Una mirada crítica sobre “Morir Todavía” de Giovanni Rodríguez

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31 de julio de 2022
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12:52 am
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Una mirada crítica sobre  “Morir Todavía” de Giovanni Rodríguez

Óscar Sierra Pandolfi

De sobras, no obras. Es un poemario de corte existioesencialista, aminora el sentido metafórico, ofusca la frase lacónica, de alguna manera desplaza ciertas repeticiones en el inicio del poemario. Se puede evidenciar “de tarde en tarde” “de hombre a hombre”. El primer poema procede por enumeraciones que no obtienen fuerza en la tonicidad y en la intensidad interior del texto poético, por la incrustación de epítetos gastados y comunes en la poesía universal.

El verso que prosigue nos recuerda intertextualmente a ciertas canciones de culebrones cantadas por José Luis Rodríguez “El Puma”, “sobre el agua”. No importa que la cultura alimente a la cultura misma, es una semiósfera en palabras de Lotman. Lo que nos indica, que la construcción del poema, cae en la denotación fácil de digerir. “El olvido fija huellas bajo los pasos tibios”, muestra con transparencia la usura del lenguaje, la pobreza léxica, y el abuso repetitivo de estructuras tanto semánticas, que caen en el plano del poema, o sea, el acto de pensar, hay pensamiento, reflexión, un acto del decir, el habla se condensa, aunque, el plano fonemático, adquiere divergencia en la oralidad, la escritura se abandona, el poema, se muestra égloga, oración, exclamación, disminuye la potencialidad metafórica. “Tarde, un latido después” “llego a recoger mi sombra”, “mi huella es tibia”, “el frío bajo la puerta”, son versos que se imbrican en lo filosófico, orientados al contenido, descuidando, la vieja teoría de la forma, donde el contenido, como fondo, soslaya el poema, aunque el lenguaje connotativo se construye a partir de la denotación, y suelta la palabra, el discurso poético, redunda, reitera, se prolifera, los campos semánticos van y vienen, la viciosa forma de la homogeneidad, repite la misma fórmula sintáctica para estructurar todos los poemas, caen en lo abocetado, como lo expresa Zilberberg (2017): “No se trata de penetrar en el supuesto trasfondo de las cosas, sino de responder a la pregunta insalvable de Saussure: ¿alternancia o coexistencia? “Todo lo demás es literatura”, como dice el poeta”. (p.107).

“Morir Todavía”, es el trazo de un intento poético, cuidadoso en lo ortográfico, y descuidado en la conformación de la armazón de figuras de significado y léxicas, que no elevan a la obra a un summum quality. Se puede observar, que algunos poemas, se inician con una acción verbal (v) vuelvo, hace, llevo en presente perfecto, nos eclosiona la idea de un “devenir” la fuerza del poema, acota Zilberberg (2016): “

Pero, de hecho, “lo que el cuadrado semiótico deja escapar es lo aleatorio, lo fortuito, la detonación de lo inesperado, el evento”. El poema avanza en la linealidad, no se desborda, no ocurre el evento en la coerción de los campos semánticos, sin embargo, las isotopías, traslucen, deja que el poema, se haga parte de la estructura, que dimensiona lo “cerrado”. Es decir, hay selección de palabras, de alguna forma, el poeta procede, a la combinación, sin elasticidad, extiende el poema, en el que sigue, “tanto si una selección viene a alterar una mezcla establecida y justificada, como si una mezcla perturba una selección motivada” (Zilberberg,2016). “Que nadie se encargue de recoger mi aliento, Ni la mirada ausente. Nada sabe la muerte sobre el rincón vacío”. Lo anterior, se disipa en la idea de la muerte, sin conjeturas, el existencialismo toma vilo del fondo del poema, el caminar de un sujeto muerto que habla desde un lugar desconocido, no es algo nuevo en la poesía. No obstante, hay una mirada particular, en la segunda parte, como un Dante, que recorre el infierno y el purgatorio, cada ser humano, trasiega su propia pena, su propio limbo, su propio Hades. “Morir Todavía”, es un intento poético, o más, bien una sobra semántica, que nos deja dando vueltas como el perro que muerde su propia cola, patinando en el mismo punto, porque el poeta, a la vieja usanza, segrega las mismas sustantivaciones metafísicas, con la filosofía raída, de un monólogo, que dilucida el odio perpetuo a la muerte misma. Retomando a Zilberberg (2016): “Las relaciones concesivas se distinguen de las relaciones implicativas por su extensión discursiva: solo existen relaciones concesivas en discurso. Las relaciones implicativas son tendencialmente aforísticas y generalizantes, y su aproximación define, en parte, el sistema de creencias y de prácticas de cada sociedad (p.113). Aunque el fondo, la exacerbación filosófica acapare en detrimento la inter subjetivación que persuade “nosotros defendemos la idea de que la tensión ininterrumpida entre implicación y concesión se encuentra en la base de la dinámica del discurso, en una medida que es preciso investigar” (p.114). La dinámica, entre el abuso de las isotopías, presencia de objetos repetitivos, el manejo de un lenguaje que se queda insuficiente en el eje paradigmático. El poeta no combina, el creatio es débil, sigue la postura muy débil.

 

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