¿UNIVERSALES?

ZV
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16 de enero de 2023
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12:56 am
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¿UNIVERSALES?

ESTA fue la frase del cierre de un editorial anterior: Ah, y si de sueños hablamos –interviene Winston– me identifico con lo dicho por Mario Benedetti: “No quiero que me vendan sueños ajenos sino sencillamente que se cumplan los míos”. La reacción de un afiliado del colectivo fue la siguiente: “No hay sueños ajenos. ¿Qué quieren las gentes de Honduras, de América y del resto del mundo? Paz, comida, salud, estudio, libertad. ¿Y a quiénes pertenecen estas aspiraciones? A nadie en particular. Son universales. Pertenecen a toda la humanidad”. Por tratarse de la amistad con quien comenta y por deferencia le mandamos el siguiente mensaje: Hay que avisarle a Benedetti, ya que es suyo el pensamiento citado por Winston. Pero nada se pierde con un breve ejercicio dialéctico –tomando en cuenta que el escritor uruguayo, en ausencia, no puede refutar–agregamos: Porque eso que citás como aspiraciones universales son relativas. (Lo que nos hizo recordar el tratado de garantías ilusorias del respetado catedrático Alejando Rivera Hernández –en torno a los derechos dizque universales enunciados en la Constitución).

Digamos, el rico come cuando quiere y el pobre cuando puede. Para unos la paz de la comodidad, para otros la de los cementerios. Estudiar para algunos sería parte de la formación ofrecida por una educación de superior calidad y en otros casos depende que haya profesores que puedan enseñar y estudiantes que quieran aprender. Sobre la libertad –a propósito del período del terror en la Revolución Francesa– cuando llevaban a la guillotina a Madame Rolland exclamó: “¡Oh libertad! ¡Cuántos crímenes se cometen en tu nombre! Y sobre la salud mientras hay pueblos del mundo que gozan de envidiable cobertura de salud y de beneficios curativos, en otros no hay ni para las medicinas. Así que ahí tenés criterios para entretenerte. No se hizo esperar la respuesta: “Por el solo hecho que respondás a las babosadas que escribo, ya es un privilegio no concedido a cualquiera”. “Para mí eres único como escritor. Me gusta como escribes”. “Se aprende… se aprende”. “Sin embargo, los sueños de Honduras, son los mismos sueños de un montón de gentes, diseminados por el mundo entero, incluyendo a los países que se precian de ser ricos”. “Los Estados Unidos tienen mucha hambre, como la tiene Francia, Italia y cuantos otros más”. La respuesta a eso –dizque porque hay hambre en todos lados el sueño de todos los pueblos es el mismo– sería la que muchos hondureños acostumbran dar en una discusión: “Sí, pero no”. Por supuesto que hay necesidades comparables de un lugar a otro. Pero no se puede generalizar, las aspiraciones comunes no necesariamente son las mismas de los que sufren negaciones. Incluso, en un mismo lugar, el anhelo de uno puede ser distinto al del vecino.

Y como pueblo, como sociedad, como país, los sueños, las apetencias, las aspiraciones colectivas de allá y de acá difieren. Ya que llegamos hasta acá, para no dejar el editorial a medio a palo, aportamos mayor ilustración. La anterior conversación nos hizo recordar la idea que tomábamos prestada de Josué de Castro –en su ensayo, La Geografía del Hambre–utilizada en alguno de los discursos políticos cuando anduvimos –de eso bastante tiempo atrás– en campaña proselitista. Más o menos, si mal no recordamos, decíamos entonces: “El mundo se podría dividir en dos. Entre los que no comen y los que no duermen. Y los que no comen se duermen para no pensar que no comieron. Y los que no duermen, no duermen pensando que se los pueden comer los que no comen. Por ello hay que darle de comer a los que no comen, para que puedan dormir, los que no duermen”. (Para mejor proveer interviene el Sisimite. El sueño de AMLO en la cumbre, es que Washington ponga el pisto para abordar el problema migratorio y, del plan concebido originalmente para el Triángulo Norte, encaramarse a tuto y agarrar la mitad. Nosotros no queremos que nos vendan sueños ajenos. El deseo de estos países –con el éxodo de personas por falta de trabajo y de otras aflicciones– sería poder resolver lo propio, contando con la totalidad de los recursos que dispongan para esos efectos, sin mediación o vocería de nadie que quiera repartirse, lo ajeno, con la cuchara grande).

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