Copycats (imitadores)

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30 de mayo de 2022
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12:04 am
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Copycats (imitadores)

Por: Otto Martín Wolf

No hay nada nuevo bajo el sol -dice el refrán- y eso es cierto.

Pero sí pueden existir copias nuevas de cosas que no lo son.

Aquí copiamos todo y no habría problema con eso, sobre todo si se tratara de copiar lo bueno.

El problema reside en que no podemos evitar que se copie lo malo, lo cual es más frecuente en nuestro querido país.

Por esa razón y ante los sucesos mundiales, considero que es muy importante prevenir algunos hechos terribles de otros países, evitando que algunos imitadores nacionales puedan copiarlos.

Los Estados Unidos ya deberían estar acostumbrados a las horribles masacres que periódicamente realizan desquiciados mentales y otra clase de energúmenos.

La ley en los USA en lo que refiere a compra y portación de armas es muy amplia (yo diría que irresponsable e insensata).

Todo el que quiera puede adquirir cualquier tipo de arma, el único requisito es ser mayor de edad y tener el dinero para pagar por ellas.

Hace apenas unos pocos días un muchacho de apenas 18 años adquirió un rifle automático nuevecito y gran cantidad de municiones.

Para estrenarlo lo primero que hizo fue dispararle a su abuelita (quizá la persona que lo cuidaba y le dio dinero para la compra), luego se dirigió a su antigua escuela y ametralló a mansalva a todo el que encontró enfrente.

Terrible tragedia y aún más triste porque la mayoría de sus víctimas inocentes eran niños, niñitos menores de 10 años.

La Policía lo abatió, brindándole una salida fácil a lo que merecía una pena más severa que la muerte, cadena perpetua con trabajos forzados, por ejemplo.

Volviendo a Copycats (imitadores), será posible que algún loco desquiciado, un resentido social o cualquier otra alimaña de repente intente hacer lo mismo aquí?

Copiamos todo: manera de vestir, alimentos exóticos (lo que pueden pagarlos) música (bonita y horrible) costumbres como Día de Acción de Gracias; somos una esponja que absorbe casi todo, especialmente lo malo.

Y aquí no estamos escasos de locos, resentidos sociales y cabezas calientes, ¿debemos esperar una tragedia nacional para actuar?

Creo que de inmediato se debe tomar medidas de precaución en todos los centros educativos, públicos y privados, en todos los niveles, incluyendo universidades.

Detectores de armas u objetos metálicos, revisión manual de mochilas y paquetes al ingresar, todo lo que se pueda con tal de prevenir una tragedia.

Ya suficientes muertes tenemos por accidentes de motocicletas provocados por acróbatas de la calle (copiando a otros países), así como pleitos de pandillas (también copias) no esperemos una tragedia en alguna escuela, colegio o universidad.

Hay que aprender del dolor ajeno, copiemos las medidas que algunos están implementando en otros países o, simplemente, las que protegen instituciones del gobierno, como el Congreso Nacional, por ejemplo.

Por qué los diputados -como el acceso al edificio del Congreso- van a tener más protección que los niños y jóvenes estudiantes?

Desde luego que el costo sería altísimo pero, ¿cuánto vale una vida?

¿Cuánto valen las vidas de los niños y jóvenes?

Hay que tomar en cuenta que aquí las armas abundan, desde la popular y muy apreciada por los delincuentes AK-47, hasta las versiones económicas de fabricación casera, como las conocidas “chimbas”, sin olvidar nuestros típicos machetes y hasta las navajas de zapatero.

Si algo sobra aquí son las armas y gente dispuesta a utilizarlas; ya sea por encargo, por riñas callejeras y casi por cualquier cosa.

Nos peleamos por política, también hay frecuentes agarres por celos de hombres y mujeres, equipos deportivos (nacionales y extranjeros) asesinatos entre “amigos” en discusiones con alcohol y hasta muertes mientras se realizan velorios de otros difuntos.

La presión mental siempre está alta, por todas partes hay gente dispuesta a pelear por cualquier cosa, sumemos a eso los posibles imitadores que puedan surgir con las masacres de los USA y otros países, incluyendo algunos de los muy cultos y civilizados europeos.

Es de vital importancia (como si se tratara de una vacuna contra alguna peste) diseñar un plan de prevención contra ese tipo de sucesos; no hay que esperar a que empecemos a recoger y contar cadáveres para hacer algo.

[email protected]

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