Censura moral. Un mensaje a la oposición

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28 de mayo de 2022
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12:04 am
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Censura moral. Un mensaje a la oposición

Por: Jairo Núñez
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“Al poder se le revisa, no se le aplaude”, indica Víctor Trujillo, conocido popularmente como “Brozo” un crítico político mexicano. Es muy cierto que el papel de la oposición política debe ser el cuestionar constantemente al poder y por supuesto que la oposición es un factor incómodo para la clase gobernante (que no ha aprendido a vivir en democracia). Los gobernantes que tienen una verdadera vocación democrática, no tienen ningún problema con que se les critique, de hecho, el gobernante inteligente entenderá que la crítica viene siempre acompañada de oportunidades de mejora en la función pública y hasta de posibles estrategias.

Sin oposición política no puede haber democracia. El principal papel de la oposición debe ser el de crear canales que faciliten a la población manifestar su inconformidad con las decisiones del gobierno y de gestar nuevos liderazgos que tomen las riendas del gobierno a futuro. La censura política, que consiste en callar a los opositores, restringirlos o en el peor de los casos “erradicarlos”, es una práctica de regímenes autoritarios, tiranías y dictaduras. Hasta el momento, no hay evidencia de censura política en nuestro país, no en ese sentido opresivo de “desaparecer” a la oposición, pero “nunca se sabe”, decía el profesor “Chelato”.

Sin embargo, se está dando un tipo de censura que es letal: la censura moral. Esta consiste en tratar de callar a la oposición por los actos cometidos en el pasado, sean ciertos o no, hayan sido causados por ellos o por personas de su afiliación política. La censura moral es aquella que dice: “tú no tienes el derecho a opinar porque tu partido fue una bisagra del gobierno anterior por 12 años”. Y la que les dice a los nacionalistas: “ustedes no tienen el derecho a proponer algo, en lo absoluto, porque por 12 años mal gobernaron al país”. ¿Hemos escuchado o leído ese tipo de comentarios? Claro que sí, todos los días y en tonos abusivos.

¿Cómo reaccionar ante ese tipo de censura? Muchos conocidos solo agachan la cabeza, dejan de opinar y proponer. Es prácticamente como que los haya asesinado, los silencian fácilmente al clásico estilo de Maquiavelo. Pero, ¿debemos callar como oposición y bajar la cabeza? o, al contrario, ¿ser más beligerantes aún y realizar el papel que como oposición corresponde ejecutar? La segunda opción es la correcta. El gobierno quiere callar a la oposición, pero en cada opositor está la oportunidad de realizar la función que debe desempeñar: dar a conocer la insatisfacción de las decisiones de la clase gobernante y surgir como líderes políticos para el siguiente gobierno. Nunca es temprano.

Lastimosamente muchos diputados actuales, políticos y hasta empresarios han caído en la trampa del relato instaurado por la ahora clase gobernante en el país: “si no estás con nosotros no eres parte del pueblo”. ¡Qué error tan enorme! Alrededor de nueve diputados de la bancada liberal pasan “plegados” al poder, ¿quiénes están haciendo el papel de “bisagra” ahora? Uno de ellos incluso viajará a Marruecos en comitiva oficial representando al ilegal porque cree que de esta manera mejorará su caudal político. Pasará todo lo contrario. El partido Liberal debe retomar su papel beligerante y unirse como bancada opositora y resurgir del letargo, ahora continuado y promovido por ese pequeño grupito, que puede reivindicarse y que por ahora está siendo mal liderado desde la llanura por el rector que ya no es rector.

Por otro lado, el resto de los diputados liberales y los nacionalistas, tienen la ventaja histórica de ser una verdadera oposición y replantearse ante los señalamientos del pasado. En ustedes recae el peso de ser un equilibrio ante la ya debilitada democracia. La función de estos dos partidos centenarios debe de ser de proponer constantemente proyectos y leyes en beneficio de la población hondureña. Ya lo están haciendo muchos. No caigan. No desmayen. Los tratarán de callar, de desacreditar, pero no se desplomen ante esa trampa.

Estamos viviendo momentos históricos: nos estamos jugando nuestra última carta entre democracia y tiranía, ante un gobierno con intenciones continuistas, pero desordenado y hasta ahora incapaz, pero cubierto con el “manto de la verdad y de la dignidad” que hasta se creyeron el cuento del libro de Ignacio Sánchez-Cuenca sobre la “superioridad moral de la izquierda”, ensayo en donde él mismo recapacita que esa superioridad moral es utópica comparada contra la realidad del liberalismo económico. Ya este gobierno va perdiendo adeptos, se sostendrá avalado por su base empleada, una buena cantidad de call centers y miles de defraudados, que siguen esperanzados a que la Presidente les dará una “chambita”. Otros ya se dieron cuenta que la “chambita” nunca llegará. Pronto esa careta de mal llamada dignidad se le caerá al “gobierno del pueblo” y mostrarán su verdadero rostro. Es cuestión de tiempo y de algunas acciones cercanas.

Jairo Núñez es Doctor en ciencias y en economía, máster en administración de empresas y en ciencias políticas.

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