Una capital que puede desaparecer

MA
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22 de septiembre de 2022
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12:36 am
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Una capital que puede desaparecer

Mario E. Fumero

Rondaba el año 1965 cuando escuché un comentario de una comisión japonesa que hizo un estudio geológico de la capital de Tegucigalpa, advirtiendo el peligro existente en dicha ciudad, algo que quedó en el vacío.
En el informe que leí, los expertos japoneses, al estudiar aspecto geológico en Tegucigalpa afirmaron que la capital estaba en un grave riesgo por varios factores. Afirmaban en el estudio que existía grandes fallas geológicas, ya que en un pasado en la capital existieron minas que dejaron cuevas y túneles bajo tierra. Además, corrían aguas subterráneas que podían labrar el subsuelo, al descender por las montañas.
La sugerencia final de esta comisión japonesa, de forma no oficial, fue en aquel entonces que deberían considerar la peligrosidad en el crecimiento de la capital, principalmente en ciertas zonas aledañas a la montaña de El Picacho.

Han pasado más de 50 años desde que leí estas declaraciones de la comisión japonesa mientras vivía en Comayagua, y aunque no se le dio importancia, en la actualidad, al contemplar los últimos acontecimientos en la capital, quedé asombrado, pues veo cómo ciertas colonias se están hundiendo, desapareciendo las casas y dejando un sin número de damnificados. Estos hechos activan aquellas afirmaciones que han rondado en muchas ocasiones sobre el futuro de esta ciudad, catalogada como ubicada en una zona de sumo riesgo geológico.

El otro factor que pone en peligro la capital Tegucigalpa es la existencia de grandes edificios, construidos sobre un terreno que según señalan los expertos es inestable. Y yo me pregunto: ¿qué ocurriría si un terremoto azotara nuestra capital, ya que los fenómenos sísmicos se están reproduciendo en lugares donde nunca antes ha habido?
Hay que añadir a lo anterior, el fenómeno del cambio climático junto a la deforestación, así como la destrucción de las cuencas hidráulicas y los fenómenos naturales que azota al mundo, lo cual hace que todo esto conviertan a la capital en una bomba de tiempo, lo cual se ha visto a través de los últimos 50 años cuando el huracán Fifí y el huracán Mitch dañaron muchas áreas de esta ciudad, dejaron vulnerables ciertos sectores contiguos a El Picacho.

Otro hecho singular, que me llama la atención, es que en la zona de El Picacho, donde queda el barrio Buenos Aires y El Reparto, se ven filtraciones de agua del subsuelo y según afirman los historiadores, en esta zona existieron las minas que indudablemente dejaron subterráneo.
Es tiempo de detener el crecimiento de la capital e ir pensando incluso en su reubicación en zonas más segura antes de que una terrible tragedia pueda producir una catástrofe de inmensas dimensiones, pues actualmente la capital se ha convertido en la región más poblada de todo el país, bajo condiciones precarias y en zona de sumo riesgo.

Vemos un crecimiento descontrolado que no solamente afecta el abastecimiento de agua, sino la facilidad de circulación y el peligro de la supervivencia de la población ante los fenómenos naturales.
Oremos a Dios y que todos estos pronósticos no se hagan realidad, aunque proféticamente, y según la Biblia, vienen para todo el mundo tiempos terribles que forman parte del esquema profético y bíblico, por lo tanto, no estamos exentos de que también ocurran en nuestra nación. El Señor tenga misericordia de nosotros.

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www.contralaapostasia.com

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