¿PLATICAR?

ZV
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30 de junio de 2022
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12:34 am
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¿PLATICAR?

EL gobierno venezolano, jubiloso, anunció a los cuatro vientos que llegó al país “una delegación de alto nivel del gobierno de Estados Unidos para continuar con las conversaciones que empezaron el pasado 5 de marzo y dar continuidad a la agenda bilateral”. “Una de las condiciones que EE. UU. pone para que las relaciones con Venezuela se retomen y se estabilicen es que tanto la oposición como el oficialismo vuelvan a Ciudad de México y reiniciar el diálogo”. Música a los oídos del régimen venezolano. No hay objeción alguna a platicar, todo lo necesario, hasta el agotamiento, como en otras ocasiones. Eso sí, sin llegar a nada de lo que el contrario aspira. Como decíamos ayer. Hay gobiernos que aguantan con lo que se les venga encima. Otros –los que tienen que justificarse en el cumplimiento de los derechos humanos y el respeto de las prácticas democráticas– rápido se desgastan y en cualquier descuido se tambalean y hasta pueden caer. Contrario a lo que ocurre cuando se trata de regímenes autoritarios.

Pueden los manifestantes salir a las calles a protestar cuantas veces quieran –poner los muertos, los heridos, los encarcelados y los desterrados, víctimas de la represión en su contra– pero el poder autocrático no se mosquea. Menos ceder un milímetro a ninguno de los reclamos. Calculan que tarde o temprano no hay oposición desafiante al azote despiadado de los rifles y del garrote. El diálogo entre gobierno y protestantes es distinto en cada caso. Los que tienen que responder a la fiscalización nacional e internacional, les toca aceptar condiciones, acceder a las demandas, recular en las medidas y esperar resignados que la crisis acabe antes que esta termine por acabarlos a ellos. (Ejemplo, lo que ocurre en Ecuador. Dos semanas de protestas, Quito sitiada por los indígenas, mientras las partes platican largo y tendido, hasta que el gobierno acceda a la totalidad del pliego de peticiones. En las últimas horas el mandatario se salvó, por un pelito, de ser destituido por el Congreso. La iniciativa de destitución –requiriendo mayoría calificada de dos tercios del parlamento– se quedó a 12 votos de lograr su objetivo). En cambio, el diálogo del poder absoluto es otra cosa. Es tregua para ganar tiempo, cansar y dividir a los quejosos. Para que la “preocupada comunidad internacional” –que no pasa de tibios pronunciamientos, comunicados y boletines, como si palabras “necias” a oídos de quien poco importa lo que diga y no las acciones concretas son las que tumban gobiernos– se distraiga en otra crisis, en otro lado, mientras a lo interno aprietan las tuercas.

Al irremplazable venezolano –que cuenta con total apoyo de militares bien incentivados y de imperios aliados– no le hicieron mella los mates de los halcones, menos ahora. El comandante sandinista –mejor solo que mal acompañado– eliminó toda competencia política en su última reelección. Los líderes opositores están presos, acusados por la fiscalía de delitos inventados o desterrados. A propósito de platicar, AMLO alborozado anunció en sus mañaneras que va soplado a Washington. Invitado a reunirse con su par en la Casa Blanca. No quiso estar en la plática de la Cumbre de las Américas –más bien lo que hizo fue engatusar a otros camaradas a que no fueran– solidario con los compañeros de viaje no convidados. Pero POTUS no se la cobra. Contrario al trato que le dio Trump amenazándolo con sanciones arancelarias si no detenía de tajo las caravanas de emigrantes. ¿Cuántas veces –sin que el mexicano ripostara– se ufanó con levantar el muro fronterizo? Y que México lo pagaría obligándolo a renegociar un tratado comercial mucho más desfavorable para ellos. Voló a cumplir las exigencias, incluso, aceptando ser “tercer país seguro”. Viajó a Washington a suscribir el nuevo tratado de libre comercio, ya con menos beneficios. Regresó a sus mañaneras –eso dijo– complacido por el respeto con que lo trataron. Pero, al fin y al cabo, nada se pierde con platicar. Así que a platicar se ha dicho. (Consejos a viejas –otro refrán del Sisimite– y pláticas a gitanos, trabajos vanos).

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