlos Medrano
Periodista

En un viaje reciente a San Pedro Sula, a la altura de Siguatepeque, 4 imponentes camionetas, de las más caras del mercado, sin placas, blindadas y rompiendo todas las reglas de tránsito y de velocidad, irrumpieron el normal trafico de quienes por ahí nos conducíamos.

Las 4 poderosas camionetas apartaban a cuanto vehículo se les atravesaba como si condujesen a algún “reyezuelo”, de esos que aparecen de la noche a la mañana una vez que son juramentados en los cargos públicos y que se transforman inmediatamente al asumir su ejercicio gubernamental.

No pude confirmar de quién se trataba, lo que sí estoy seguro es que iba a San Pedro Sula y era un recién nombrado funcionario de este régimen, ya que no cualquiera podría andar con semejante flotilla sin ninguna identificación.

No me quiero imaginar cuánto gastó el pueblo hondureño en la adquisición o alquiler de esos lujosos coches, en su gasolina y en seguridad, pero esta “ostentación” solo se la puede dar alguien a quien no le cuesta el dinero, y que, bajo el pretexto de la seguridad, ahora se conduce como un emperador en el país de las miserias.

He tratado de buscar una lógica razonable del comportamiento de los grupos que llegan al poder, en el pasado y en el presente, tengo varias explicaciones que podrían ser las razones de cómo un “gato” que llega con una mano adelante y la otra atrás, ahora adopta las poses de importante e imprescindible.

En primer lugar, considero que un funcionario, muchos de ellos que conducían una verdadera “carcacha” y que ahora andan en su respectiva camioneta, como mínimo, lo hacen por la falta de controles en la administración pública que les permite derrochar los presupuestos, despilfarrar los pocos recursos del gobierno y malgastar sin nadie que se los impida.

Al no tener un ejemplo de austeridad, muchos de estos funcionarios (yo diría en los últimos 15 años), y que por cierto criticaban el derroche del pasado, ahora con la mayor desfachatez no solo andan en carros de lujo, sino que se atreven a andar con seguridad del Estado, como si fuesen personas a quienes hay que proteger por su importancia.

Segundo lugar, muchos de estas personas nombradas en los cargos públicos “sacaron las uñas” una vez nombrados en los cargos y dan a conocer toda la magnitud de su ignorancia, cambiando su manera de pensar, su humildad, si algunas veces la tuvieron y su verdadero “yo”, que no reflejaban en campaña política.

Siempre cuestionamos en el pasado esos excesos de estos “reyezuelos” que consideran que la administración pública es su hacienda particular, que a pesar de estar un poco “jodida” le da para tener carro, combustible, celular, asistente, secretaria-novia, gastos de representación y todo un mundo de “locuras” que solo el poder otorga.

Sino miremos lo denunciado por el CNA del gasto que un exfuncionario realizaba con una tarjeta de crédito del gobierno de Honduras, consumiendo finos licores, hospedándose en hoteles 5 estrellas y viajando en primera clase con sus novias, sacrificándose en el ejercicio del poder.

Por ciento, de este “patán” no sabemos si el peso de la justicia le ha cobrado semejante acto de arbitrariedad, de abuso de autoridad y de una persona que debiera estar condenada y pagando cada lempira que derrochó en perjuicio de este pobre país.

Hoy todos estamos a la vista de la vendetta pública, las redes sociales revelan hasta al más pintado, por lo que exhortamos a quienes ejercen el poder, que sean prudentes, austeros, que prediquen con el ejemplo, para que dentro de los próximos 4 años que les toque pedir el voto, no les tiren la puerta de las casas en reflejo de un repudio popular.

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