“PARRESÍA”

MA
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28 de junio de 2022
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12:25 am
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“PARRESÍA”

AYER dimos la primera entrega de lo dicho por el conferencista –gentil contribución de un amigo lector– a propósito de los zombis robotizados a su adicción que poco o nada constructivo leen. Para no quedar a medio palo, aquí va la continuación: “Contar verdades, decir verdades”. “Los griegos le pusieron un nombre a eso, la parresía; Sócrates es el más famoso, no el único”. “Decir verdades, contar verdades, decían los griegos, trae un efecto: O el poder le hace caso a la verdad o el contador de verdades cae o en el ostracismo o en la muerte”. “Jorge Eliécer Gaitán contador de verdades, Gabriel García Márquez, contador de verdades”. “El uno de la palabra dicha, el otro de la palabra escrita; cómo puede resumirse la historia de personas de Colombia solamente en estos dos nombres”.

“Nuestra tensión violenta entre la verdad y la hoguera, entre la palabra y la muerte, entre la libertad y el totalitarismo”. ¿No es la historia de Colombia repetida una y otra vez, en esta alma que sintetiza al fundador de esta Feria del Libro y al hombre que acabamos, no digo de enterrarlo, pero de llorar, Gabriel García Márquez? “¿No es nuestra esencia?” “Esa tensión inmensa entre la palabra y quien quiere quemar la palabra, pues creo que los griegos tenían razón y es un momento de reflexión sobre nuestro propio inmediato futuro, nuestra realidad colombiana”. “Mi padre leía, siendo yo muy niño, El Quijote, y Rousseau”. “Y la mezcla del Quijote y Rousseau es terriblemente explosiva”. “Y después yo mismo, por seguir el ejemplo de un lector, en mi casa leí Cien años de soledad”. “Y tengo que decir que el segundo libro después de Cien años de soledad fue La ciudad y los Perros y después ahorrándome la plata del almuerzo que me daban para ir a la universidad me compré Conversación en la Catedral y me hice revolucionario”. “Las palabras se dicen, se escriben y van de boca en boca, como aquellos viejos hombres, contadores de historias y generan efectos que en el fondo no son más que los efectos de la construcción de la libertad”. Y por eso siempre antes que quemar a los hombres queman a los libros”. “Por eso siempre tratan de extinguir la palabra primero, la escrita y la dicha; y por eso es tan importante las dos figuras Gaitán y García Márquez en nuestra propia historia y por eso es tan importante la reflexión y el libro”.

“Finalmente al cabo de esta historia, palabra y libertad son fundamentales; valen la pena la lucha de tanta gente que muere, incluso; por la libertad y por la palabra: La libertad de decir, la libertad de pensar, la libertad de ser, la libertad de existir, la libertad del ser humano que en las palabras es que se vuelve carne –yo diría– que después se vuelven luchas sociales y políticas y conflictos, quizás”. “Pero en donde siempre hay que detener el que quema libros y siempre hay que aplaudir el que construye la palabra”.

(Pues bien –reflexiona el Sisimite– infelizmente ¿cuántos en esta generación, no solo quemaron los libros, ya que nada constructivo leen sino que sepultaron el abecedario, si para socializar, prescindiendo de las palabras, lo que mandan son emojis y pichingos? Y los zombis, ¿qué tanto aprecio tienen por la verdad, si en esas redes alucinógenas prolifera la farsa y la desinformación? Ah, y esa historia descrita arriba –interrumpe Winston– no solo es Colombia, sino que es fiel retrato de tantos otros lugares de América Latina. No sea que además de esa fatalidad –el poco valor a la verdad y la pérdida del buen hábito de la lectura– también, dada la tirria de algunos contra la libertad de expresión, vayan a perderse las libertades).

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