“SI ES NECESARIO QUE ME MUERA AQUÍ…”

ZV
/
17 de septiembre de 2022
/
12:41 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
“SI ES NECESARIO QUE ME MUERA AQUÍ…”

PASARON los desfiles y, a propósito, este año hubo que razonar con el amable público lector la decisión respecto a la bonita foto de portada. “Las palillonas –se dijo en una gustada columna del diario– fueron filmadas por las cámaras de televisión, de todos los canales, transmitidas en vivo y a todo color mientras hacían sus agraciadas piruetas”. “Volaron los twitters con fotos de las talentosas muchachas por las redes sociales”. “Los espectadores no se taparon los ojos para no verlas pasar cuando, sonrientes y salerosas, alegraban las marchas con sus rítmicos movimientos”. Así que –por gazmoñería– más que absurdo sería ridículo que solo en las portadas de los rotativos se ocultaran las fotos de la belleza hondureña, que resulta ser solo una imagen ilustrativa de un suceso noticioso y de lo que todos vieron. Ahora abrimos el espacio interactivo a los lectores. Uno de ellos sobre el editorial del 15 de septiembre, comenta: “Poéticamente, bellísimo este editorial”. Una lectora: “Caramba, ¿por qué de esos personajes, además de poetas también patriotas, ya no existen?”. “En los últimos tiempos no he leído nada tan inspirador como lo que usted ha recopilado: ¿sería porque ya no contamos con esas personas talentosas que nos hacen reflexionar y levantan nuestros sentimientos más profundos?”. “Ahora veo de dónde le viene a usted la herencia de un gran escritor”. “Siga alimentándonos con sus escritos y reciba un abrazo patriótico”.

Un viejo amigo remite la contribución de su amiga: “La Patria es nuestra madre, es el lugar donde están nuestras raíces, sueños y amores, es el hogar inamovible, que llevamos dentro y que nos une en ferviente admiración, llenos de esperanza… que vemos amenazada por los malos hijos”. “Respuesta de una agregada a tu “colectivo” con respecto a tu editorial de hoy ‘TÚ SABES… AMANECE…’”. El excanciller con una sugerencia: “Presidente, perdone la necedad de leer sus trabajos literarios, porque la recopilación artística también lo es”. “Tal vez, en algún momento se reproduzca el bellísimo poema de Jaime Fontana, “Este Volver a Honduras” que muy acertadamente el poeta Acosta incluyó en su antología”. “Por lo demás, reitero mi agradecimiento por la posibilidad de volver a leer lo releído y nunca agotado de ese gran manantial que brota de la esencia del marma de Honduras”. Si de complacer melodías se trata, como seguimos en las fiestas patrias, con mucho gusto: Jaime Fontana, (seudónimo de Víctor Eugenio Castañeda, nacido en Tutule, La Paz), Este Volver a Honduras: “Parece que no habrá nada más tierno que este volver a Honduras:/ llegar con el amor iluminado por años y distancias,/ decir esta es la sierra, este es el aire y este es el río del cuento,/ recuperar las voces salpicadas de burlas familiares,/ resumir la niñez en el dormido sabor de esta naranja/ y en este olor -que es casi de muchacha- de savia y de panales/ que solo dan los árboles autores de nuestro propio canto./

Porque volver a Honduras es ir de madrugada a los maizales/ para espantar los pájaros bisnietos de aquellos que espantamos,/ vivir en un mugido, en un relincho, que vienen de la noche,/ los sueños, alegrías y peligros de los antiguos campos./ Parece que tendrá mucho de triste nuestro volver a Honduras:/ hallar que el calendario no era broma leyendo algunos rostros,/ saber que algo no vuelve en estas naves aunque el viajero vuelva/ y besar en la frente lo que un día besamos en la boca./ Parece que también será de lágrima este volver a Honduras:/ preguntar por hermanos, por amigos que no nos esperaron,/ y el horror de buscar en una tarde de cal y de cipreses/ unos nombres: Julián o Federico, Carlos, Daniel o Marcos./ Parece que será feliz y trémulo nuestro volver a Honduras:/ vagar por los caminos que asolearon el verso de la infancia,/ llevar hasta una loma coronada de flores amarillas,/ de la mano, a los hijos que fundamos sobre lejanas playas/ -más allá de las nieves absolutas, de selvas y de mares-/ y decirles al fin: esta es la cuna y este es el peñón exacto,/ esta es la tierra nuestra, la amorosa, la que espera a sus niños,/ aquí esparcen su calcio generoso los huesos de mis padres/ y el calcio va a la hierba y hace al pino más jubiloso y alto:/ así trabajan todavía quienes nos prestaron su sangre./ Todo será feliz y doloroso, será trémulo y tierno/ porque volver a Honduras… me parece que es retomar el canto”. (Winston releyendo a Gabo: “Uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra”. “Úrsula replicó, con una suave firmeza: -Si es necesario que yo me muera para que se queden aquí, me muero”).

Más de Editorial
Lo Más Visto