Más evidencias sobre los hermanos Cipriano y Doroteo Cano

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22 de mayo de 2022
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12:54 am
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Más evidencias sobre los hermanos Cipriano y Doroteo Cano

Vista panorámica del casco urbano de Ilama, Santa Bárbara. Al fondo su iglesia católica y el Palacio Municipal, entre ellos destaca la Cruz del Perdón, lugar donde fueron fusilados Cipriano y Doroteo Cano. (Foto Rubén Darío Paz).

Raúl Alvarado*

En fechas recientes he tenido oportunidad de revisar la mayoría de padrones poblacionales del siglo XIX, correspondientes al departamento de Santa Bárbara. Estos documentos forman parte del acervo patrimonial, que se custodia en el Centro de Documentaciones Históricas (CDIHH), localizado en la Antigua Casa Presidencial en Tegucigalpa.

He visto con mayor énfasis los documentos que corresponden al pueblo de indios de Ilama (1829-1832 y 1847-1849), pues es en este periodo donde se sucedieron una serie de eventos que resultan significativos para la historiografía hondureña. En palabras del investigador Rubén Darío Paz “El episodio relacionado con el fusilamiento de los hermanos Cipriano y Doroteo Cano, es el evento que colocó a Ilama en la palestra a nivel nacional, donde se evidenció la fuerza desmedida, ignorancia y barbarie de las autoridades civiles y religiosas del momento”. Lamentablemente por falta de documentos refrendados históricamente, el episodio no ha sido clarificado, tanto que dicho evento se pierde entre la fábula y el relato tradicional. Al consultar a los ancianos de Ilama sobre dicho episodio, algunos aseguran que fueron fusilados por “hechiceros”, otros dicen que, por curanderos, algunos sostienen que fueron fieles seguidores a las causas morazánicas.

Sin duda que el tema de los “brujos de Ilamatepeque, nos convoca, y sería oportuno retomarlo con rigurosidad académica, no podemos desconocer que, aunque no haya abundancia de documentos, retratos hablados sobre ellos o un monumento que reconozca sus gestas, Cipriano y Doroteo ya forman parte de la identidad local, tanto que a Ilama y sus habitantes desde el imaginario hondureño, se les denomina “brujos”.

Ilama es un pueblo prehispánico, su toponimia es probablemente de raíces náhuatl, y como grupo poblacional se mezclaron con los lencas. El nombre tiene relación con la diosa de los aztecas denominada Ilamatecutli, patrona de los desamparados.

A mediados del siglo XIX, Ilama, recibió la visita del padre Manuel de Jesús Subirana y observó que hablaban las mismas lenguas de los “Jicaques” o Tolupanes, el Tol, una lengua relacionada con el norte de México. Quedó tan impresionado el misionero que llevó a traductores de Ilama hacia territorios de los tolupanes para hacer sus prédicas, con razón expresa Atanasio Herranz, que los ancianos de Ilama hablaban varios idiomas. El mismo historiador Rubén Darío Paz, señala que en una entrevista que él le realizó a doña Guillermina Paz en 1997, doña Mina a la postre una de las mujeres que duró más de cien años, sostenía, “Mi mamá hablaba jicaque, yo le escuchaba, cuando venían grupos de hombres armados y se quedaban en el patio de mi casa, ella los atendía y en las madrugadas salían, iban armados a pelear a otros pueblos”.

Patrones poblacionales, mencionan a los hermanos Cano
La importancia de un padrón es porque contiene los siguientes datos: nombre, edad, sexo, estado civil, ocupación y bienes. Con estos datos obtenemos una información que nos indica el número de pobladores, sus apellidos, los componentes de cada familia, nivel económico como recursos, oficios y los bienes.

De tal manera que hice una radiografía socio económica del pueblo de Ilama de 1832 la que puedo resumir así: Tenía 546 habitantes distribuidos en 289 varones y 257 mujeres, la familia más numerosa en su orden eran los Tróchez, López, Sánchez y Valle. Otros apellidos que encontramos fueron: Pérez, Banegas, Lázaro, Berdugo, Paz, García, Cruz, Cano, Cardona, Cortés, Bayde y Amaya en menor cantidad. (Se ha respetado la ortografía de como aparecen los nombres y apellidos).

Los recursos o bienes de estas familias eran limitados, algunos tenían hasta cinco árboles de pimienta, otros mencionaron que tenían cuatro matas de mezcal, de cuatro a diez matas de plátano y era raro el que poseía un caballo o una vaca, sus construcciones eran chozas con techos de paja. Eran pobres, sus construcciones sencillas, muy contrario a los municipios vecinos que contaban con mayor cantidad de recursos como Colinas y Trinidad. En el período 1829-1832 era de inestabilidad política, estuvo como jefe de Estado Francisco Morazán, José Antonio Márquez y José Francisco Milla Guevara, el presidente de la Federación Centroamericana era José Francisco Barrundia y Francisco Morazán, los municipios sobrevivían con ínfimas recaudaciones, la relación pueblo gobierno era escasa, no existía presupuesto para obras municipales.

En la revisión del padrón de 1829-32 encontré el nombre de Gerbasio Lásaro alcalde de Ilama en 1843, figura trágica en la sentencia a muerte que le formaron a los hermanos Cano, que según anotaciones del literato José María Tobías Rosa. acompañaron al General Francisco Morazán en sus luchas por la unión de Centroamérica, esta participación los ha convertido en héroes y han sido objeto de trabajos literarios por escritores de la talla de Ramón Amaya Amador y Julio Escoto.

Don Gerbasio nació en 1780, era pobre, tenía una casa de paja, 6 palos de palma, su esposa era doña Isidora Berdugo nacida el 25 de marzo de 1810 procrearon cuatro hijos que son: Isabel Lázaro de 12 años, Crisanto L. de 11 años, Bárbara L. de 9 años, y María Ascensión L. de 18 años .

Al continuar la lectura de documentos encontré lo que deseaba desde hace muchos años, datos sobre los hermanos Cano, citados en el registro municipal de Ilama.

Sipriano Cano nació en 1800 en Ilama, clasificado económicamente como pobre, tenía una casa pajiza, su esposa se llamaba Felipa López, nació en 1811, estaban recién casados pues tenía un hijo de un año de edad registrado como José María Cano.

Doroteo Cano nació en 1797, clasificado como pobre, tenía una casa pajiza, 6 matas de mezcal, no está registrado el nombre de su esposa, pero está señalado como casado y sus hijos eran: Marta Cano de 8 años, Julián de 6 años, Faustino de 5 años.

El padrón está firmado en la última página por el secretario Mariano Sánchez y el alcalde Pedro Sánchez a los veinte días del mes de julio 1832.

Dice en la sentencia de muerte que los Cano estuvieron en estas batallas de Morazán: Gualcho, La Trinidad, San Pedro Perulapán, Guatemala y Costa Rica. Con este censo se demuestra que no estuvieron en Gualcho (1828), La Trinidad (1827), en las de Guatemala de 1829 y en siete batallas más que se libraron en el período del censo hasta 1832. Según la novela no habían regresado a Ilama desde varios años, hasta fines de 1842.

Según apuntes de don José María Tobías Rosa, los hermanos Cano acompañaron a Morazán en su lucha unionista de Centroamérica y regresaron a Ilama después del fusilamiento del General en San José de Costa Rica el 15 de septiembre de 1842, probablemente el regreso fue a mediados de diciembre del mismo año, pues coincide con la venida del barco Coquimbo desde Costa Rica. Llegaron a su natal Ilama, convivieron poco tiempo, pero suficiente para ganarse la simpatía de un sector y la animadversión de otro grupo, fueron fusilados frente a la cruz que se ubica cerca del atrio de la iglesia, el 3 de abril 1843.

Fachada principal de la iglesia de Ilama, al costado derecho parte de la “Cruz del Perdón”, lugar donde fueron fusilados, Cipriano y Doroteo Cano. Foto. Rubén Darío Paz.

Con estos datos incluidos en los patrones poblacionales, se reafirma la evidencia sobre los Hermanos Cano, pero hacen falta documentos para vincularlos con el General Francisco Morazán. Un fascinante relato ya fue incluido en la Reseña Histórica de Centro América, publicado en Guatemala, 1881; son 7 tomos del Lic. Lorenzo Montufar y Rivera y en el Tomo V p. 233, 234, 235 y p. 258 se refiere a los “hechiceros de Ilama”; pero no los relaciona con las luchas morazánicas.

El historiador Lorenzo Montufar analizó las razones que indujeron a los ilameños para relacionarlos con hechiceros. Y empieza con las prédicas y rituales de los sacerdotes, como las pastorales de fray José Nicolás Irías Midence que excomulgó a Dionicio de Herrera, el tipo de sermones, procesiones e incensarios de los curas de Ilama, que durante muchos años “cristianizaban”, citando como ejemplo el caso del rey Carlos II de España que los brujos lo habían hechizado, conocieron que en España los brujos eran perseguidos y quemados, los curas enseñaban que los espíritus malignos salen de las profundidades del infierno y cuando se introducen en el cuerpo humano hacen “atrocidades” . El clero ilustrado enseñaba a la parte más culta de la población que el Faraón rey de Egipto tuvo un sueño y llamó a los magos del palacio para que le interpretaran, igualmente hizo Nabucodonosor rey de Babilonia, les decían que los encantadores de Egipto lanzaron varas al suelo y se convirtieron en culebras, en otra ocasión convirtieron en sangre el agua de los ríos, arroyos y estanques, el rey Saúl mandó a llamar a una pitonisa para que llamara a Samuel que hacía tiempo había muerto, vino y habló con él. En otras veces les hablaban que los endemoniados salen de sus sepulcros, son fieros, los espíritus se salen de ellos y se introducen en los cerdos, luego se tiran al mar. Este otro caso es grave … que una muchacha tenía un espíritu pitónico, todo lo adivinaba y les daba grandes ganancias a sus amos, llegó San Pablo y le extrajo el demonio, los amos protestaron porque ya no continuaron las grandes ganancias. Por último, el historiador expone este argumento:

“Si todo esto enseña el alto clero á la alta sociedad, y además le presenta como ciertos no sólo los milagros de ambos Testamentos sino todos los milagros asombrosos que supone han hecho todos los santos del calendario católico, ¿por qué se extraña que los indios del infeliz pueblo de llama hayan creído hechiceros a Cipriano y Doroteo Cano?”.

¿Qué debía hacerse en este caso? Para castigar el crimen, era preciso castigar a un pueblo entero compuesto de mil y tantos habitantes y comenzar por los curas que les habían metido en la cabeza que el diablo se introduce en el cuerpo humano unas veces, y otras en el cuerpo de los cerdos y hace atrocidades. Los diputados indultaron a los asesinos.

INDULTO AL PUEBLO DE ILAMA
Secretario de la Cámara de Representantes del Estado de Honduras D.U.L. Comayagua, enero 21 de 1847.

Señor jefe de sección encargado del Ministerio de Relaciones. En sesión de este día el cuerpo Legislativo ha tenido a bien emitir el acuerdo número 89, que dice así: La cámara de Representantes, habiendo tomado en consideración la exposición del pueblo de Ilama, dirigida a manifestar el error que pudo cometer aquel vecindario en el asesinato de los individuos Cipriano y Doroteo Cano por haberlos creído hechiceros y con el poder bastante para destruir aquel vecindario con cuyo mal le habían amenazado los mismos ejecutados.

Teniendo presente el imperio que la creencia de semejantes preocupaciones ejerce en el ánimo apocado de la clase de indígenas en donde sensiblemente ha sentado su residencia la ignorancia y la superstición.

Resultando de todos los informes que el cuerpo Legislativo ha hecho llegar a su presencia, haber sido producido aquel acontecimiento por un efecto de popular efervescencia y general prevención contra los desgraciados.

No siendo posible extender a todo un pueblo compuesto de mil y tantas almas el castigo que la ley señala a esta clase de delitos; contemplando asimismo que para complemento de un delito ha de concurrir el dolo o malicia necesaria para el conocimiento de toda la gravedad de un hecho prohibido por la ley el que no debe suponerse en el arrebato de un pueblo amotinado, haciendo por tanto indispensable la indulgencia del poder encargado de remitir las penas señaladas a los delincuentes cuando de ellos resulte público utilidad y estando este caso comprendido en el Artículo 26, fracción sexta de la carta fundamental del Estado, en sesión de esta fecha, ha tenido a bien acordar, que el pueblo de Ilama queda indultado de la pena que pudiera merecer por el asesinato ejecutado en las personas de los referidos Cipriano y Doroteo Cano, y que al poner en conocimiento la emisión de esta gracia, se haga entender al indicado pueblo que bien el Soberano cuerpo ha podido inclinar su paternal benevolencia para apartarlo del condigno castigo a la ejecución de un hecho que la ley condena, es precisamente con la condición de la sucesiva enmienda y de la formal protesta de vivir subordinado y sometido a su regidad y puntual observancia. Y lo comunicamos a usted para conocimiento del Supremo Gobierno y de quienes corresponda renovándole nuestro afecto. Macedonio Zúniga. R.s. Saturnino Bográn. R. s.

Estos documentos prueban que hubo un crimen, contra los hermanos Cano, que un pueblo fanatizado, inducido con una cristianización mal orientada fueron las causas que provocaron este trágico e injusto suceso. “Genera mucha tristeza saber que algunas autoridades edilicias a nivel nacional, no valoren sus archivos históricos, olvidan que ahí se conserva la memoria de nuestros pueblos, a mediados de los años ochenta un secretario casi vitalicio llamado Jacobo Madrid, mandó a quemar miles de documentos, la hoguera se hizo a tras del palacio municipal, duró varios días, tanto que algunos de nosotros siendo estudiantes, sacamos algunos documentos, que aún conservamos, relató Rubén Darío Paz.

*Historiador local, docente jubilado, ha publicado una serie de artículos y libros de historia, radicado en la ciudad de Santa Bárbara, pertenece a la Red de Historiadores Locales de Honduras.

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