Iglesias sin Dios

MA
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7 de septiembre de 2022
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01:11 am
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Iglesias sin Dios

Nery Alexis Gaitán

Las iglesias son instituciones que el hombre ha creado para transmitir el mensaje divino de una forma precisa a la humanidad. Las instituciones religiosas -casi siempre de dudosa procedencia divina, sin importar su denominación o forma religiosa- tienen como finalidad diseminar el mensaje celestial que rescata las almas de la condenación.

Aunque las iglesias, incluidos los edificios, los cargos, los rituales externos, son necesarias para la humanidad porque congregan a los feligreses en un frente común: acercarse a Dios, y además cumplen una función social al fijar patrones de conducta apropiada a los feligreses, a favor del bien en todas sus formas, no son esenciales en el proceso espiritual porque la relación con Dios es directa y sin intermediarios de ningún tipo.
Desafortunadamente estas iglesias -instituciones humanas- desde siempre se han alejado de los verdaderos principios espirituales y se han dedicado, sin excepción alguna, a rendirle culto al mundo.

Larga, absurda, cruel, deshonesta y malvada es la lista de atrocidades cometidas por todas las iglesias habidas sobre la faz de la Tierra. A lo largo de la historia hemos visto que han sido centros de maldad y de odio. Recordemos la inquisición; hay una iglesia que es accionista en compañías de fabricación de armas; los constantes abusos sexuales de sacerdotes, pastores y guías espirituales de todo tipo; rememoremos todas las guerras producto de la intolerancia religiosa y demás atrocidades cometidas.
Las iglesias, desde siempre, se han alejado de lo espiritual, de lo verdadero, de lo real, que es orientar hacia el bien a la humanidad y al cumplimiento de los preceptos divinos. Y se han dedicado, y se dedican en el presente, a levantar grandes emporios económicos porque la fe es un formidable negocio; un producto que se vende a buen precio por las necesidades existenciales y espirituales de los individuos.

Las iglesias, ahora cualquier perico de los palotes funda una iglesia, abundan por doquier con características similares: un falso dirigente que sorprende incautos y que termina con cantidades exageradas de dinero en su bolsillo. Pero eso es entendible porque hace mucho que abandonaron el terreno de lo espiritual y solamente les importan los bienes materiales y los goces de este mundo.

Las iglesias son expertas en hacer que los feligreses den el diezmo, la ofrenda, la contribución, etc., que matriculen a los hijos en sus escuelas, en sus colegios, en sus universidades; pero no les interesa enseñar un verdadero mensaje espiritual que libere al individuo de la esclavitud del pecado.
Las iglesias son centros de desorientación y pérdida de tiempo en la transformación espiritual del individuo; y esto es lo grave, lo nocivo, lo perverso: ya que alejan al hombre de Dios. Al ver el estado actual de nuestra sociedad, violencia, odios, muertes, maledicencia por doquier, etc., es evidente el fracaso total de todas las iglesias, ya que no han logrado la transformación del individuo hacia el bien.

Las falsas iglesias, finalmente, terminan haciéndole un gran daño a la humanidad porque su mensaje es una falsedad revestida de cierta espiritualidad. Son expertas en timar incautos.
En verdad, la verdadera iglesia está en el corazón. Hay que mantener limpio nuestro templo interior porque es la morada del Espíritu Santo. Eso es lo real, lo que cuenta ante los ojos del Altísimo. Pero tener limpio el templo interior implica eliminar el pecado cada vez que se manifieste, y pensar, sentir y actuar de la forma correcta. O sea, eliminar los pecados capitales (lujuria, ira, codicia, envidia, orgullo, pereza y gula) y cumplir la ley divina sin excepción alguna.

No sigamos perdiendo el tiempo siguiendo a falsos líderes espirituales, ni asistamos a iglesias que lo único que enseñan es a leer la Biblia a la letra muerta forjando los eslabones del fanatismo y la intolerancia y que obligan a sus feligreses a diezmar, o sembrar como les gusta decir, hasta por los codos.
Seamos constantes y fieles con nuestra iglesia interior y cumplamos la ley divina conscientemente, eso es lo único que importa.

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