Solo artículos de marca, por favor

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30 de enero de 2023
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12:04 am
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Solo artículos de marca, por favor

Por: Otto Martín Wolf

Existe la tendencia de expresar nuestra riqueza por medio de los artículos que usamos.

Publicitamos en nuestro cuerpo las marcas más famosas y caras que podemos pagar o las malas imitaciones al alcance de nuestro bolsillo.

Ciertas carteras, valoradas en varios miles de dólares cada una, sirven para que la portadora comunique a conocidos y desconocidos que tiene la capacidad de pagar por ella.

Es la vanidad que nos impulsa a demostrar lo que tenemos, aunque sea endeudándonos… con el solo propósito de presumir.

Vanidad de vanidades.

Pagamos grandes cantidades para lucir en nuestro cuerpo anuncios de ropa de marcas fabricadas por otros… que se enriquecen con nuestro dinero.

Seguimos a los modernos “influencers” que son tan ignorantes e idiotas como nosotros.

Mire, hace algún tiempo dos fabricantes de perfumes muy famosos iniciaron una guerra de precios pero, a diferencia de las normales, esta fue una competencia de precios hacia arriba, para ver cuál de los dos podía cobrar más por su respectivo aroma. Un periodista acucioso grabó una conversación en la cual se reían de los clientes.

Los dos ganaron, perdieron los idiotas que compraron sus caprichos.

Recientemente leí un reportaje muy interesante que revela hasta dónde llega la vanidad humana.

Un fabricante de calzado popular cuyas tiendas, extendidas casi por todo el planeta, son conocidas por vender zapatos baratos y un lema que dice algo así como “compre uno, lleve dos”, le suena?

Pues bien, resulta que los directores de esta empresa decidieron hacer un experimento; alquilaron un local de primera calidad en uno de los mejores centros comerciales de New York, lo decoraron a todo lujo y elegancia, contrataron el más bello personal femenino y masculino para atender al público y pusieron a la venta los mismos zapatos del dos por uno, pero con un nombre diferente, desde luego carísimos y nada de dos por uno.

Hubo mucha gente que estuvo dispuesta a pagar hasta veinte veces el valor regular del dos por uno, simplemente porque creyeron que los zapatos comercializados en esa forma lo valían. El experimento duró un año y todos los interesados aprendimos mucho de los resultados, que no fueron otros que: nos gusta enseñar que tenemos dinero, restregarlo por las caras de desconocidos que nos ven pasar frente a ellos deseando tener dinero para comprar cosas y hacer lo mismo, tal y como lo hacemos nosotros con los que consideramos guías de la moda.

Pero, las mentes observadoras y conocedoras saben distinguir perfectamente a un nuevo rico de un rico de verdad, sabe cómo?

Los verdaderamente ricos ni se mezclan con los nuevos ricos ni usan su cuerpo para anunciar productos. Los verdaderamente ricos de siempre tienen algo que no se puede comprar con ningún dinero: clase.

Eso no se vende, se nace y crece con ello, no hay artículo de marca, por más carísimo que sea, que pueda darle clase al nuevo rico, aunque se vista de seda.

Cuando se puso de moda vestir jeans rotos, qué cosa más fácil hacerlo para los pobres, cuyas ropas generalmente son de segunda mano, rotas por el uso.

De verdad alguno de esos pretendientes hizo creer a alguien que era tan rico como el genio que inventó esa nueva forma de comercializar ropa, vendiéndola rota? De ninguna manera, no se puede engañar al ojo experto.

Esos mismos “deseo ser” son los que pagan una fortuna por comer un pedazo de carne donde un magnífico explotador de la vanidad humana, se ha hecho famoso por la forma en que arroja la sal.

Estoy de acuerdo con la comida fina, los restaurantes de lujo, pero jamás con una idiotez como lanzar la sal como si lanzara bendiciones y pagar lo que se le antoje cobrar al imberbe.

Si usted tiene dinero gástelo como quiera, es su derecho (también a endeudarse hasta la madre, es su elección) pero no crea que por eso va a pertenecer a una clase a la que jamás pertenecerá. Conste, yo tampior.

Tampoco crea que engañará a nadie, excepto a otros de clase inferior a la suya, que le verán como modelo y querrán imitarle, también gastando lo que no tienen para impresionar a desconocidos de su respectiva clase social inferior.

Esos cantantes y artistas pop que cuelgan sobre sus cuellos kilos de cadenas de oro, sabrán que el mal gusto es más evidente que sus adornos?

Los únicos que impresionan portando un montón de cadenas de oro son aquellos que las roban y a quienes todos les tenemos mucho miedo.

Es lo mismo con los idiotas que utilizan anillos en las narices, como los toros en algunas partes del mundo, de verdad creerán que se ven bien?

Por cierto, alguna vez se ha preguntado qué sucede con esa gente cuando tiene gripe? Esos anillos, facilitan la evacuación de “mucus” o la dificultan terriblemente? Disculpen la chanchada pero yo me lo he preguntado frecuentemente.

Recuerde: Los verdaderamente ricos no usan artículos de marca, ellos son los dueños de las marcas.

La mayoría de nosotros somos simples campesinos.

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