Proclamas indígenas femeninas: pocas pero populares
Por: Jorge Raffo, embajador del Perú en Honduras
Es el año 1823 en el virreinato peruano. En la incertidumbre de una guerra que no acaba, donde las fuerzas del rey, por momentos, parecen imponerse a los patriotas independentistas con sucesivos éxitos militares y la reocupación de Lima -hasta en dos ocasiones- aparece la proclama “Las yndias de la vecindad de Lima a los soldados americanos del ejército real” preparada en quechua para ganar el corazón de los soldados indígenas integrantes de los batallones españoles. Lo relevante de esta proclama no solo fue el momento en que fue divulgada sino por quién fue escrita.
“La historiografía (actual) reconoce la complejidad del proceso independentista por la diversidad de actores, de dinámicas y de intereses vigentes en el proceso”, ahora se admite que la acción emancipatoria no fue únicamente masculina y que las mujeres participaron desde esferas distintas a las de las armas, los campos de batalla y la organización militar (Arias & Cazorla, 2021). La presencia femenina -tanto criolla como de la élite indígena- estuvo asociada al trabajo ideológico y al de la retórica. Un ejemplo particularmente relevante fue precisamente la proclama “Las yndias de la vecindad de Lima a los soldados americanos del ejército real” firmada anónimamente por “Las peruanas”, escrita un año antes de la batalla de Ayacucho que selló la independencia de América (1824).
Las proclamas eran un recurso muy utilizado tanto por los patriotas como por las fuerzas del virreinato para reforzar las convicciones separatistas de unos y las lealtades a la Corona de otros. También perseguían el objetivo de captar la voluntad de los indecisos, sobre todo, de las poblaciones indígenas de las serranías de Lima y de Huánuco, Conchucos, Huamalíes, Huaylas, Jauja, Cerro de Pasco y Junín ya que el Ejército Libertador que había arribado con Bolívar necesitaba suministros con urgencia. “Por su tamaño y su extensión las proclamas eran fáciles de transportar facilitando su lectura y su difusión de forma oral en espacios abiertos y cerrados. Por su lenguaje, formato y difusión comparten características con los pasquines y los bandos” (Arias & Cazorla, 2021).
Se estima que el número de proclamas publicadas en castellano durante el período 1810-1823 superó las cincuenta. El número de proclamas en quechua para el mismo período fue de diecisiete (Morán, 2021, citado por Arias & Cazorla, 2021). Según el investigador Boidin (2016) la primera proclama escrita en una lengua amerindia tuvo por autor al altoperuano Francisco Javier Iturri, en 1810, dirigida a los pobladores de Cochabamba (en la actual Bolivia) para apoyar a la Junta de Buenos Aires.
Las proclamas en quechua no eran expresiones políticas nuevas en el contexto emancipatorio peruano, lo novedoso para el mundo predominantemente masculino de la época estuvo en que fuesen preparadas por mujeres que, en un examen más fino, despliegan, no solo formación académica, creatividad y manejo del idioma quechua sino compromiso ideológico con la separación política de España. Las primeras proclamas en lenguaje vernacular datan de 1770 y estaban asociadas al esfuerzo evangelizador. Posteriormente, con la rebelión de Túpac Amaru II (1780), se multiplicó su uso y se adoptaron ciertos giros retóricos y patrones de redacción. Inicialmente los textos eran escritos en castellano y traducidos al quechua, usualmente por eclesiásticos partidarios de la independencia o de las Cortes de Cádiz (1812). Sin embargo, la proclama “Las yndias de la vecindad de Lima a los soldados americanos del ejército real” sigue el camino inverso. Se prepara y se usa únicamente en quechua, no contó con traducción al castellano sino hasta 1906.
Para la historiadora Rosella (2016), el lenguaje y la redacción de las proclamas necesariamente debían aludir y usar vocablos como “felicidad, libertad, paz, gobierno, constitución, unión, independencia, compatriota, ciudadano”. Sin embargo, para el caso de la proclama “Las yndias de la vecindad de Lima a los soldados americanos del ejército real”, las autoras sumaron los términos “pueblo, nación, patria, República” y llamaron a la unidad “en nombre de los hijos de Huayna Cápac, Huáscar y Atahualpa y de las coyas Rahua-Ocllo y Tocto-Ocllo” (Arias & Cazorla, 2021) con una velada intención mesiánico-milenarista.
Se presume que las autoras de “Las yndias de la vecindad de Lima a los soldados americanos del ejército real” fueron Micaela del Tránsito, originaria de San Gerónimo de Tunán (Jauja) y otras damas indígenas del beaterio Nuestra Señora de Copacabana -establecido en 1678, en Lima- y de la cofradía Niño Jesús de Huanca de la Iglesia de Santa Ana (Durston, 2011; Morán, 2012; Lara, 2019; Arias & Cazorla, 2021). La proclama captó el espíritu de lucha “de las rebeliones andinas del siglo XVIII y de las primeras décadas del siglo XIX”, siendo el resultado del esfuerzo colectivo y espontáneo de la élite de damas jaujinas asentadas en Lima comprometidas con la causa de la independencia.
Finalmente, con el Libertador Simón Bolívar se suprimen las proclamas en quechua y se abandona la estrategia de convencimiento por medio de la retórica (Durston, 2011) para priorizar el esfuerzo militar lo que, sin pretenderse así, invisibilizó el apoyo intelectual femenino indígena del que gozaron los patriotas peruanos en esos momentos cruciales del nacimiento de la República.