LA IMPORTANCIA DE SER

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23 de junio de 2022
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12:01 am
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LA IMPORTANCIA DE SER

Keyla Morel

Muchas veces caemos en una trampa en la que nos definimos y convertimos a nosotros mismos en lo que quieren los demás; y aunque las personas a nuestro alrededor hacen gran parte de nuestra vida en general, no son en realidad lo que determinan la esencia de nuestro ser.

A lo largo de mi carrera artística no han sido pocos los que me han “aconsejado” tener un estilo o forma de pintar diferente a la que tengo. En la gran mayoría de los casos sé que lo han hecho con muy buena intención, y, de hecho, nunca tengo oídos sordos para un buen consejo; ahora bien, he llegado a entender que al final de cuentas lo que más importa es que no me traicione a mí misma… que tengo que estar siempre en un punto que me produzca felicidad y satisfacción a mí, antes que a los demás. Me encanta saber que este ha sido el pensamiento de muchos grandes exponentes del arte: se salieron del molde donde los querían tener cautivos. En estos temas ¡hay tanta tela por cortar! Porque a veces no se trata solo de ser original, si no de sentirse bien con lo que uno hace: abstracto, figurativo, mágico, hiperrealismo, etc. Yo disfruto increíblemente los retos y del hecho de salir de mi zona de confort; por ejemplo, con el tema de dar clases de arte a un público muy amplio en gustos y edades, me ha tocado pintar y dibujar paisajes, animales, bodegones, arte abstracto, y por supuesto rostros y figura humana que es mi especialidad.

El caso es que me he divertido mucho en este proceso, sin embargo, cuando voy a hacer una obra con mi estilo, vuelvo a lo que me satisface en este momento, y por lo que yo soy reconocida. Puedo con el mayor de los placeres tomar un encargo que me haga salir de lo habitual e impregnarlo con mi estilo, para mí es como refrescarme un poco, pero son ocasiones particulares, yo en mi vida cotidiana seguiré en mi peregrinaje personal, en busca de nuevos horizontes. En este punto es interesante pensar que el arte es una de las cosas más subjetivas sobre la faz de la tierra: yo amo hacer rostros femeninos, otras personas lo detestan y prefieren lo abstracto… y ¿saben qué? Los dos estamos bien y tenemos derecho de pensar lo que pensamos y de que nos gusten cosas distintas. Hace mucho yo comulgué con la idea que mi obra no tiene que gustarle a todo el mundo. Yo amo el chocolate y no entiendo como hay personas a las que no les gusta… pero eso no hace que yo esté en lo correcto y ellos no, es apenas una cuestión de gustos.

En el mundo artístico, uno debe estar bien consiente de quien es en realidad, no tengo que arroparme con los vestidos de otro para figurar, yo soy yo, y me gusta lo que me gusta, y creo en lo que yo creo. Todo lo anterior sazonado con un gran respeto por lo que los demás hacen y opinan. Nunca negaré que he experimentado con el estilo de otros pintores en la búsqueda del mío, pero eso es así en todos los casos, siempre hay artistas que ejercen una gran influencia en uno, y eso es totalmente normal y hasta saludable diría yo, pero ya en el momento de desarrollar un estilo propio, uno debe escarbar en lo profundo del ser y ofrecer lo que lleva dentro; que puede ser una pieza minimalista o una muy elaborada, no importa, al final de cuentas, el pintor deja un poco de su vida y espíritu en su trabajo, sería una lástima que su obra fuera una imagen “hipócrita” de su creador.

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