1 El Pino declarado Arbol Nacional en 1926.
Que triste es levantar la mirada a las serranías que rodean a la capital y observar en el día las grandes columnas de denso humo y en la noche el fuego abrazador que consume los raquíticos bosques que nos han quedado donde la mano criminal, los irracionales y asesinos forestales en ésta temporada han dejado una desgraciada huella de destrucción en nuestro ambiente.
El amor hacia las cosas que nos rodean, era una de esas enseñanzas que los mentores del ayer nos inculcaban para darle valor a la vida, para respetar y proteger lo nuestro y formar un entorno cultural que nos ligara a la nacionalidad.
Ayer 30 de Mayo se destinó hace muchos años como DIA DEL ARBOL y desde 1926 cuando se decretó al Pino como árbol nacional de Honduras, consagramos la fecha en el calendario cívico a la conífera reina de los bosques hondureños (FOTO 1) ahora víctima del maldito gorgojo y del fuego destructor.
Pero esa devoción hacia la naturaleza no sólo se inclinó hacia el pino “color de esmeralda que se muestra imponente a los besos radiantes del sol” como el poeta Luis Andrés Zuniga (FOTO 2) se inspiró en la letra del himno al que otro ilustre Comayagüela, el maestro Rafael Coello Ramos (FOTO 3) armonizara con la música que con alegría entonábamos en las escuelas y colegios del ayer.
También se nos enseñó que además del pino que vestía de verde nuestras montañas, existían especies como el roble compañero del pino en el emblema patrio, nuestro escudo, mostrándolo enhiesto en la montaña donde descansa el óvalo que nos identifica como nación libre y soberana , este árbol maderable (FOTO 4) que mucho se utilizó en el ayer para construcción y como avivador de la combustión en los fogones.
Ese respeto y amor al árbol no dejaba de ser una forma de fomentar en el niño y en el joven un sentimiento que nos llevaba a su protección y conservación como lo hicieron nuestros mayores en aquel viejo poblado donde en varios lugares se plantaron guanacastes o árboles de las orejas (FOTO 5) ejemplares centenarios que por más de trescientos años han cubierto con su sombra a muchas generaciones en los barrios como el Guanacaste, Viera, la Reforma, frente a Banadesa y los verdes liquidámbar árbol muy representativo de la floresta tegucigalpense.
Preservar nuestra riqueza forestal no ha sido tarea fácil porque la tala y los incendios provocados han consumido miles de hectáreas de árboles a lo largo y ancho de todo el país.
Es posible que en lo que queda de éste mes muchas instituciones salgan a plantar arbolitos en medianas de nuestros bulevares, en cerros donde ya han ido en otras ocasiones y que se encuentran descombrados, pero la tarea no sólo es ir a plantar, es cuidarlos, hacer que crezcan, que no mueran secos y abandonados.
Mayo mes de flores, donde árboles agradecidos por lo benigna que les ha sido la tierra adornan su copas de vivos colores, como el “Cortes” de un encendido amarillo (FOTO 6), los “Macuelizos” de refrescante morado lila, las “Jacarandas” con sutil morado, las “Acacias” y las “Llamas del bosque” con brillante color naranja.
El fuego criminal consume nuestros bosques; ya no sólo las sierras, hachas y machetes de los depredadores de nuestra foresta y el gorgojo descortezador han contribuido a cambiar el antaño verde paisaje de nuestra Honduras.- Los insensatos, los delincuentes, muchos manipulados por inescrupulosos políticos del patio, ponen en riesgo la vida de nuestros bomberos como sucedió en el sector de Triquiliapa en La Montañita (FOTO 7) donde hace cuatro años perecieron calcinados dos esforzados miembros del Cuerpo de Bomberos y tres más resultaron seriamente lesionados con graves quemaduras , afectando además con el humo estacionado la salud de la población con el efecto contaminante que ocasiona serios problemas respiratorios en niños y personas de la tercera edad.
Si no se castiga a los pirómanos no está muy lejano el día en que celebremos el 30 de Mayo en vez del “Día del Arbol” el “Día del Carbón” (FOTO 8).
Hasta la próxima semana
