Por: Jorge Valladares Valladares
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Construido en el marco de expansión urbana de Tegucigalpa en inicios del siglo pasado, este bello mirador estará cumpliendo 100 años según su fecha de inauguración en el 2025. Hoy el desafío es su consolidación estructural, acceso a agua, seguridad, iluminación, diseño de sus jardines con el respeto a su carácter paisajista, con la mínima intervención en cualquier modificación, ya que es una obra arquitectónica diseñada por el gran arquitecto italiano Augusto Bressani.
Cuenta la historia que en el lugar solían frecuentar lavanderas, dado que el sitio siempre ha sido frecuente encontrar brotes de agua, en una ocasión, las damas que estaban en esos menesteres, se distrajeron buscando frutas que eran abundantes alrededor. Una de ellas dejó a un bebé en medio de sus canastos. Al regresar fue sorpresa para todas, encontrar a un gran felino que lejos de atacar el recién nacido, lo estaba custodiando.
Según Emilio Fonseca, “allá por 1840, el saliente de la estribación de El Picacho (antes llamado Sapusuca) ya se conocía como La Leona. El área estaba cruzada de veredas que ocupaban los mineros para llegar con las mulas a las bocaminas de El Edén. Allí se habilitó como un mirador de la ciudad y en una pequeña meseta se construyó una amplia champa o quiosco que servía a los vecinos que acostumbraban ir los domingos a pasear y recrearse con la vista de la ciudad que ofrecía el mirador de La Leona”.
La zona a inicios del siglo XIX era boscosa, y en lo que hoy es El Edén, había bocaminas en plena actividad minera, lugar de tránsito de mulas cargadas de lingotes de plata, pero era un espacio aún sin urbanizar. En el lugar gradualmente se fueron instalando residencias de familias europeas y nacionales pudientes, entre ellos la familia del doctor Gustavo Adolfo Walther, quien promovió abiertamente la construcción del parque. El doctor Walther construyó el Trocadero, conocido también como La Alhambra o simplemente casa Walther, donde funcionó la casa de gobierno en el período del presidente Manuel Bonilla, asimismo la Escuela Normal de Varones y un hospital donde él ejercía. Sin duda un sitio con mucha historia, que también requiere protección.
El parque fue bautizado formalmente como Parque Manuel Bonilla, quien había fallecido unos años antes, sin embargo la tradición pudo más que el derecho, y nunca dejó de llamarse Parque La Leona hasta nuestros días.
Hoy, está en completo abandono. Los vecinos nunca hemos presenciado, como hoy, los asaltos e inseguridad y el deterioro de su estructura, iluminación y flora. Existe un estudio diagnóstico integral promovido por los vecinos y apoyado por un equipo interdisciplinario de profesionales en áreas de arquitectura, ingeniería, electricistas, botánicos, historiadores, paisajistas que fue apoyado por una fundación dedicada a promover espacios públicos. El principio que inspiró este estudio es la mínima modificación ya que su diseño es parte de su valor histórico y cultural de Tegucigalpa. El mismo fue entregado al nuevo alcalde Jorge Aldana y se espera su implementación pronta. Hay mucho entusiasmo porque así sea.
El parque es parte de nuestra identidad capitalina, es nuestro patrimonio, en sus senderos se conocieron muchos de nuestros ancestros, era y es lugar de encuentro y deleite del aire puro, del paisaje y de la contemplación a la naturaleza que ahí impera.
Abogado especialista en Derechos Humanos, Seguridad y Justicia.
