Dientes, colmillos y hasta cordales

ZV
/
22 de mayo de 2022
/
12:04 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Dientes, colmillos y hasta cordales

Por: Guillermo Fiallos A.
Mercadólogo, abogado, pedagogo, periodista, teólogo y escritor.

Nuevos vientos están soplando hacia Honduras en este mayo, no provienen de oficinas internacionales ubicadas en Washington, sino, en Nueva York. El actual gobierno hondureño, no tiene confianza en la Organización de Estados Americanos (OEA) y, entonces, ha pedido ayuda a la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Ha llegado una misión de esta última para determinar si hay probabilidades, de establecer una Comisión Internacional contra la Impunidad en Honduras (CICIH).

La posible instalación de la mencionada comisión crea esperanzas en el pueblo, pero también, debe continuar llenándolo de vergüenza pues al pedir la instalación de la CICIH, hemos confesado como nación, nuestra ineptitud al gobernarnos por sí solos; por ello, recurrimos a la dádiva internacional, para que venga a poner un poco de orden en esta selva; la cual por las peticiones efectuadas tanto en el ayer como en el hoy, parece no estar habitada por profesionales criollos capaces y probos, sino, por funcionarios que han sido ladrones corruptos o, asimismo, por funcionarios que, en el presente, llevan debajo de la ropa interior, el herraje de pícaros y deshonestos.

Pero bien, Honduras necesita, urgentemente, de esta especie de coloniaje moderno para la esfera investigativa y judicial, ya que hemos vuelto a confesar por segunda ocasión, nuestra impotencia para investigar, descubrir y judicializar a tanto delincuente de saco, corbata, seda y zapatos de charol, para quien la justicia hondureña da risa.

Compatriotas: no creamos que de instalarse una CICIH químicamente imparcial, físicamente robustecida y biológicamente independiente; va realizar milagros pues siempre los mañosos se las arreglarán para quedar fuera del alcance de las investigaciones.

La labor de una CICIH profesional y sin sesgo ideológico, debe abarcar, una vez se instale, todos los actos de corrupción presentes, pasados y futuros; sin embargo, para que este anhelo se concrete debe brindársele poderes amplios y trascendentales de forma tal, que pueda revisar todo el engranaje jurídico y administrativo hondureño y, de esa manera, tener voz escuchada y respetada para derogar leyes, decretos, normativas, etc.; no importando en qué tiempo o quiénes hayan promulgado los diferentes estamentos legales de la nación.

Si se instala una CICIH, que sea para declarar la guerra a muerte a la corrupción y a la impunidad, comprendiendo, absolutamente, todos los períodos presidenciales. Por tanto, una CICIH debe estar en el país un mínimo de 12 años para que tenga los efectos deseados. Tal vez, pasado ese periodo, ya ha llegado una nueva generación de profesionales criollos que tengan todas las vacunas y dosis de refuerzo incluidas, para resistirse a la corrupción y extinguir la impunidad.

Con todo lo anterior, es necesario -escribiendo acorde a la jerga popular-, que la CICIH no solo venga con dientes y colmillos sino, hasta con muelas cordales (conocidas, asimismo, como: ¡muelas del juicio!), para que tenga el desenvolvimiento oportuno y la autonomía absoluta para liberar a esta sufrida tierra, de esos flagelos que la han golpeado en gobiernos nacionalistas, liberales y también, en este de Libre que ya en tan poco tiempo ha mostrado su modus operandi oscuro y similar al de sus antecesores.

Hay muchos lobos de diferentes colores y pelajes que están en varias lomas. Ellos están dispuestos hacer fracasar a cualquier institución que les confronte sus vicios y perversiones. La justicia hondureña es como la Caperucita Roja, a quien los lobos feroces se la han comido varias veces…, y continúan viviendo como si nada hubieran hecho.

Los dientes, colmillos y cordales servirán para atacar a este grupo de apátridas, quienes se han servido y continúan sirviéndose de los bienes de la nación para sus malignos propósitos.

Ojalá, llegue pronto la CICIH, y se aproveche su instalación, para que intervenga en la elección de la nueva Corte Suprema de Justicia; la cual, como siempre, es un pastel que es repartido entre los buitres de la política y de otros poderes.

Saludamos, aun cuando nos duele el alma por decirle al mundo que somos incapaces de autogobernarnos, la instalación de la CICIH, bajo reglas del juego bien establecidas. Sus dientes, colmillos y cordales deberán sentirse en todos los tiempos, en cada uno de los gobiernos -incluido este- y en asuntos de cualesquier naturaleza, donde huela a corrupción e impunidad.

Más de Columnistas
Lo Más Visto