Honduras: política exterior

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30 de septiembre de 2022
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12:04 am
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Honduras: política exterior

Por: Juan Ramón Martínez

Después del discurso de Xiomara Castro en la ONU, no hay duda que Honduras ha abandonado su tradicional política exterior. Y, se encamina hacia posiciones de ruptura con Estados Unidos. Alejándose de la ruta de la defensa de los derechos territoriales. Y en lo interno, busca alianzas que respalden cambios en los modelos económicos y políticos. Todo esto sin que, se haya realizado una discusión interna y desarrollado una nueva propuesta exterior que, para ser válida, tiene que reflejar los intereses y los deseos de los partidos, las organizaciones de la sociedad civil y en general, las aspiraciones de todos los hondureños. Al fin y al cabo, la política exterior guarda una estrecha relación entre los intereses nacionales, de moda que aquella es una herramienta para la búsqueda de los objetivos nacionales; y, no solo de uno o varios partidos, aunque estos tengan el control del gobierno. Los gobernantes no tienen el poder de cambiar la política exterior. Apenas matizarla o enfatizar en un ángulo especifico; pero en ningún caso abandonar lo que es, más que un mandato constitucional, una voluntad de la colectividad. En otras palabras, como me escribió un lector, el presidente de la República “es un director de orquesta que, anima y orienta a todos los ejecutantes, a fin que la melodía suene y sea coherente ordenada y melódica”.

El tema de la política exterior es ahora, más importante que nunca. Tanto porque la dependencia económica de Honduras ha cambiado en los últimos 50 años, como porque el escenario exterior tiene una mayor incidencia en la operación de la sociedad y sus estructuras operativas. Ahora el país depende de los emigrantes que envían remesas que sostienen la operación pública y privada. Esos compatriotas residen, mayoritariamente, en Estados Unidos, España, Canadá e Italia. De modo que debemos tener en esos países, a los mejores de nuestros expertos en asuntos diplomáticos y consulares, porque la defensa de sus intereses es crucial para la vida hondureña. Y trabajando en la defensa de su seguridad, vía acuerdos y mecanismos que obligan al gobierno de Honduras, a mantener con los países mencionados, las mejores relaciones. Aparentemente, la Cancillería y menos la presidencial, no tienen claros estos conceptos. La Presidente Castro no fue a la Cumbre de las Américas; no tenemos embajador en Estados Unidos; no sabemos a quién mandarán a España y en Italia, no tenemos representación siquiera. Finalmente, tampoco tenemos planes para apoyar el TPS en los Estados Unidos. Y se anuncia la búsqueda de relaciones con países que, no tienen población hondureña y que no representan apoyos reales, en los esfuerzos para impulsar el desarrollo económico, fortalecer los sistemas democráticos, mejorar los sistemas de lucha en contra de la delincuencia y la corrupción; y participar en la lucha en contra del cambio ambiental. Enarbolar la defensa de Cuba y Venezuela, como columna vertebral de la política exterior, es un desatino, fuera que la finalidad sea mortificar a los diplomáticos estadounidenses, españoles y canadienses. O empujar al país por la ruta del subdesarrollo a la miseria.

El tema democrático es, políticamente, central en la vida institucional hondureña. Es evidente que, en Centroamérica, soplan vientos autoritarios para los cuales tenemos que prepararnos. La reelección de Bukele en El Salvador, la consolidación de la dinastía “orteguiana” en Nicaragua y la inestabilidad de Guatemala, plantean retos a Honduras que, a estas alturas deben ser objeto de estudio por parte de nuestros diplomáticos. A la fecha, hay un rechazo continental en contra de Bukele, un aislamiento creciente de Nicaragua y dudas sobre Guatemala. El silencio de Honduras, la abstención en la OEA y el discurso de algunos que hablan en nombre de nosotros, no parecen mostrar a Honduras como una nación comprometida con la causa democrática. Lo que, proyecta muchas dudas hacia la comunidad internacional, sobre los actuales gobernantes y la fuerza de los políticos democráticos.

El tratado firmado con Nicaragua que protege intereses hondureños, no ha sido ratificado por el Congreso, mostrando poco manejo de los partidos en los temas territoriales de Honduras.

Finalmente, la denuncia del capitalismo, el aumento de la intervención del gobierno en la economía y la satanización de la empresa privada -notorio en el discurso de Castro en la ONU- colocan al país en una postura poco sostenible y coherente, en el corto plazo, especialmente.

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