DESASTRES EN LA CAPITAL

A propósito de los azotes del Huracán “Julia” que nos golpeó al degradarse a Tormenta Tropical los días 8, 9 y 10 de Octubre, nos hace recordar la vulnerabilidad del territorio donde está ubicada desde 1880 la capital de la República.

Las ciudades de Tegucigalpa y Comayagüela que conforman el Municipio del Distrito Central han experimentado serios problemas en diferentes épocas, en algunas ocasiones por movimientos telúricos, que sin la violencia y la periodicidad con que han sido azotadas San Salvador, Guatemala, Managua y San José, produjeron daños en algunas estructuras de las antiguas edificaciones como la Iglesia Catedral tal y como sucedió en 1806.

Algunos sectores de la ciudad considerados de alto riesgo para habitar por hundimientos y derrumbes, como el Edén, un sector de La Cabaña y la parte alta de el Reparto, Guillen, Santa Rosa y otras, se decía que la inestabilidad del terreno se debía a las galerías mineras que los españoles construyeron para la explotación de la plata en la parte norte de La Leona desde El Bosque y en las estribaciones al oriente del Picacho.

En una ocasión el estudioso de la geología Carlos Murillo Selva, en la casa de campo del Dr. Jorge Fidel Durón en Santa Lucía, nos reveló que los túneles abandonados por los mineros no era una causa real del problema, sino que toda esa zona estaba afectada por una falla geológica que cruzaba la parte alta de Tegucigalpa desde la garganta del Río Grande en el sector de Miramesí.

Corrientes subterráneas en la época de lluvias, siempre han representado un peligro en esos sitios donde los deslizamientos han destruido casas o las han hundido manteniendo en vilo desde hace muchos años a quienes residen en esos sitios de la ciudad como lo sucedido recientemente en las Colonia Guillen, Suazo Cordova y Reparto Arriba (FOTO 1 )

Pero los mayores desastres en la capital han sido generados en la cuenca hidrográfica que la forman el Río Grande, el Río Oro o Chiquito y los afluentes de éstos el Guacerique, el San José, Sabacuante y la gran cantidad de quebradas que tributan sus aguas en la temporada de invierno a los principales ríos de la ciudad.

Septiembre y Octubre han sido los meses donde esas tragedias naturales han golpeado a las ciudades gemelas y un recuerdo de ello se constata por los datos y fotografías que dan testimonio de lo sucedido en grandes proporciones en 1906, l926, l932, 1972 y l998.

El 12 de Octubre de 1906 un fuerte temporal produjo una riada de los ríos tegucigalpenses y aquel desbordamiento de las aguas, los árboles y enormes piedras que arrastraban golpearon al Puente Mallol cuya construcción se finalizó en 1821.- La furia de las embravecidas aguas destruyó los arcos de la aproximación a Comayagüela (FOTO 2) dejando incomunicadas a las dos ciudades, destruyó las obras que se habían emprendido en el Teatro Cervantes en el extremo norte del campo La Isla (FOTO 3) y causó serios daños a los que habitaban en la primera avenida del entonces Municipio de Comayagüela regido en ese año por Don Benjamín Henríquez.

En 1926 otro fenómeno natural, que antes sorprendían porque no existían las predicciones meteorológicas, causó otra enorme creciente del Río Grande que inundó los sectores ribereños de Comayagüela (FOTO 4), pero el viejo puente soportó las embestidas de las aguas que se estrellaban y se separaban por el diamante de piedra que se levantó en 1908 para protegerlo de estos eventos fluviales.

En la tarde y noche del 10 de Octubre de 1932, Tegucigalpa una vez más se vio afectada por sus ríos y en esa ocasión el Oro o Chiquito en una crecida sin precedentes alimentado por las aguas de quebradas y riachuelos de la zona oriental de la capital, inundó parte de El Guanacaste, la parte baja de Palmira, sectores de San Rafael, y el Barrio La Hoya que al siguiente día mostraba una situación crítica para sus moradores y destruyó el puente de madera techado (FOTO 5) del campo de La Isla .

Otra experiencia, quizá con menos incidencia destructiva, pero siempre ocasionando daños, se experimentó en Septiembre de 1972 cuando por efectos del Huracán FIFI que causó destrozos en el litoral atlántico, en ese entonces las partes bajas a las orillas del Río Grande resultaron inundadas y muchas endebles viviendas ubicadas en las márgenes del río fueron destruidas dejando gran cantidad de damnificados.

Considerada por muchos como el peor de los desastres en la capital, fue la inundación que produjo en los días finales de Octubre de 1988 el Huracán MITCH cuyo paso como tormenta tropical por el centro del país, ocasionó enormes pérdidas materiales en la primera avenida de Comayagüela, en la zona de los mercados destruyó antiguas casas que enseñoreaban al poblado gemelo de Tegucigalpa como la residencia del Dr. Manuel G. Zúñiga Medal y la casa de la familia Reina en la Calle Real, arrasó con muchas residencias de la Colonia El Prado , destruyó el Puente Juan Ramón Molina, las instalaciones deportivas de La Isla, terminó con el Gimnasio Rubén Callejas Valentine (FOTO 6) , dejó semidestruido el Parque La Concordia, afectó innumerables viviendas del Barrio Abajo , produjo derrumbes y desaparición de muchas casas en Miramesí, Colonia Venezuela, en la Colonia La Primavera, la Colonia Soto, en la Maradiaga, en El Loarque, La Hoya (FOTO 7) y en fin, muchos barrios ribereños y de las partes altas de la ciudad quedaron seriamente afectados.

El MITCH cobró muchas vidas en la capital, personas que fueron sorprendidas por las fuertes correntadas en la noche del 30 de Octubre y que en su desesperación por salvar lo material fueron arrastradas por las aguas.- El centro de Comayagüela se convirtió en una laguna y los servicios públicos como el agua potable, el alcantarillado, la energía eléctrica colapsaron ante la furia desatada por el meteoro y causó daños en puentes como el Mallol (FOTO 8)

Gracias Dios la furia de Julia no nos dejó más que lluvias y algunos daños materiales, pero no por ello los que habitamos en la capital debemos confiarnos de los embates de la naturaleza especialmente por derrumbes en lugares de alto riesgo.

El reconocimiento a los bomberos de la capital, a los socorristas de la Cruz Roja y la Cruz Verde, a las instituciones públicas y privadas que integradas en el CODEM y en COPECO, a CENAOS por mantenernos informados y a Alerta Temprana por sus constantes avisos de prevención en éstos días de zozobra por lo de la falla geológica y los disturbios atmosféricos.

Hasta la próxima semana.