Gobernar con una cultura política distinta

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24 de mayo de 2022
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12:14 am
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Gobernar con una cultura política distinta

Rafael Jerez Moreno
Abogado / Twitter: @RafaJerezHn

A casi cuatro meses de haber asumido el poder, ¿de qué manera podemos evaluar la gestión del gobierno de la Presidenta Xiomara Castro? La inmediatez de la política, los desacuerdos entre los partidos políticos y las diferentes expectativas que cada ciudadano tiene sobre lo que se debe hacer, o no, impiden que el debate trascienda del ayer, el hoy y el mañana inmediato.

Por una parte, no podemos dejar de lado que el actual gobierno asumió la administración de un Estado que fue rediseñado para facilitar el autoritarismo, por lo menos en los últimos dos períodos de gobierno. Este no es un hecho menor, porque democratizar el Estado pasa necesariamente por reformar las instituciones que dieron paso al autoritarismo y también revertir la legislación que lo “legalizó”. Para esta tarea se requiere tiempo, por supuesto, pero lo más importante es la voluntad política. La forma en la que operan los partidos políticos en Honduras no es improvisada, en ningún momento. Las decisiones tampoco se reducen a un cálculo, sino a la cultura política dominante, a la manera en la que los partidos perciben que deben actuar, interactuar y tomar decisiones en el sistema político. La operatividad de los sistemas políticos actualmente es el resultado de décadas en las que las organizaciones políticas y los poderes detrás de ellas han interactuado y se han afianzado en sus papeles. Por ello a veces no vemos cambios en los liderazgos de los partidos, pero sí cambios en el papel que cada liderazgo juega en el Estado, a veces opositor y a veces oficialista; sin embargo, los acuerdos siempre los suscriben los mismos actores.

En enero de este año presenciamos uno de esos cambios. Después de que el Partido Nacional asumió el papel oficialista durante doce años, ahora lo tiene el Partido Libertad y Refundación y en una menor medida el Partido Salvador de Honduras. Esto no solo trae un estatus, también implica responsabilidades. Actores que antes jugaban un papel crítico ahora deben tomar decisiones que conllevan la administración de recursos y que impactan en las vidas de las personas. Este punto será toral cuando podamos hacer una evaluación más profunda de esta administración, ¿qué criterios utilizaron para tomar esas decisiones? No hay duda de que este es el gobierno con la mayor legitimidad en la historia democrática de Honduras hasta el momento. El número de votos que recibió Xiomara Castro no solo es una manifestación de respaldo a su fórmula presidencial, también lo fue para ver un cambio en la forma de hacer política. Ha habido nombramientos positivos y otros en los que la camiseta quedó grande desde la juramentación. Tampoco se puede desconocer que, fiel a la cultura política dominante, han surgido las demandas de activistas exigiendo empleo, denuncias de clientelismo y nepotismo en los diferentes niveles de la administración pública. Hay grupos que se han aprovechado de las expectativas que produjo la alta legitimidad de la gobernante para exigir demandas que, en realidad, son privilegios en comparación con la situación que viven las mayorías, entre otros episodios.

La inmediatez nos impide tener memoria y la cultura política mantiene a cada quien en sus trincheras, defendiendo sus posiciones y dispuestos a alcanzar consensos para favorecer a su segmento político. Esta fragmentación hará que el respaldo que recibió la nueva administración se reduzca gradualmente. Gobernar y aprender a controlar los episodios de reacción política como obstáculo para implementar una agenda de gobierno será clave para cumplir expectativas. La nueva administración debe tener claro que sin un cambio mínimo en la forma de tomar decisiones, se pierde la confianza ciudadana y pierde también la democracia.

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