LETRAS LIBERTARIAS: El único camino que nos queda

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19 de noviembre de 2022
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12:15 am
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LETRAS LIBERTARIAS: El único camino que nos queda

Esperanza para los hondureños

Por: Héctor A. Martínez (Sociólogo)

Dicen que la crítica social hacia cualquier poder es como gastar pólvora cazando zopilotes, es decir, es una empresa estéril que no deja otra cosa que no sean enemigos, incluso entre parientes y colegas. Al comienzo de esa edificante labor, uno cree que toda propuesta arranca aplausos y ovaciones, pero no es cierto. Los señalamientos hacia un gobierno, por ejemplo, nunca son bien vistos, ni tomados en cuenta, pero no por eso debemos bajar la guardia con los primeros reproches. Otros eligen la persistencia, aunque solo sea para quedar bien con su consciencia y sus valores. Sin embargo, la comisión de una buena crítica no debe enmarcarse en la ideologización ni en los sentimientos, no importando el género que se trate, sino en seguir las reglas de la intuición. Y como decía Descartes, se aprende de lo simple y de lo inmediato. He aquí pues.

Un par de cosas para “seguir hilo”, como dicen los tuiteros. El día de la toma de posesión, la presidente Xiomara Castro habló de “anteponer al ser humano por sobre las reglas del mercado”, y lo ha dicho en términos correctos, si es como nosotros lo interpretamos, porque el centro de un mercado libre -suponiendo que se refería a ese tipo de mercado- no debe ser el empresario ni las corporaciones, sino la persona humana, sin distingos de clase ni creencias. Y para hacer realidad lo dicho, solo hay un camino posible: enfilarnos hacia un capitalismo fuerte, generador de una riqueza que tenga como destino, no el bolsillo de los corruptos ni los privilegios hacia algunos amigos empresarios, sino la reducción de la pobreza. Porque, sin un superávit “in crescendo” y sostenido en la Hacienda Pública, las promesas de los políticos en campaña no pasan de ser meras ilusiones, cuando nos dicen que van, como San Jorge, tras el dragón de la pobreza para eliminarlo a punta de lanza. No eliminan al dragón, pero crean un Minotauro. Los tuits hacen el resto del trabajo propagandístico.

Tras décadas de adoctrinamiento en las aulas de clase, y de leyendas urbanas que oímos en casa, la gente ha llegado a creer firmemente que solo el Estado puede hacer posible la felicidad en este mundo. Ha imprimido en el subconsciente que sin el concurso del poder estatal -el arquetipo del papá que siempre nos daba para los confites-, nadie más podría ocuparse de los pobres. Y entre más grande la miseria, más peso tiene esta creencia centenaria. Asimilada la leyenda del Estado poderoso, los políticos se aprovechan de la fábula para prometer ayuda y más ayuda. Pero esas regalías, que solo sirven para engendrar pedigüeños y “mantenidos”, no llega hasta los pobres, sino que se queda entre los intermediarios del Estado, a saber: líderes gremiales y activistas conectados a los diputados que disponen de partidas discrecionales para proyectar su imagen de cara a las próximas elecciones.

Thomas Piketty, un socialdemócrata -que debe ser muy leído en las esferas de nuestro Gobierno-, propone que la disminución de la desigualdad se logrará con más impuestos a los ricos. Es la receta en Chile en este momento. Rainer Zitelmann, un economista liberal, cree, por el contrario, que los países deben hacer las de China: crear un capitalismo competente, insertándose a las cadenas de abastecimiento mundiales y compitiendo con exportaciones de calidad. Pero eso implica hacer ciertas reformas institucionales tanto en el Estado como en el mercado. En un país donde las élites se conocen muy bien, y los afectos e intereses son muy comunes en las alturas, tratar de pasar de un mercado cerrado, privilegiado, a uno libre y generador de la riqueza, debe ser un gran desafío para un gobierno, porque implica incomodidades y conflictos. Y nadie querrá meter la mano a la sartén caliente, a menos que desoigan los consejos de Piketty y se inclinen por los del economista alemán.

Después de Mao, China hizo exactamente lo que propone Zitelmann: generar riqueza mediante un capitalismo fuerte, sin proteccionismos y abierto para todo inversionista. Es el único camino para reducir la pobreza.

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@Hector77473552

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