Desidia, celos o misterio

MA
/
31 de mayo de 2022
/
12:21 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Desidia, celos o misterio

Guillermo Fiallos A.

Transcurridos seis meses desde que se firmó el Tratado de Límites Bicentenario entre Honduras y Nicaragua, no hay indicios que el Congreso Nacional de Honduras tenga en su agenda la ratificación del mismo. Según parece, está adormecido en alguna gaveta del Poder Ejecutivo.

Este tratado es importante pues Nicaragua aceptó el derecho al mar territorial y sus respectivos espacios marítimos en el océano Pacífico, a la nación hondureña. Asimismo, por medio de dicho tratado, se delimitó el mar territorial entre las dos naciones centroamericanas en el océano Atlántico (mar Caribe), al amparo de la sentencia del 8 de octubre de 2007, emitida por la Corte Internacional de Justicia.

Lo más interesante del tratado es que Nicaragua aceptó que su frontera marítima en el Golfo de Fonseca, limita con Honduras y no con El Salvador. Esta situación, ha sido una lucha de siglos pues la tierra cuzcatleca siempre ha alegado que sus fronteras, en ese espacio, son con Nicaragua y no con Honduras, negándole así a esta, su salida al océano Pacífico.

Luego de firmado ese documento histórico entre los presidentes Hernández y Ortega, hubo voces de connotados hondureños: exministros de Relaciones Exteriores de todos los partidos políticos y expertos en Derecho Internacional, asegurando que era beneficioso para la patria y que, entonces, al igual que lo hizo el Congreso de la República de Nicaragua, había que ratificarlo de inmediato.

No obstante, pasaron los pocos días que restaban del gobierno del señor Hernández y el tema no se abordó en el Poder Legislativo. La lógica y el sentido común indicaban que en la gestión de la señora Castro, sería uno de los temas prioritarios e inminentes a tratar. Sin embargo, ya lleva cuatro meses y ese instrumento jurídico ha caído en el olvido. No entendemos el porqué.

No se va negar que el Congreso Nacional de Honduras ha emitido algunas leyes beneficiosas como la relacionada con la derogación de las controversiales ZEDE; pero también, se ha dedicado a legislar sobre asuntos vergonzosos que premian la corrupción, y hasta ha habido intentos por emitir leyes y decretos que atentan contra la esencia del ser humano, la familia y los valores que profesa esta sociedad. Por otro lado, hay una notable indiferencia del Ejecutivo para resolver este asunto jurídico.

Lamentablemente, lo que comienza mal, no logra estabilidad cerebral para llevar al seno del Legislativo aquellos asuntos prioritarios para la nación. Surgen varios intereses de grupo o partidarios que han impedido, inclusive, afirmar que la actual directiva del órgano Legislativo es legítima. Pero así en nuestra sufrida Honduras…, y no vamos a reconfigurar, reestructurar o reeducar a decenas de sus funcionarios, escribiendo o hablando con ellos sobre su errático proceder.
Este poder del Estado se ha convertido en el escenario de dimes y diretes y no muestra la majestad de su importancia.

Volviendo al asunto del Tratado Binacional de Límites celebrado el año pasado, toca ahora preguntarse: ¿por qué ni siquiera está entre los asuntos a tratar por el presente Congreso Nacional? ¿Es cierto que regresó a las manos del Poder Ejecutivo? Para ello, solo hay 3 probables respuestas:

1. Una gran desidia por parte de los legisladores, quienes parecen más imbuidos en estarse sacando los trapos sucios al sol, o legislando sobre aspectos que pueden ser nocivos para el país o que van a privilegiar a determinado sector o individuos. Los diputados han sido electos por el pueblo, pero sus butacas -a un número considerable-, les quedaron excesivamente grandes. Se les mira más bebiendo café o jugando solitario en sus celulares, que poniendo atención a los asuntos -relevantes o irrelevantes- que se discuten.

2. Una segunda posibilidad es que el gobierno actual sienta celos de no haber sido el protagonista de la firma de este tratado con el comandante Ortega. De ser así, es la peor conducta que tiene pues el triunfo no es de un gobierno, sino, del país. No importa quién fue el artífice de ese tratado que, según voces ilustradas, favorece a la nación y elimina viejos temores y rencillas.

3. Y, por último y quizá la más preocupante: es un misterio total que puede conllevar a intereses oscuros, compromisos inaceptables o estrategias de ajedrez delicadas, pues se está jugando con la seguridad de la patria.

Ya es tiempo que el Congreso Nacional y el Poder Ejecutivo, brinden una explicación al pueblo hondureño del porqué de este silencio y estancamiento en un tema de seguridad nacional.

Más de Columnistas
Lo Más Visto