Por: Blanca Moreno*
“Si yo hubiera sabido que mi hijo iba a ser presidente de la República, lo hubiera mandado a la escuela…” El otoño del patriarca. Gabriel García Márquez (1927-2014).
-Quién quitaría el requisito de leer y escribir para ser presidente, establecido en la Carta Magna?
Debería existir un mecanismo que examine a los políticos, sobre lo esencial, que como escribió Alfonso Guillen Zelaya, “no está en ser poeta, ni artista, ni filósofo, sino en que cada uno tenga la dignidad y conciencia de su trabajo”.
Gobernar es un trabajo serio. Con responsabilidad social, despojarse de intereses, celos, intrigas palaciegas y sectarismos.
-Cómo es eso que chamanes, nigromantes, brujos y charlatanes son recibidos en Casa Presidencial? Más que “limpias”, unciones y oraciones, necesitamos seriedad y respeto.
En el siglo XVI, nuestro territorio fue “botín” preciado para los conquistadores de escasa escolaridad, quienes se mataban por el cargo. El primer gobernador (1524) Gil Gonzales Dávila y Francisco de las Casas, degollaron a Cristóbal de Olid, quien los mantuvo encarcelados en Naco, Cortés. Tanto de Las Casas como Olid eran usurpadores.
La inestabilidad siguió cuando Honduras se emancipó de España, y fue anexada al Imperio mexicano. Un magnicidio y muchos “golpes de Estado” en el siglo XIX y XX.
Después de redactada la decimocuarta Constitución de 1981, tuvimos un gobierno militar de transición. Un héroe de guerra ostentó el poder, pero quien realmente lo ejerció fue su asesor, un polémico coronel, quien lo hacía firmar decretos, nombramientos y ascensos. El resto del tiempo lo mantenía beodo.
Desde 1982 hasta el 2006, el poder político fue ejercido por: un médico rural, un doctor en Derecho internacional, un licenciado en Economía Agrícola, dos ingenieros y un economista. En el 2006 asumió un bachiller de buen talante y supuesto talento. Fue asesorado por un grupo de socialistas. Su folclórica forma de actuar, bajo ese hechizo, chocó con el “status quo”. Su período lo finalizó “de facto”, el presidente del Congreso Nacional, graduado también en la “universidad de la vida”.
Los nacionalistas supieron facturar el “impasse” con tres administraciones “al hilo”.
Fue el “delfín” del licenciado Lobo, un abogado, quien “torció” las leyes e hizo realidad el sueño de otro y extendió su mandato ilegalmente. El Estado botín instaurado.
Una coalición de fuerzas, más el acompañamiento evidente de los Estados Unidos convirtió en Presidenta a la primera mujer. Retornaron con el consorte, los “vengadores”, mostrando sus afilados dientes y uñas.
Aprovechando el Día de la Diplomacia, la mandataria condecoró a los que resistieron el “golpe”. Los más valientes y los que lograron quedarse como “caballos de Troya” en los tiempos malos.
Ahí resaltaron la figura de uno que dice que Honduras es un país de burros. (Honduras pro Network). Seguramente tendrá que “recularse” porque se llevó de encuentro a sus adorados ídolos.
Vean y no le pase lo de Bendición Alvarado, madre del patriarca, personaje mítico del maestro Gabo. La señora se emocionó como cualquier madre al ver a su hijo, luciendo su charretera con botones dorados. Pero aun siendo la mamá del dictador, por imprudente, fue condenada al ostracismo y escondida en los suburbios de un país caribeño. Al aspirante Nelson Ávila, lo han hecho a un lado, por presentar sus diplomas y doctorados de Economía, en contraposición de otros candidatos, que no saben leer números romanos, ni diferenciar a las dos chinas.
Tiene razón la historiadora asesora del asesor (exaltada como alta diplomática) al enseñarle a su alumno que “quien no conoce la historia, tiende a repetirla”.
También debería remitirlo al “mataburros” (diccionario). Ñángara (despectivo coloquial) es un simpatizante de partidos o ideas de izquierdas.
-Qué Dios nos proteja de los analfabetos funcionales.
-Será qué por eso quitaron el requisito de saber leer y escribir?
*Periodista. Alfabetizadora de Adultos
