¿CÓMO SE DICE?

ZV
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26 de septiembre de 2022
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12:49 am
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¿CÓMO SE DICE?

UN abogado lector remite la carta de una profesora de un instituto público, a propósito del editorial, “Silencio”, que transcribe extractos de la misiva de renuncia de un catedrático uruguayo confesando “no quiero ser parte de ese círculo perverso”. “Lo que hago, siempre me gustó hacerlo bien”. “Lo mejor posible”. “Y no soporto el desinterés ante cada pregunta que hago y se contesta con el silencio”. Se refiere a la ignorancia de estudiantes en temas de cultura general, pero fundamentalmente a su desidia de aprender. Los zombis prendidos a su adicción y los miembros del club de analfabetos del siglo XXI –ello es que saben leer y escribir, pero no leen nada de ver, y cuando socializan lo hacen no haciendo uso del abecedario sino del surtidor de pichingos incluidos en las aplicaciones de mensajería–. Este es parte del texto de la misiva: “Yo no soy víctima de la Ley Nacional de Educación”. “Tengo 60 años y he tenido la suerte de estudiar bajo unos planes educativos buenos, que primaban el esfuerzo y la formación de los alumnos por encima de las estadísticas de aprobados y de la propaganda política”.

“En jardín (así se llamaba entonces lo que hoy es “educación infantil”, mire usted) empecé a estudiar con una cartilla que todavía recuerdo perfectamente: la A de “araña”, la E de “elefante”, la I de “iglesia”, la O de “ojo” y la U de ‘uña’”. “Luego, cuando eras un poco mayor, llegaba “Semillitas”, un librito con poco más de 100 páginas y un montón de lecturas, no como ahora, que pagas por tres tomos llenos de dibujos que apenas traen texto”. “Eso sí, en el Semillitas, no había que colorear ninguna página, que para eso teníamos cuadernos”. “En primaria estudiábamos Lengua, Matemáticas, Ciencias, no teníamos Educación Física”. “En 6º de primaria, si en un examen tenías una falta de ortografía del tipo de “b en vez de v” o cinco faltas de acentos, te bajaban y bien bajada la nota”. “En bachillerato, estudié Historia de España, Latín, Literatura y Filosofía”. “Leí El Quijote y el Lazarillo de Tormes; leí las “Coplas a la Muerte de su Padre” de Jorge Manrique, a Garcilaso, a Góngora, a Lope de Vega o a Espronceda…”. “Pero, sobre todo, aprendí a hablar y a escribir con corrección”. “Aprendí a amar nuestra lengua, nuestra historia y nuestra cultura”. “Y… vamos con la Gramática”. “En castellano existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales”. “El participio activo del verbo atacar es “atacante”; el de salir es “saliente”; el de cantar es “cantante” y el de existir, “existente”. ¿Cuál es el del verbo ser? Es “ente”, que significa “el que tiene identidad”, en definitiva “el que es”. “Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a este la terminación ‘ente’”. “Así, al que preside, se le llama “presidente” y nunca “presidenta”, independientemente del género (masculino o femenino) del que realiza la acción”.

“De manera análoga, se dice “capilla ardiente”, no “ardienta”; se dice “estudiante”, no “estudianta”; se dice “independiente” y no “independienta”; “paciente”, no “pacienta”; “dirigente”, no “dirigenta”; “residente”, no ‘residenta’”. “Y ahora, la pregunta: nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que ejercen el periodismo no son “periodistos”), ¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la Gramática de la Lengua Española?”. “Creo que por las dos razones”. “Es más, creo que la ignorancia los lleva a aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos los hace más ignorantes (a ellos y a sus seguidores)”. “Si este asunto “no te da igual”, pásalo, por ahí, con suerte, termina haciendo bien hasta en los ministerios”. Porque no es lo mismo tener “un cargo público” que ser “una carga pública”. (Estos son párrafos de la nota enviada a este espacio interactivo como colaboración. Sin embargo, aunque “presidente” puede usarse como común en cuanto al género (“el/la presidente”) recientemente, respondiendo a una consulta, la Real Academia Española dio su veredicto: “En referencia a una mujer, la opción más adecuada hoy es usar la forma “presidenta”, femenino documentado en español desde el S. XV y presente en el diccionario académico desde 1803”). (Además –el Sisimite en consonancia con las explicaciones de la Academia agrega– que la palabra presidente “no tiene nada que ver con el sustantivo “ente”; procede del latín “praesĭdens, -entis”, participio activo del verbo latino “praesidēre”; ‘estar sentado delante de’: ‘presidir’”. PD. de Winston: La vigesimotercera edición del diccionario académico recoge juez y jueza como las formas masculina y femenina, respectivamente, de esta voz).

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