EL editorial —“¿Para soñarla o para vivirla?”— “Para ambas cosas”, responde una buena amiga. Y agrega lo siguiente: “Los editoriales de estos días me han recordado un profesor español que ha hecho cambios importantes en la forma de enseñar filosofía”. “Al inicio daba sus clases del modo tradicional”. “Luego comenzó a preguntar a sus estudiantes cuáles eran los temas en sus vidas que los preocupaban. Pérdidas, rupturas, desesperanza en el mundo, conflictos familiares, fueron algunas de las respuestas”. “Entonces la siguiente clase abordó la primera preocupación de sus alumnos explicándoles que los filósofos también tuvieron esa preocupación y por lo tanto habían elaborado respuestas para ello”. “Les ponía ejemplos, posibles respuestas, pero no la respuesta; pues jamás hay solamente una”. “Quizás, si nuestros maestros cambiaran su forma de enfocar la enseñanza, tendríamos otro tipo de estudiantes, menos adictos, por un lapso de tiempo al menos, a los chunches y más interesados en aprender y ser mejores personas”.
El mensaje de otra lectora: “Sueño un país donde exista el mínimo vital (como estableció la jurisprudencia colombiana hace tiempo), donde las instituciones no sean edificios y gente sin compromiso, donde la justicia alcance para todos, sobre todo los más vulnerables”. “Sueño un país donde los niños y niñas lo sean, un país donde no tengan que escribir el cuento del Monstruo… (el cuento ganador del concurso de 100 palabras, escrito por un niño, que incendió las redes sociales, sobre el tema de abuso sexual, aunque él mismo aclaró se trataba de un relato ciencia ficción) sobre la fuerte y cruda realidad”. “Nadie los ve hasta que es tarde”. Sobre las leyendas pintadas en las paredes un viejo amigo comenta: “Gracias por tu esfuerzo de impartir cultura diariamente con tus editoriales”. “Tantas citas que cada una son lecciones de vida: Podrán cortar todas las flores, pero no detendrán la primavera”. “Qué bello, igual que los demás siembran un camino, el de la esperanza y del buen vivir”. “Eres único en esta nueva modalidad de compartir tu ciencia con tus contactos escogidos”. “Aunque bien –quien remite las imágenes explica que es un movimiento que se inició en México– no con el impacto que causas al hacerlo en tus editoriales”. Otro mensaje: “Ayer me puse a pensar mientras discurría con mi vehículo por las calles de San Pedro”. “Eran ya las siete de la noche, el trepidar de los demás carros y el ruido ensordecedor de sus motores, los destellos de luz de sus faroles me hicieron meditar”. “Y me dije: ya no veo más que luces y ruidos en la tierra y me dio por ver el cielo; nada se compara con un cielo estrellado y el reflejo de la luna y la frescura de la noche”. “Al fin llegué a la casa, solo caminé hacia el patio trasero, me acosté en la grama y ahí permanecí una hora y media viendo para arriba”. “Sabía que me estaba perdiendo de algo importante, el regalo del Universo”. “Ahora es un nuevo día y me preparo para caminar, quiero ver lo verde de los jardines y lo grandioso de sus montañas, recibir el saludo de la gente y el canto de las aves”. “¿Para qué más?, doy gracias a Dios por permitirlo”.
Una amiga lectora: “Sus editoriales se han vuelto la mejor manera de empezar el día, me gusta cuando toca temas de actualidad, pero más me gusta cuando decanta por aquellos que nos inspiran, que nos hacen pensar, que invitan a la reflexión, que enlazan con nuestra propia circunstancia por diversa que esta sea, que contribuyen a nuestro acervo porque nos mueven a buscar autores, frases, fragmentos, como está de Eduardo Galeano a propósito del de hoy: “Vivimos en un mundo donde el funeral importa más que el muerto, la boda más que el amor y el físico más que el intelecto; vivimos en la cultura del envase que desprecia el contenido”. Esta vez los amigos del colectivo de Winston y el Sisimite redactaron todo el editorial. Incluso uno de ellos hasta manda una frase para que Winston la utilice: “Cuando hablas solo repites lo que sabes; pero cuando escuchas tal vez aprendas algo nuevo”. (Dalai Lama).
