¿TRANCE HIPNÓTICO?

MA
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15 de junio de 2022
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12:25 am
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¿TRANCE HIPNÓTICO?

“AHORA es que andaba bolo”. Es la justificación que se les ocurre dar a las demenciales actitudes asumidas. “Ganamos. Nos están robando. ¿De dónde han salido todos esos votos? Necesitamos salir y decir que ganamos”. Presuntamente –según testimonio del jefe de campaña del ex POTUS– ese fue el monstruoso parto de “la gran mentira”. Dicha por el principal asesor legal y exalcalde de Nueva York, mientras observaba la transmisión del recuento electoral desfavorable a su candidato. Sin embargo, mucho antes del día de la votación ya andaba suelto el animal. “No aceptarían los resultados –dijeron hasta la saciedad por distintas vías, preparando el escenario– dizque “un gigantesco fraude electoral” estaría en gestación. Esa fue la versión desde el inicio. Se mantuvo en todo momento; en la campaña, en los debates, antes de las votaciones, durante el escrutinio, en el proceso de reclamos y de revisión legal de resultados, en la toma de posesión, hasta hoy en día.

Y lo sorprendente de todo ese montaje fue que la gran farsa se la tragaron multitudes, de forma tal que una tercera parte de la ciudadanía –una mayoría del Partido Republicano– aún cree que sea verdad. Si eso sucede en pueblos presuntamente educados, mejor formados políticamente, con acceso a fuentes bien documentadas para no dejarse timar, ¿qué no puede pasar en estos pintorescos paisajes acabados? ¿No han reparado en cuál sea la génesis de este mal que contagia sociedades ricas y pobres, ignorantes e instruidas, desarrolladas y atrasadas, que las induce a la demencia colectiva? Mediten bien lo que pudiese estar sucediéndole a esta generación de niños, jóvenes y adultos, que con emojis y pichingos –no con palabras del abecedario–socializan pero no se platican, chismorrean pero no se informan, oyen pero no escuchan, saben leer pero no leen; ya que ha sido tema abordado una y otra vez en estos editoriales. Así las mentiras tienen patas veloces de chita mientras las verdades se arrastran a paso de tortuga. Como decíamos ayer. “La falsedad tiene alas y vuela, –el Sisimite cita a Cervantes– y la verdad la sigue arrastrándose, de modo que cuando las gentes se dan cuenta del engaño ya es demasiado tarde”. (Eso era antes. Ahora no hay manera que muchos se den cuenta del engaño ya que con la verdad enfrente, son incapaces de asimilarla. Creen lo que quieren creer, –se comunican solo con otros del club que razonan igual a ellos– y piensan que lo que creen es la verdad. Y nadie los saca de ese trance hipnótico).

Pues ya tenemos en la democracia emblemática de occidente, una muestra de la desinformación –transmitida principalmente por las redes– asimilada por zombis robotizados prendidos a su adicción. Incalculable el enorme daño ocasionado a la sociedad. El asalto al Capitolio por turbas extremistas instigadas por quien rehusaba entregar el poder y aceptar los resultados electorales, no fue un incidente cualquiera. Los escandalosos hechos acaecidos hicieron tambalear los cimientos de la democracia norteamericana. Hasta ahora los únicos enjuiciados por los delitos cometidos son fanáticos de poca monta. Hubo otros responsables de lo sucedido; los autores intelectuales, los incitadores del bochinche, e incluso con la complicidad de las plataformas tecnológicas que propagaron durante meses la farsa inspiradora de la violenta turbamulta. Ahora que salen a la luz testimonios reveladores hay que mantenerse en prudente expectativa. (A ver si allá –se pregunta el Sisimite– ¿la serpiente solo muerde a los descalzos, –una frase utilizada aquí por un queridísimo embajador renegando de la justicia en estos ariscos parajes tropicales– o también clava los dientes en los de botas”?).

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