Mes de la Patria: ¿somos libres, soberanos e independienes?
Recuerdo de la ENEVA celebrando la independencia.
Autor: Alonso Gómez Oyuela
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DANLÍ, El Paraíso. Estamos celebrando el mes de la patria. Desde la proclamación de la independencia han trascurrido 201 años de historia con altos y bajos en el acontecer político, económico, social y cultural de las cinco provincias del istmo.
El 28 de septiembre un mensajero llegó con procedencia de Guatemala a Comayagua con un mensaje que anunciaba que los cinco pueblos éramos libres del sistema colonial. Libres, soberanos e independientes.
En cumplimiento del punto número 18 del acta del 15 de septiembre, se envió a las provincias del que fuera el Reino de Guatemala una copia del referido documento y el manifiesto respectivo de Gainza. A Comayagua llegaron esos papeles en la madrugada del 28 de septiembre, por lo que el mismo día, a las ocho de la mañana, se convocó a una Junta del Ayuntamiento, la diputación provincial y las corporaciones, a fin de resolver el asunto.

Se dice que los aristócratas de Comayagua fueron menos diplomáticos que los de Guatemala y, siguiendo el espíritu mediatizado del acta del 15 de septiembre, se declararon abiertamente parte de México, según el Plan de Iguala. Por eso, sin reservas de ningún género, el acta de independencia de Comayagua dice que se reconoce por “Rey en la capital de México, al Sr. Don Fernando VII o en su defecto a uno de los Serenísimos Señores Infantes, con la precisa condición y recíproca fraternidad que debe haber entre españoles, americanos y europeos, o el gobierno que acuerde el Soberano Congreso Americano”. En Guatemala no fue posible hacer esto porque el pueblo, reunido alrededor de la asamblea del 15 de septiembre no lo permitió. Por eso los aristócratas guatemaltecos recurrieron al expediente de alterar el juramento y redactar el acta en términos que se prestaban a actitudes equívocas, como la asumida por Comayagua.

Al referirse a estos hechos el historiador Antonio R. Vallejo, extrae las siguientes conclusiones: que los comayagüenses fueron imperialistas, partidarios del imperio de Iturbide: que en aquella provincia no se proclamó una verdadera independencia, como se comprende de los términos del acta a la que nos referimos. Tegucigalpa se mostró más cautelosa. El mismo 28 de septiembre, por la tarde se recibieron los documentos enviados desde Guatemala. De inmediato se reunió el Ayuntamiento, con otras autoridades y vecinos de la ciudad, para tratar el problema y acordar lo que debía hacerse. El acta de la reunión dice que todos los allí presentes manifestaron en forma unánime la mayor alegría y dijeron que están prontos a jurar la independencia. La independencia fue celebrada y jurada; y prometieron defenderla con su sangre hasta las últimas consecuencias, quedando que apoyarían el gobierno que se establecería en Guatemala (fue tan solemne el acto que el capitán general don Gabino Gainza, le concedió a Tegucigalpa el 11 de diciembre de 1821 el título de ciudad y al ayuntamiento el honroso título de Ayuntamiento Patriótico).
También juraron y celebraron la independencia en ciudades de Gracias, Juticalpa, Choluteca, Santa Bárbara, Trujillo y Omoa, entre otras; salvo la ilustrísima Danlí, todas coincidían en rechazar el dominio español.
La noticia oficial de la independencia llegó a Danlí entre el 1 y 19 de octubre. La posición danlidense fue ambigua porque sus autoridades “no juraron la independencia”, poniendo como pretexto no estar al tanto de los acontecimientos: sin embargo, apoyaban la anexión a México. Esta actitud de no jurar la independencia por parte de las autoridades danlidenses dio mucho de qué hablar.
A partir de la independencia, Tegucigalpa y Comayagua de corte conservador buscaban pueblos que se unieran a su causa. La noticia corrió que Danlí, estaba de lado de los conservadores. Dionisio de Herrera, en 1823, dando un margen de duda sobre Danlí declaró que poniendo falsamente que se le han agregado a Comayagua los pueblos de Danlí, Lepaterique, Choluteca y otros. Aparentemente Danlí no tiene postura definida.
Sobre el tema de la declaratoria de independencia no existe uniformidad entre los historiadores nacionales, existen opiniones diversas ya expuestas a través de escritos y ponencias, pero si hemos de aceptar nuestra realidad histórica todavía predomina el colonialismo. El papa Francisco en fecha reciente al referirse a las ideologías dijo que no son buenas ni a la derecha ni a la izquierda. Los ideólogos o políticos piensan en los pueblos, pero una vez en el poder no dejan que los pueblos piensen.

Concluyo este reportaje introduciendo a Francisco Morazán en la historia política de Centroamérica. La lucha por el poder no tuvo tregua entre colonialistas conservadores y liberales. Morazán fue electo presidente de Centroamérica en marzo de 1829, juró el cargo el 2 de diciembre de 1830, firmó el famoso tratado “Las vueltas del Ocote” con los líderes de un movimiento insurreccional que se había desarrollado en Olancho bajo la tutela de Vicente Domínguez.
La lucha de Morazán estuvo enmarcada en la unidad de Centroamérica, objetivo que no logró porque las fuerzas oscurantistas y colonialistas cegaron su vida al ser asesinado en San José de Costa Rica el 15 de septiembre de 1842. Su legado histórico lo encontramos en el Manifiesto de David y su testamento: “Declaro que mi amor a Centroamérica muere conmigo. Excito a la juventud, que es la llamada a dar vida a este país, que dejo con sentimiento por quedar anarquizado, y deseo que imiten mi ejemplo de morir con firmeza antes que dejarlo abandonado al desorden en que desgraciadamente hoy se encuentra”.
El general José Francisco Morazán Quezada, héroe indiscutible, “Laurel sin ocaso”, biografía escrita por Miguel R. Ortega (1988). Honremos a la patria grande, sus símbolos y sus héroes.
Morazán fue ante todo un estadista, soldado por las circunstancias de una época convulsa en Centroamérica.
Fuente:
Evolución histórica de Honduras:
Longino Becerra