Dialéctica del alma y del espíritu

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14 de agosto de 2022
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12:14 am
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Dialéctica del alma y del espíritu

Las mascarillas y otros trilemas

Por: SEGISFREDO INFANTE

Es complicado, en el lenguaje corriente, establecer una clara distinción entre el “alma” y el “espíritu”. La tendencia normal, a lo largo de los tiempos, ha sido la de confundir ambos términos, como si fueran sinónimos exactos, con prevalencia en los terrenos de la religión y de la poesía. Pero me parece que desde la “Fenomenología del Espíritu” (1806-1807) de Guillermo Hegel, hubo una apertura del espacio semántico hasta alcanzar una diferenciación filosófica más o menos clara entre ambos conceptos. Aunque Hegel utilizó en algún momento la noción de “alma”, enalteció hasta el cansancio el concepto de “Espíritu” (con “E” mayúscula), como el embrión del conocimiento subjetivo y objetivo a partir del cual el sujeto histórico evoluciona y revoluciona.

Nuestra primera aproximación personalísima a la noción de “alma”, la realizamos armoniosamente con don Roque Ochoa Hidalgo (QEPD), bajo el título “Las dialécticas de la inspiración”, que se publicó en la revista sindical “Frente” número ocho, correspondiente a los meses de febrero-abril del año 1985, páginas 43 y 44. En realidad se trató de una trascripción de varios párrafos del libro “La poética del espacio” del filósofo de la ciencia, y crítico literario francés, Monsieur Gaston Bachelard, con apuntamientos intercalados de nuestra propia autoría.
Leamos lo que dice Bachelard: “Para especificar bien lo que puede ser una fenomenología de la imagen, para aclarar que la imagen es antes que el pensamiento, habría que decir que la poesía es, más que una fenomenología del espíritu, una fenomenología del alma”. Creo que el mismo Gaston Bachelard añade: “Las dialécticas de la inspiración y del talento se iluminan si se consideran sus dos polos: el alma y el espíritu. A nuestro juicio, alma y espíritu son indispensables para estudiar los fenómenos de la imagen poética en sus diversos matices, para seguir sobre todo la evolución de las imágenes poéticas desde el sueño hasta la ejecución”. Con don Roque Ochoa Hidalgo intercalamos, en 1985, la información que en la filosofía alemana, la distinción entre el espíritu y el alma (“der Geist” y “die Seele”) es bastante clara.

La noción de “alma” la encontramos en la Biblia (en los dos “Testamentos”) y en el pensamiento de Pitágoras y de las escuelas pitagóricas. Pero es Platón quien sistematiza el concepto de “alma” como una entidad eterna íntimamente ligada a la teoría de las “Ideas” que toman cuerpo concreto en la vida de cada hombre. En los “Diálogos” platónicos el alma se subdivide, por así decirlo, en tres instancias: el alma racional; el alma irascible; y el alma concupiscible (o concupiscente). Por su lado Aristóteles elaboró todo un tratado intitulado “Del Alma”, en donde incluye las más variadas acepciones y conexiones de este vocablo con la vida material y con las zonas psíquicas.

Desde mi punto de vista personal, el espíritu del “Hombre” se alza desde el “alma racional” conceptualizada por el genial Platón, hasta volar lo más alto posible, a la par del búho hegeliano de Minerva, sobre el atardecer más límpido y hermoso del conocimiento civilizado de la humanidad. De tal modo que el “Espíritu” es como una variable inmaterial del alma orgánica, en donde se anidan los saberes culturales de todos los tiempos, con las limitaciones históricas de cada época. Ahora sabemos de la existencia de “los campos genéticos” compartidos que estuvieron investigando, hace unas tres o cuatro décadas, unos científicos japoneses, cuyos resultados vendrían a reforzar, hasta cierto punto, la teoría de las ideas innatas de Platón y sus seguidores. Y a reforzar otros conocimientos culturales que son o parecieran apriorísticos. A fin de expresarlo en términos más sencillos, el alma radica en el corazón y en el sistema nervioso en general; pero el alma racional o el espíritu, se anida exclusivamente en las conexiones tangibles e intangibles del cerebro humano, toda vez que tal cerebro haya recibido informaciones filosóficas, teológicas, científicas, poéticas y musicales consistentes.

La relación dialéctico-metafísica del alma con el espíritu, no es nada antojadiza; ni mucho menos un invento de los últimos minutos. Ni tiene nada que ver con los “espiritismos” de aquellas viejas prácticas supersticiosas. Además la dialéctica, como método y como sistema filosófico, fue creada por Platón. Por otra parte el respaldo de nuestra especulación filosófica actual se reafirma, en uno de sus ángulos, con la existencia real de variadas partículas inmateriales o de “masa cero” (o con tendencia hacia la “masa cero”). Una formulación tácita de esta problemática se encuentra esbozada en mi libro “Fotoevidencia del sujeto pensante” (años 2013, 2014).
Por último, vale la pena parafrasear un enunciado de Medardo Mejía, cuando afirmaba que él era un materialista; “pero de un materialismo con alma”. De tal suerte que tanto el alma como el espíritu necesitan suavizar sus existencias con excelentes lecturas, con música clásica, con el amor, el buen cine y la más noble amistad.

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