Nietos y abuelos

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20 de junio de 2022
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12:02 am
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Nietos y abuelos

Por: Marcio Enrique Sierra Mejía

A la relación entre abuelos y nietos la psiquiatra y psicoanalista argentina Paulina Redler, en 1980, la denominó abuelidad. Y con ello puso en el tapete del análisis los efectos psicológicos del vínculo entre abuelos y nietos.

En Honduras, este tema no ha sido tratado. Es más, ni siquiera tenemos una estadística que nos indique, la cantidad de abuelos que existen en el país. A fin de establecer un índice de abuelidad.

El concepto de abuelidad y principalmente su importancia social como una relación sociológica de mucha incidencia en la sociedad, es un fenómeno que, si bien es relativamente reciente, aun en Honduras ni siquiera hemos iniciado su análisis o una discusión al respecto.

Un poco se ha visto en la política pública sobre el tratamiento social a los abuelos al preocuparse por el desarrollo de la gerontología y al relevar los derechos de los ancianos, así como, al considerar el fenómeno del alargamiento de la vida humana y de la noción de la tercera edad. Empero, un enfoque público relativo a la abuelidad, no se ha considerado ni por gobiernos militares y menos por gobiernos civiles.

Los abuelos en una sociedad subdesarrollada como la nuestra ¿qué rol o función de transmisión de conocimiento generacional del pasado dan? ¿Acaso la desigualdad social en la que vivimos causa una incidencia negativa en esa transmisión de conocimiento? ¿Hasta qué punto la abuelidad en Honduras como vinculo social, es un privilegio que solo funciona positivamente en una minoría social?

La mayoría de las familias hondureñas enfrentan un vínculo dañado entre abuelos y nietos. Los abuelos en las familias pobres y en extrema pobreza de Honduras, sí representan un pilar fundamental en la educación de los nietos, sin embargo, son pilares débiles. Esta relación no se desarrolla bajo condiciones estables en lo económico, social y cultural, por lo tanto, difícilmente hay transmisión de sabiduría, experiencia, tranquilidad, cariño y estabilidad. El beneficio mutuo entre abuelos y nietos, contribuye muy poco a enriquecer emocionalmente el contacto entre ambos.

El vínculo con los nietos en Honduras, es un legado que va más allá del legado de la sangre entre dos generaciones y que, en el caso hondureño, puede estar dejando una huella emocional negativa, en la que no existe satisfacción de ser nieto o de ser abuelo. Muy probablemente, la llegada de nuevos miembros en las familias bajo condiciones de pobreza, no contribuye a reformular las relaciones entre los padres y los hijos: ahora es tal el atraso que tenemos que, si antes se sentía que era lindo ser madre, actualmente, tal satisfacción no se ve incrementada más bien podría estar generando tensión y preocupación continua. La pobreza afecta el ciclo vital familiar porque en vez de enriquecer aumenta el conflicto y las diferencias, tensando aún más, los lazos familiares. En muy pocas familias la llegada de los nietos podría crear nuevos vínculos y, por el contrario, lo que estaría ocurriendo es una frustrada trama generacional en la que no hay posibilidades de definir posiciones. ¿Será que los abuelos en la mayor parte de las familias hondureñas no son fundamentales en el bienestar de sus nietos? ¿Acaso no cumplen con su obligación de educar?

Nuestra realidad demuestra que la situación social de las familias hondureñas en donde conviven abuelos, no es relajada. Es más bien insatisfactoria para cumplir un papel influyente en los nietos, como coadyuvador emocional indispensable, para educar. No tienen capacidad, ni condiciones, para tener la responsabilidad vital en el día a día de sus nietos. No obstante, que son las abuelas quienes están cumpliendo a medias el papel estelar en la conducción de los nietos.

Son las mujeres abuelas las que se erigen figuras importantes en nuestra sociedad. Se pueden convertir en factores de protección que, hoy por hoy, pueden alcanzar una esperanza de vida más elevada, toda vez que, en sus hogares pobres existan circunstancias que les faciliten el cuidado óptimo de los nietos, mediante una calidad de vida más adecuada para realizar ese rol.

Son las abuelas a las que hay que proteger y fortalecer mediante la aplicación de políticas públicas y privadas que: contribuyan a hacerlas fuertes en su capacidad para desarrollar el bienestar psíquico de los nietos. Ellas, han demostrado la firmeza que tienen para aplacarlos, cuando caen en grupos desarraigados que, incitan a la violencia delictiva para sobrevivir.

Es una sugerencia conveniente que, el Instituto Nacional de Estadística, haga esfuerzos de obtención de datos para estudiar la abuelidad desde la perspectiva sociológica y crear una política pública, focalizada hacia este segmento social. Empezando por contar con una estadística apropiada para realizar los esfuerzos investigativos pertinentes. Lo cual, en el gobierno actual, podría lograrse porque cuentan con un sociólogo en la dirección del instituto.

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