“Como vuela el cuervo”

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10 de junio de 2022
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12:03 am
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“Como vuela el cuervo”

CONTRACORRIENTE
Por: Juan Ramón Martínez

Es el nombre de una película sobre la maldad humana y la ruptura de las barreras éticas, en nombre del individualismo. Y que, en lo personal, nos plantea una vieja reflexión: la naturaleza del comportamiento humano. Obligándonos a repasar las enseñanzas de la Iglesia Católica, de Rousseau, Hobbes, Constant, Tocqueville, Tomás de Aquino, Maquiavelo, Marx y Freud. Y aplicar sus conceptos centrales al mundo en general; y al comportamiento de los hondureños, en tiempos de crisis, como las que vivimos desde 2017 hasta ahora, especialmente. Mientras Rousseau sostenía que el hombre era bueno; pero que la sociedad lo pervertía; Hobbes, replicó que “el hombre era el lobo del hombre”; en tanto la Iglesia Católica enseñaba -hablo en pasado, deliberadamente- que era un ser imperfecto que, llegaba al mundo, afectado por el pecado original: el orgullo y el afán de lograr todo, incluso pasando por encima de los demás. Marx, por su parte, explicó que el comportamiento humano, tenía orígenes de clase y que los buenos -los trabajadores- derrotarían a la burguesía (los malos). Y crearían en la tierra, el paraíso prometido por los cristianos. Sin anticipar a Stalin, Hitler y los caudillos latinoamericanos que, herederos de los conquistadores, ven en la búsqueda del poder una actividad privada, disfrazada en partidos personales, que les reditúa como premio el poder, con el cual, pueden hacer lo que quieran, porque, al fin y al cabo, es suyo. Ganado en las montañas; en las calles cundidas de policías iracundos; o en elecciones, aprovechando los flancos más débiles del sistema democrático y la fragilidad emocional de los pobres y de los resentidos. Después de 1945, los liberales ingenuos creyeron que el conflicto en las sociedades y los intereses contrapuestos, “convergerían en los objetivos comunes de la paz social y la abundancia material. En esa ilusoria imagen de la modernidad liberal, el conflicto, más que embridado, había sido eliminado” (Edmund Fawcett, Sueños y pesadillas liberales en el siglo XXI, 40).

Ahora, los liberales hondureños -liberales, nacionalistas, nasrallistas demócrata cristianos, neomarxistas e independientes- se han dado cuenta que el conflicto social, no se transforma por sí mismo, que los individuos no pueden superar las patriarcales tendencias a la dependencia del gobierno (padre) -especialmente en tiempos de crisis económica como la actual- y que los grupos estalinistas, pueden imponerse, desde el gobierno, ahogando la libertad y suprimiendo el imperio de la mayoría, suplantado por una minoría beligerante y dispuesta, como había indicado Lenin que, confirmó que para conquistar y mantener el poder, no era necesario contar con la mayoría del electorado. Bastaban unos pocos, comprometidos y preparados, para aprovechar las oportunidades. Ahora, el reto es cómo responder a la embestida populista que se ha iniciado, ya desde el gobierno. Los políticos democráticos, tienen que entender que la voluntad totalitaria, cuenta con la debilidad individualista, el egoísmo y los miedos de los que dudan que pueden salvar la democracia, permitiéndoles que los que quieren destruirla, hagan lo que quieran. Ignorando que, frente al poder popular, hay que oponer el poder nacional

En lo personal, he visto el deterioro de varias personas con las que nos hemos relacionado. Unas se han acercado, buscando ayuda, con labia ladina haciendo citas cristianas; o, dando muestras de lealtad que no hay que ejemplificar. Que al final, como cuervos han caído en la traición, para por unos pocos granos, dar la espalda a los amigos, volando como animales hambrientos hacia otros tejados donde reciben granos a cambio de sus cantos y sus versos. Y por supuesto, no han faltado los oportunistas que creen que pueden pactar con los cuervos; y que, de los granos conseguidos, recibirán migajas con las cuales calmar sus necesidades; o lograr sus postergadas ambiciones.

Este escenario no debía sorprendernos. En nuestro caso, es la indicación de los ingenuos que creemos que los malos pueden transformarse con bondad y generosidad. Y que, por ello, hay que darles todo, creando espacios para su lucimiento porque los cuervos pueden dejar de serlo. Y transformarse en palomas que anuncien el fin de las tormentas. Igual que en la película citada, se puede apreciar, por el contrario, que los cuervos, siguen siendo cuervos y solo esperan la oportunidad para hacer daño. Traicionando todo. Renunciando a la ética, a cambio de unos pocos granos tirados sobre los tejados gubernamentales.

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