Venganza, es corrupción

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27 de mayo de 2022
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12:04 am
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Venganza, es corrupción

CONTRACORRIENTE

Por: Juan Ramón Martínez

La corrupción tiene tantas expresiones que, se puede efectuar una acción sobre una parte y querer confundir al público afirmando que es el todo. Además, que, en su lucha, se pueden disimular los actos vengativos. Con “fiestas” sexuales. En que los sectarios, realizan actos de aparente bondad; pero que tienen la finalidad de hacer daño, distrayendo al público. Y como para que la venganza sea tal, el acto criminal en dirección a quien se le quiera afectar, se disfraza de acción correctiva. Y va desde lo más pequeño, hasta lo mayor o significativo. Cerrar la puerta para que los funcionarios, que han encontrado en el servicio público un empleo estable, pueda presentarse a cumplir sus responsabilidades, es una forma de venganza criminal, mientras para disimularlo se habla de colocar en los cargos a los que se ganaron el derecho tirando piedras en las calles. La ley y la Constitución así, no son la base del respeto humano, sino que la voluntad de los indignados. También es venganza la discriminación y la exclusión.

Discriminar y negar derechos por edad -caso de Natalia Roque- es inaceptable, aunque se quiera disimular con la inclusión a los que antes, se les rechazaba por su orientación sexual. Y es peor, cuando la exclusión se hace por motivos sectarios. Esta degradación es mayor, cuando se niega a los diputados de la oposición el derecho a hablar, porque han sido cómplices; o no dijeron nada en contra de sus gobiernos, como si los derechos de las personas dependieran de la voluntad externa, de los diputados del partido en el gobierno; o de cualquier particular. Con lo que se atenta contra la soberanía, porque los diputados -aunque algunos lograron el cargo en la directiva del Congreso en forma irregular, lo que es acto corrupto -no se representan a sí mismos, sino que, son representantes de los electores. Por supuesto que, subordinados a la estrategia del partido que los incluyó en sus papeletas.

Nunca antes, en los últimos sesenta años, habíamos visto un gobierno tan adicto a la corrupción, vía la venganza, como el actual. Se persigue con saña “cainesca”, como enemigos a quienes “hay que matar”: nacionalistas y liberales. En este momento, ser “cachureco” es pecado capital. O liberal; e incluso nasrallista. Y, además, aunque sea competente profesionalmente y probado, tales cosas son inútiles, si es un blanco de alguna forma de venganza que, puede ir mas allá de los partidario, familiar o cercano a los que, hacen comentarios contra el régimen. Hay personas que, por el hecho de ser familiares de dirigentes de los partidos de oposición, de los militares -que Sabillón quiere desprestigiar- o de analistas políticos que efectúan el ejercicio de la crítica, son despedidos de sus cargos.

Los vengativos, se autojustifican basándose en dos consideraciones. Una arrogante: tienen derecho a hacer lo que les plazca. El diputado Rivera, por Choluteca lo declaró enfáticamente. No solo puede nombrar o despedir, sino que además ejercer al derecho de pernada que, en Choluteca, provocó el suicidio de un compatriota, porque su esposa fue sexualmente abusada por un superior. Y la otra, en el concepto que confunden, refundar con destruir y hacer daño a los demás.

Tengo suficiente edad para recordar, las múltiples formas de corrupción, vía la venganza en contra del otro. Con Villeda Morales, los liberales regresaron al poder después de 25 años. Los más sectarios que, después se sumarían a Rodas Alvarado, acelerando el golpe en contra del Estado encabezado por López Arellano el 3 de octubre de 1963, querían que se sacara a los nacionalistas de los cargos públicos. Villeda Morales, equilibrado, civilizado y urbano, se opuso a que se ejecutara un acto que había sido el motor de las guerras civiles. Por ello hablaban de recuperar el tiempo, de trabajar más; y ser competentes y profesionales. Rodas, como, dijo en algún momento, faltarían pinos para colgar a tanto nacionalista que no tenía derecho ni siquiera a vivir. Los militares, en cambio -crearon el Servicio Civil- y profesionalizaron la función pública, basada en méritos y tiempos de servicio. Ahora esa ley, no tiene vigencia, por voluntad de los vengativos. Y más bien, crean actitudes defensivas en los afectados que, algún momento acorralados, se pondrán el arma al hombro, para derribar al gobierno que los amenaza con sus actitudes vengativas.

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