Los EU y su manera de entender el desarrollo

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28 de mayo de 2022
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12:14 am
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Los EU y su manera de entender el desarrollo

Esperanza para los hondureños

LETRAS LIBERTARIAS
Por: Héctor A. Martínez (Sociólogo)

Mal momento este para tomar las riendas del Estado. Ahora le ha tocado a Libre gobernar en medio de la catástrofe económica, que no se parece en nada a las que hemos tenido en el pasado. Pareciera una mala jugada del destino para este Gobierno, un castigo, no un premio. La de hoy no es una crisis, es un nuevo y fatídico territorio al que hemos llegado y que tenemos que aprender a colonizar para no salir corriendo a pedirle auxilio a las Naciones Unidas cuando las cosas se pongan peor de lo que están en este momento.

En el pasado, las crisis económicas se sorteaban clamando por la piedad de los “países amigos”. Bastaba con levantar la mano, y la cooperación internacional corría a insuflar el oxígeno financiero, como cuando el niño llora en su cuna y la mamá corre solícita a ofrecerle el pecho materno. El papel de la mamá siempre lo jugaron los gringos. Tenían la -mala- creencia de que siendo ellos muy ricos, bien podían regalar la plata que les sobraba para mantener la armonía entre los negocios y su consciencia imperialista. Al principio se mostraron reacios, porque los anglosajones nunca han entendido cómo es que hay pobres en el mundo, cuando a ellos, la ética protestante y la frugalidad pietista les enseñó cómo conquistar la naturaleza y el Cielo; incluso les alcanzó para ir a conquistar otros territorios en nombre de un capitalismo agroindustrial que lo único que nos dejó como herencia fueron barracones despintados y bonitos recuerdos como en La Lima, mi terruño natal.

Después se dieron cuenta que la cleptocracia estatal era la causa de nuestras desgracias; que nadie había desarrollado la técnica del robo en Latinoamérica como el político hondureño. Descubrieron que todo el dinero que transferían -inocentemente- para los pobres, por alguna extraña razón se quedaba en las cuentas del funcionario o del militar en el poder. Peor aún: cuando vieron que a Fidel lo tenían bien cerca de la Florida, y para evitar que el comunismo se convirtiera en una pandemia, establecieron en tiempos de John F. Kennedy, la llamada “Alianza para el Progreso”, una tímida y fallida estrategia, cuya catapulta doctrinaria no sirvió de mucho para potenciar nuestra atrasadísima economía. El siguiente experimento, el de la “Industrialización hacia adentro”, se fue por el lado equivocado. En lugar de los emporios industriales, lo que nos dejó como saldo fue una poderosa élite empresarial, una novedosa burguesía de burócratas y un capitalismo de compadres. Es la misma burguesía que nos gobierna hoy en día.

La histórica equivocación de los gringos radica en que nunca han querido mostrarnos cómo se aplica un capitalismo de verdad porque saben que eso traería problemas entre la oligarquía, los gremios y la misma empresa privada. Es decir, una verdadera revolución capitalista altera todo el sistema económico, puesto que desbarata los privilegios de los que han vivido perennemente a costillas del Estado.

Los norteamericanos se convencieron de que a nuestros políticos de alcurnia no les interesa para nada el tema del desarrollo y el crecimiento económico mientras lleven una vida regalada en sus palacetes urbanos y vistan de Saks Fifth Avenue. También se convencieron de que no es con plata como se arreglan las cosas: ya no la regalan. Basta con que certifiquen que un gobierno goza de su entera confianza para evitar que nos pasemos al bando equivocado de los chinos, los rusos o los narcos.

Si estuvieran interesados en desarrollarnos, solo tendrían que pagarles unas asesorías a John Stiglitz o a Paul Krugman, o mejor aún, a los economistas del Instituto Von Mises para que les muestren a nuestros gobiernos el camino liberal que necesitamos transitar para crear la riqueza. Pero no. Siguen empecinados en traer la inversión como la única alternativa para salir de la pobreza, mientras nos piden que metamos presos a los ladrones del Estado. En otras palabras, las cosas no han cambiado desde los días de John Kennedy y su “Alianza para el Progreso”.

[email protected]
@Hector77473552

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