RÍO ULÚA

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25 de septiembre de 2022
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12:30 am
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RÍO ULÚA

PARA comenzar la palabra “Ulúa” empalma con los primeros momentos de contacto entre los conquistadores españoles y los amerindios mexicanos de tierra firme. Un punto costero en donde llegaron a coincidir, tanto por la vía pacífica como por la violenta, las más diversas culturas autóctonas con la civilización europea, sobrepujando los intereses comerciales de orden mercantil, es decir, de metales preciosos, dadas las características del capitalismo mundial incipiente de aquella época.

En el caso hondureño se trata de un río que nace en las montañas del departamento occidental Intibucá, recibiendo distintos nombres según sus afluentes; o los lugares por donde atraviesa. Es uno de los ríos más largos y caudalosos de nuestro país, aun cuando en las estaciones secas se vuelve lastimero, por aquello de la deforestación de sus bosques de cabecera y otras desgracias.

De hecho en otros tiempos se le clasificaba como el río más profundo de Honduras, con el cual sólo podía competir en caudales de agua el río Patuca (en Olancho y en la zona de La Mosquitia), antes de que fueran deforestados, sistemáticamente, los valles y las serranías de Guayape y de Jamastrán, en donde todavía se localizan sus principales afluentes tributarios. Porque actualmente hasta el río Guayape causa lástima con sólo observarlo, desde las carreteras, cuando en las estaciones secas más pareciera un riachuelo a punto de convertirse en una pobre quebrada, tal ha sido la conversión negativa de los valles fértiles en potreros y zacatales para las “vacadas” extensivas.

Todavía, durante la primera mitad del siglo veinte, el río Ulúa era navegable, con el propósito de transportar personas y mercancías, en barcos de poco calado. Ahora es navegable, pero sólo en las temporadas de inundación, cuando sus caudales se unen a los del río Chamelecón, entre las ciudades de El Progreso y La Lima, con la urgencia de utilizar lanchas a fin de salvaguardar las vidas de los probables damnificados.

Algunos relatos históricos cuentan que por uno de estos caudalosos ríos llegó hasta el valle de Sula el pirata apodado “El Olonés” y se dedicó a saquear aldeas de mestizos y al mismo tiempo le metió fuego a la villa de San Pedro Sula. “El Olonés” (se le conocen otros apodos según su lugar de origen) fue uno de los bucaneros más sanguinarios durante el siglo XVII, arrasador de puertos y aldeas en las costas del Mar Caribe y de las Antillas. Aparte de la tortura y el asesinato contra la humanidad de los prisioneros indígenas, mestizos y españoles que caían en sus manos, según relata la leyenda con trasfondo histórico, también incurría en actos de canibalismo, en plena modernidad. Pero la supuesta “ley de compensación universal” cobró sus fueros: “El Olonés” fue capturado por una tribu de indios antropófagos del Golfo del Darién, quienes lo descuartizaron, lo asaron y se lo comieron.

Las potencialidades de desarrollo económico de la zona del río Ulúa, aparecen vaticinadas en los escritos optimistas del prócer José Cecilio del Valle, fundador de la República Federal de América Central, quien nunca se olvidó de su amada y pequeña patria hondureña, ni de sus familiares cholutecanos. Sus contactos con su primo hermano Dionisio de Herrera y con otros allegados, fueron permanentes, incluyendo en este círculo al mismo Francisco Morazán, quien era el primero en acusar recibo y en abrir los paquetes que llegaban de Guatemala con el periódico “El Amigo de la Patria”.

A propósito de la emergencia que se vive en los últimos días por el temporal y los desbordes crecientes del río Ulúa y del río Chamelecón, ya va siendo necesario que se adopten y ejecuten acciones concretas, estatales y privadas, de infraestructura física, encaminadas a represar y controlar las aguas que en las inundaciones causan inmensos desastres humanos y económicos afectando en forma directa al “Producto Interno Bruto” de Honduras. No dejan de tener razón aquellos que opinan que si se construyeran esas represas, planteadas en papeles desde hace unos cuantos años, como se hizo con “El Cajón”, bien podrían utilizarse como una valiosísima fuente de agua para consumo humano, para riego y, desde luego, para generar energía eléctrica barata.

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