25 de enero: una lucha por la igualdad política que sigue vigente
La reelección es ilegal
Alexa Madrid e Iliana Licona
Licenciadas en Relaciones Internacionales
Más allá de conmemorar la obtención del derecho al sufragio, el día de la mujer hondureña honra a cada una de las mujeres que fueron y son parte de la constante lucha de igualdad política en un país que continúa en deuda con sus derechos. Si bien, es innegable que la participación de la mujer en puestos de toma de decisión en la esfera pública ha ido incrementando. Se debe reconocer que, pese a los esfuerzos partidarios, institucionales y de sociedad civil, aún no contamos con una representación paritaria.
Con la llegada de la primera Presidenta, más de 65 años después de haber obtenido el derecho al sufragio, se han generado expectativas para los derechos de las mujeres además de incrementar las exigencias de paridad. Pese a ello, aún existe una brecha de representación evidente que se refleja, por ejemplo, en los cargos de elección popular: el Congreso Nacional solo cuenta con 35 legisladoras de 128 y de las 298 alcaldías solo 17 son dirigidas por mujeres. Con estos resultados nos vemos obligados a reflexionar sobre qué reformas son necesarias para que más mujeres resulten electas.
Honduras ha sido uno de los primeros países latinoamericanos en aprobar leyes de cuotas de género para así cerrar la brecha de representación de las mujeres en estos espacios. En 2016 el entonces Tribunal Superior Electoral reglamentó la aplicación de las cuotas de género en las candidaturas a elección popular, tanto para las titulares como para las suplentes, lo que representó un avance significativo hacia la igualdad política. Sin embargo, no se puede negar que la efectividad de dichas medidas depende de la voluntad política partidaria. Pese a que por ley está estipulado que los partidos están obligados a destinar un 10% de los recursos financieros a la promoción y empoderamiento político de las mujeres; en la práctica los planes de igualdad de género se visualizan como un requisito por cumplir y no como un deber democrático. Esto se ve reflejado en prácticas como colocar candidatas en suplencias o al final de la lista, reduciendo su oportunidad de resultar electas. Además, no existen sanciones claras por el incumplimiento de la normativa de paridad, lo cual resulta en la destinación de estos fondos hacia cualquier tipo de actividad y no estrictamente en empoderamiento político de la mujer demostrando la falta de capacidad o voluntad institucional para aplicarlas.
En adición a las barreras institucionales y partidarias, las mujeres también enfrentan múltiples barreras sociales, económicas y culturales que dificultan su llegada al poder. Por lo que resulta imperativo trabajar no solamente en reformas institucionales y partidarias, sino también generar consciencia de como una mayor representación femenina es precisamente la piedra angular de una sociedad igualitaria.
El 25 de enero no debe reducirse solamente a la conmemoración de nuestra primera conquista política, sino que es un día que recuerda nuestro deber de seguir intensificando la lucha para dejar de solicitar “amablemente” los espacios que siempre nos pertenecieron.
